Luna inclinó la cabeza, su cabello cayendo como una cortina de oro pálido alrededor de su rostro.
—Gracias —murmuró.
El no respondió de inmediato. Se pasó una mano por el cabello, desordenándolo aún más, mientras evitaba mirarla directamente a los ojos. Cada palabra que había planeado decir parecía quedarse atrapada en su garganta, pero no podía ignorar lo que acababa de escuchar. Odiaba verla dudar de sí misma.
—Supongo que la mente puede ser muy traicionera a veces, ¿verdad? —dijo ella, rompiendo el silencio mientras se inclinaba para recoger los pedazos del momento que parecía roto entre ellos. Sus manos temblaron ligeramente cuando volvió a colocar la caja en la repisa—. No suelo preocuparme demasiado por lo que los demás piensen de mí, pero a veces... bueno, a veces es difícil evitarlo.
Draco se enderezo y avanzó un paso hacia ella.
—¿Esas palabras, quien las dijo? —preguntó con cierta aspereza—. ¿Eso es lo que piensas?
Ella desvió la mirada, pero no perdió la calma.
—Ginny las dijo, cuando nos vio en la torre de astronomía.
Los ojos grises de Draco se abrieron de par en par, reflejando un pánico que rápidamente trató de ocultar al fingir una tos.
—¿Ella? ¿Qué... qué vio exactamente? —intentó preguntar con calma, pero su semblante traicionaba la inquietud que lo devoraba.
Luna observó aquel pequeño gesto, esa grieta en la fachada de confianza que el siempre parecía mantener. Algo en su interior se quebró en el instante en que lo vio. Fue entonces cuando lo entendió, con la claridad de una verdad que se dejaba sentir más allá de sus palabras: él tenía miedo.
Por un breve momento, una sombra de decepción cruzó su rostro, pero luchó por sofocarla antes de que pudiera tomar raíz. Aun así, la sensación permaneció, palpable y punzante. Sabía exactamente lo que significaba. No era algo nuevo; lo había visto antes en otros. El temía ser visto con ella, como si su compañía fuera una condena que arrastraría consigo miradas ajenas, juicios implacables. Y no era difícil entender por qué. Conocía bien cómo la percibían los demás, especialmente aquellos que pertenecían al mundo de Draco, el cual, por lo visto, no la aceptaba del todo. Incluso Ginny le había advertido de ello.
Pero no iba a juzgarlo, Draco, como todos, tenía sus propios demonios que enfrentar. Y aunque le doliera, sabía que eso no era algo que ella pudiera cambiar.
—No dirá nada —dijo finalmente, con una firmeza inesperada. Luego, tras una breve pausa, añadió—: Ella cree que no eres bueno para mí.
Draco se enderezó, su semblante se endureció. Se permitió una maldición contra Weasley en voz baja, aunque la quemazón en su pecho no se calmó, no lo pudo evitar, por mucho que lo intentara: Weasley tenía razón. Tal vez él no era bueno para Luna. Porque, para empezar, siempre había sido un cobarde. Esa verdad, tan amarga como irrefutable, lo apretaba desde dentro. Una idea aún más perturbadora cruzó su mente, clavándose como un aguijón.
"¿Luna pensará lo mismo?"
El pensamiento lo dejó sin aire por un momento. Cerró los puños junto a su cuerpo, como si pudiera contener la avalancha de emociones que amenazaba con desbordarlo. Pero no podía quedarse callado, no ahora.
—¿Y tú? —preguntó al fin con su voz baja, casi un murmullo, temiendo que al decirlo en voz alta, mas que preguntas, fueran respuestas—. ¿Qué es lo que crees tú?
Ella lo miró directamente a los ojos, sin vacilar.
—Creo en las segundas oportunidades, creo que tu, Draco Malfoy tienes bondad. — Dio un par de pasos hacia él, acortando la distancia entre ambos, mientras mantenía su mirada fija en el, como si quisiera atravesar sus defensas—. Y creo que te gusto.
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"Destino Perfumado"
FanficLuna Lovegood siente una extraña y atrayente sensación cuando está cerca de Draco Malfoy, un misterio que no descansará hasta desentrañar. Decidida a descubrir por qué tiene ese efecto sobre ella..☪️🐍