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Lugar: Finca Tsugikuni

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- ¡¿Aún no estas listo!? -pregunto Bahōn a su hijo, quien parecía nervioso.

- No es eso solo, no se que voy a hacer realmente. -estaba muy nervioso, aunque faltarán unas horas para el encuentro estaba tan nervioso como si fuera a ser en unos minutos.

Frente a el tenía varias yukatas de colores algo apagados como: Rojo, azul y uno semigris. De igual manera podia elegir que usar, kimono o yukata y pantalón.

Demás está decir que no podía usar su yukata morada porque era muy informal y casual y esos colores no eran sus favoritos, la mirada severa y dura de su padre le dió a entender que está vez no podía escoger que ponerse.

- ¡Maldición, lo que me faltaba! -comento enojado- ¡Escúchame bien, ni siquiera pienses en retirarte de esto!

- No lo haré. Comprende que me sienta extraño. -volvio a mirar las prendas que estaban en una especie de escaparate.

- Entonces porque flaqueas. No eres una mujercita para hacer eso. -Se burlo, ver a su hijo «preocupado» por qué ropa usar era una estupidez.

- Me preocupa que la ceremonia salga mal.

- No se casarán el mismo día -aquello hizo que su hijo lo volteara a ver sorprendido- solo la eligiras y después de unos días por fin será la ceremonia.

- ...de acuerdo. -con eso volvio a su tarea de eligir su vestimenta para esa noche.

Aunque no lo dijera en público, tenía una especie de deseo (tipo) por una chica en particular y enserio deseaba que al menos existiera en aquella casa.

Una muchacha bonita, algo modesta pero facil de tratar y que no lo hiciera sentir tan incómodo, otras de las cosas que al menos pedía es que pudiera cocinar su platillo favorito: Dangos y sushi de sashimi. Plato que su madre había cocinado una sola vez en su vida para el, después de morir nunca volvió a probarlo y desde que las criadas se acostaban con su padre dejo de pedir comida específica y solo se acostumbro a lo que fuera.

- Bien. Me retiro. Mas te vale que cuando vuelva estés listo -finalizo y salió de su cuarto con un fuerte ruido por haber cerrado la puerta corrediza con fuerza.

Solo ahí pudo relajar los brazos y respirar en paz, de detrás de uno de los tatamis se oyó una especie de gemido ahogado Michikatsu sabiendo quien estaba ahí, abrió la puerta y dejó que la mujer asustada por la presencia tan repentina de su padre respirara, era una de las pocas que por dignidad aun no habian llegado a la cama de su padre por milagro. En sus manos la cesta de mimbre blanca estaba entreabierta mostrando una tela, le había pedido a aquella mujer en especifico porque aun no habia aceptado la propuesta de su padre y queria por eso mismo que lo ayudará a elegir algo, la ayuda femenina para la primera impresion era muy útil.

- Eso a sido aterrador -suspiro aún nerviosa la mujer que trataba de quitar algún rastro de suciedad de se kimono.

- Debo darle las gracias por la ayuda Sumire-san -aquello sorprendió un poco a la mujer pero se relajo y asintió ante lo que el joven le había dicho.

Ella sabia que el joven Michikatsu era alguien reacio al contacto con las mujeres y más si eran las de su hogar por obvias razones, si ella no había aceptado a Bahōn era porque para el era invisible y no era el tipo de el.

Sangrienta luna de Amor ✿Michikatsu Tsugikuni✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora