Phlox, Max y la lección de Mateo

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La tarde caía sobre la plaza central, donde Phlox y Max paseaban sin rumbo fijo. Entre la multitud, divisaron a Mateo, un conocido del barrio, rodeado de cajas y baúles. Junto a él, Cozywinter, una chica de cabello azabache y mirada pícara, reía mientras Mateo hurgaba entre las pertenencias.

En un descuido de Mateo, Phlox vio la oportunidad. Un destello dorado llamó su atención: un collar antiguo con un dije de rubí. Sin pensarlo dos veces, lo arrebató y, junto a Max, huyó a toda velocidad por los callejones laberínticos de la ciudad.

El corazón de Phlox latía con fuerza, mezcla de adrenalina y emoción. Se detuvieron en un callejón oscuro, donde la luz del sol apenas se filtraba entre los edificios. La cercanía con Max era palpable, sus miradas se cruzaron y, sin palabras, sus labios se unieron en un beso apasionado.

De repente, un grito estremeció el callejón. Era Mateo, quien los había seguido. Su rostro era una mezcla de furia y decepción. Sin mediar palabra, abofeteó a Max y luego se abalanzó sobre Phlox, propinándole una serie de nalgadas tan fuertes que lo dejaron sin aliento.

Max, aturdido por el golpe inicial, intentó intervenir, pero Mateo lo derribó con facilidad. La escena era brutal, llena de gritos y súplicas que resonaban en las paredes del callejón.

Finalmente, Mateo se alejó, dejando a Phlox y Max tirados en el suelo, inconscientes. La noche los envolvió en su manto oscuro, mientras el silencio reinaba en el callejón.

Horas después, un rayo de sol se coló por la rendija del callejón, despertando a Phlox. Se levantó con dificultad, adolorido y confundido. Miró a su alrededor y vio a Max, aún inconsciente. Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar la brutal golpiza de Mateo.

De pronto, una voz ronca y familiar resonó en el callejón: "Yo siempre estuve aquí". Phlox giró la cabeza y vio a Rain, el hombre peludo y calvo, apoyado en la pared, con una sonrisa enigmática en su rostro.

Rain, un personaje excéntrico que siempre parecía estar observando desde las sombras, se acercó a Phlox y Max. Con sus manos ásperas, les curó las heridas y les susurró palabras de consuelo.

Al cabo de unos días, Phlox y Max se recuperaron por completo. La experiencia los había marcado, pero también les había enseñado una valiosa lección: las acciones tienen consecuencias.

Desde ese día, Phlox y Max nunca más volvieron a robar. Y Rain, el hombre peludo y calvo, siempre estuvo ahí, observándolos en silencio, un recordatorio constante de la fragilidad de la vida y la importancia de la honestidad.

Historias de Subs (Novela Ligera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora