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Lugar: Finca Tsugikuni
Tiempo: Hace aproximadamente 6 años-Era Sengoku

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- ¿Qué es lo qué haces aquí? -preguntó el pequeño niño a la mujer.

- ¿Qué haces tú despierto?

- No se responden las preguntas con otras preguntas. -bufo el niño. La mujer se rió por eso.

- De acuerdo, tú ganas. -sumire se limpio las manos en su delantal y se dirigió a otra parte de la cocina. Tomo el cuchillo y tomo una manzana.

- ¿Qué es lo que haces? -volvio a preguntar.

- Solo cocino algo pequeño. -sonrió. Michikatsu se sonrojo. Ella era bonita.

- ¿Algo como qué?

- Un postre. -corto la manzana por la mitad y se comió una mitad.

- ¿Postre de qué?

- Manzana. - vió como el niño se acercaba por detrás de ella viendo los ingredientes sobre la cocina.

Era de noche. Bastante tarde como para estar despierto, pero siempre se puede comer algo por la noche.

Michikatsu amaba los dulces y Sumire tenía gusto por lo dulce. Ambos se llevaban bien por eso. Sus gustos eran casi similares a pesar de sus edades.

- ¿No es muy noche para esto?

- Estás más pregunton de lo usual. ¿Puedo saber porque?

- Solo quiero saber.

- Claro. -sonrió de nuevo. Luego se acercó a la cocina donde el fuego del horno era tapado por un cuenco de barro.

Se agachó y comprobó que estuviera bien colocado y no se moviera o quemara. Luego de revisar eso acercó sus manos al fuego y trato de calentarse.

Esa noche estaba siendo un poco fría y dura pero si Bahōn estaba casi muerto en la cama por sus actividades nocturnas no tenía que preocuparse.

- Michikatsu, deja de comerte la azúcar. -dijo sin voltearse. El niño casi se atragantó por eso.

- Oe, no iene ada de mao. -Sumire se volteo solo para ver a Michikatsu con las mejillas llenas de azúcar tratando de tragarsela.

- ¡Michikatsu Tsugikuni, escupe! -grito.

- ¡Oh! -y con lo que parecían sus últimas fuerzas se trago la bola de azúcar. Sumire paso de estar enojada a preocupada.

- ¡Por Kami, Michikatsu que hiciste! -se acerco preocupada a él y rápidamente tomó un vaso y lo lleno de agua para tratar de dársela al niño.

- No sabe mal. -dijo cuando pudo volver a hablar. Eso sí, sentía un sabor demasiado empalagoso en su lengua además de los restos grandes de la azúcar.

- ¡¿Porque eres tan imprudente!? -grito mientras que le acercaba el vaso con agua.

- Tranquila. Soy muy fuerte y un poco de azúcar no me va a matar. -Alardeo. La mujer tuvo que evitar darle un golpe en la cabeza por su estupidez.

Sangrienta luna de Amor ✿Michikatsu Tsugikuni✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora