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Lugar: Finca Tsugikuni
Tiempo: Era Sengoku

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La mañana de aquel día había sido muy calurosa considerando que el invierno se acercaba y pronto comenzaría a nevar, las corrientes de aire obviamente eran frías y refrescantes para los que entrenaban sin descanso para su futuro como samurái como lo eran las familias que destinaban a sus hijos a pelear por su honor y el de la familia a la que representaban.

Entre ellos, el clan Tsugikuni. Para ser más específicos el hijo "unico" del matrimonio Tsugikuni con sus 14 años demostrando honor a su padre. Bahōn Tsugikuni.

Michikatsu Tsugikuni, quien ahora mismo se secaba el sudor de la frente con la mano después de pasar casi toda la mañana entrenando con la espada sin detenerse, cansado decidió parar y tomar un buen respiro de su entrenamiento, el hombre que se encargaba de entrenarlo al verlo decidió bajar su espada y dejar que el y su oponente descansarán, haciendo una pequeña reverencia pudo permitirse retirarse. El más joven guardo su espada y se dirigió a la cocina de su hogar donde un par de mujeres encargadas de mantener limpio su hogar lo miraron preocupadas, con la edad que poseia lo usual era que tratara de trabajar para el dinero sin embargo recordaron que el joven ya tenía una vida hecha, convertise en samurái y honrar a su familia, eso luego de que su madre hubiera muerto hace 7 años.

- Michikatsu-san. -le hablo una de ellas preocupada por su respuesta, era una de las mujeres que su padre habia encargado para el, las mujeres de la casa sabían que el joven desde la muerte de su madre habia tomado un odio a las mujeres que trabajaban allí.

- Que. -contesto serio. La mujer bajo la cabeza algo nerviosa por el tono tan distante del chico que era unos 15 años menor que el.

- Si desea, podemos servirle un poco de agua.

- No. Si no lo eh pedido no me lo den. -respondio, su tono demostraba que con cada palabra de esas mujeres la ira crecía. Ellas veían eso asustadas. La ultima vez que una de ellas dijo algo de más término despedida y casi muerta quién sabe porque.

- Lo sentimos. -con eso finalizó la conversación entre esas mujeres y el. Al no haber nada que hablar una decidió seguir su trabajo en los pasillos, se despidió con una reverencia y se fue, Michikatsu solo lo vio sin inmutarse pues tenía puesto el ojo en la mujer enfrente suyo que se había dado la vuelta para terminar el almuerzo que supuso ella estaba haciendo.

Al mirarla de arriba abajo luego su cabello y arrugó el ceño molesto, no era que estuviese mal vestida al contrario esta vestida perfecta para su labor pero algo en ella le desagradaba, la mujer sintió en su espalda un gruñido algo lejano, para su mala suerte los nervios le jugaron en contra empezando a temblar. Michikatsu lo noto, decidió volver a hablar.

- El accesorio que llevas puesto -la mujer se contuvo de voltearse o detener su labor por el tono tan glacial pero enojado que daba el menor- de donde lo sacaste.

Asustada, la mujer se mordió el labio inferior, los nervios le estaban provocando llorar ahí mismo y aun así se mantuvo firme lo mejor que pudo ante la mirada tan molesta del otro. Hasta que sintió como algo de su cabello era quitado con algo de fuerza, era un pasador dorado con flores de Sakura y un hilo de color blanco muy bonito, no quiso ver pero sabia que el muchacho tenia su pasador en mano, observandolo. Sin regresarle la mirada bajo su cabeza y trató de hablar con el.

- ...joven Michikatsu el pasad_

- Esto no es tuyo. -le interrumpió, se veía más calmado a diferencia de unos segundos, otra cosa que habian aprendido las mujeres de la casa es que era muy común que el joven tuviera extraños cambios de humor- Repito, de donde lo sacaste.

Sangrienta luna de Amor ✿Michikatsu Tsugikuni✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora