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Título: "Una Noche de Travesuras"
Habías llegado a Japón hace unos años para unirte a la prestigiosa U.A. como héroe profesional, y en ese tiempo habías hecho amigos increíbles. Sin embargo, tu amistad más inesperada y valiosa había sido con Nemuri Kayama, mejor conocida como Midnight. Desde el primer día, te impresionó su confianza y su actitud relajada, y rápidamente descubrieron que compartían un sentido del humor similar y una pasión por la vida.
Una tarde, después de una agotadora jornada en la academia, decidiste invitar a Midnight a tu casa para relajarse y disfrutar de unas cervezas guatemaltecas que habías conseguido. Las Quetzaltecas eran difíciles de encontrar, pero sabías que serían perfectas para una noche de risas y buena compañía.
—¡Nemuri! —la llamaste mientras salían del edificio de la U.A.—. ¿Te gustaría venir a mi casa esta noche? Tengo unas Quetzaltecas que traje de Guatemala y pensé que podríamos pasar un buen rato.
Ella sonrió, sus ojos brillando con entusiasmo. —¡Eso suena genial, ____! Hace tiempo que no disfruto una buena cerveza. Me apunto.
Más tarde esa noche, después de que ambos se hubieron relajado un poco y cambiado de ropa, Nemuri llegó a tu apartamento. Le abriste la puerta con una sonrisa y la invitaste a pasar.
—Bienvenida, Nemuri. Ponte cómoda. —dijiste, señalando el sofá mientras ibas a buscar las cervezas.
Ella se dejó caer en el sofá y miró alrededor, apreciando la decoración que incluía algunas piezas de tu hogar en Guatemala. —¡Me encanta tu apartamento! Tiene mucho de tu personalidad.
Sonreíste mientras abrías las cervezas y le entregabas una. —Gracias, mano. Trato de mantener un pedazo de mi casa aquí.
Las primeras cervezas pasaron rápidamente mientras compartían historias y se reían de los recuerdos del pasado. Hablaron de las travesuras que hacían cuando eran niños, las locuras que habían hecho como héroes, y las pequeñas alegrías de la vida diaria.
—¿Te acordás de la vez que casi nos atraparon tratando de pintar el mural en la escuela? —preguntó Nemuri, riéndose mientras recordaba.
—¡Cómo no! Sho, mano, nos metimos en un gran vergueo esa vez. —dijiste, riendo también—. Pero valió la pena, quedó increíble.
A medida que la noche avanzaba y las cervezas seguían fluyendo, la conversación se volvió más animada. Decidisteis hacer un pequeño juego de desafíos, recordando los tiempos en que actuaban como niños traviesos.
—A ver, Nemuri, te reto a que llames a Aizawa y le digas que se una a nuestra fiesta. —dijiste con una sonrisa traviesa.
Ella levantó una ceja y sonrió. —¿En serio? Bueno, vamos a ver qué pasa. —dijo, marcando el número de Aizawa.
Para tu sorpresa, Aizawa respondió. Nemuri puso el altavoz para que pudieras escuchar.
—¿Qué pasa, Nemuri? —dijo Aizawa con su tono habitual, ligeramente exasperado.
—¡Aizawa! ¡Deberías venir a la casa de ____! Estamos tomando unas Quetzaltecas y divirtiéndonos como niños. —dijo Nemuri, su voz ligeramente borracha.
Aizawa suspiró. —¿Ustedes dos están bebiendo y haciendo travesuras? Suena como una mala idea.
—Vamos, mano, solo estamos pasando un buen rato. ¡Únete a nosotros! —interviniste, tratando de convencerlo.
—Voy para allá. —dijo finalmente Aizawa, y colgó el teléfono.
Un rato después, Aizawa llegó a tu apartamento, encontrándote a ti y a Nemuri riendo y haciendo bromas. La escena era caótica, con restos de snacks y cervezas por todas partes.
—¿Qué están haciendo ustedes dos? —preguntó Aizawa, cruzando los brazos.
—¡Aizawa, qué bueno que llegaste! —dijo Nemuri, levantándose tambaleante para abrazarlo.
—Estamos solo disfrutando como cuando éramos patojos. No te pongás tan pisado. —le dijiste, riéndote.
Aizawa suspiró, pero no pudo evitar sonreír ligeramente. —Ustedes dos nunca cambian. Está bien, pero que quede claro que estoy aquí para asegurarme de que no hagan más travesuras.
Pasaron el resto de la noche hablando y riendo, con Aizawa asegurándose de que no se salieran demasiado de control. A pesar de su seriedad, se notaba que disfrutaba de la compañía y las historias. Era una noche de amistad y risas, una que siempre recordarían.
Cuando la noche finalmente llegó a su fin, y Nemuri se quedó dormida en el sofá, Aizawa te ayudó a cubrirla con una manta.
—Gracias por venir, Aizawa. —dijiste, sonriendo.
—Cuida de ella, ____. Es buena amiga. —dijo él, dándote una palmada en el hombro antes de irse.
Te quedaste mirando a tu amiga dormir, sintiendo una calidez en tu corazón. Sabías que, sin importar dónde estuvieras, siempre tendrías amigos que te apoyaban y hacían que cualquier lugar se sintiera como en casa.
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775 palabras
Regalito porque ya me desvelé:
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