Oscura Tentación [ALPHA #1]

⚜ CAPÍTULO VEINTITRÉS ⚜

23. La casa del Boss

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CALUM

Hemos regresado a la mansión, el viaje simplemente me dejó muerto en vida, por lo que al llegar subí a mi habitación y me tumbé a dormir como oso en plena hibernación.

Despierto en la espesa oscuridad del cuarto en contra de mi voluntad por el incesante golpeteo en la puerta. Gruño antes de rodar en la cama y caer al piso enrollado en las sábanas.

Mierda

Las luces se encienden y me ciegan aún cuando estoy cubierto por las telas.

—¡¿Qué haces tirado ahí?! —me pregunta Lucrecia corriendo a mi socorro.

—Me gusta dormir en el piso. —bromeo aún medio dormido.

Me levanto y me siento en la cama de mala gana

—Perdón por despertarte. Sé que el sueño es algo sagrado pero...

—Ve al punto, Lu. —mi cabeza palpita por el reciente golpe. Me sobo la coronilla.

—Tu hermana me pidió que lo hiciera. —dice con culpa mordiendo su labio inferior.

—¿Para qué? — refunfuño.

—Quiere que bajes a cenar.

No, definitivamente no. No estoy de humor para ver la cara de mis verdugos ahora. Mientras más pueda mantenerme alejado de ellos, mejor. He decidido dejar todo esto atrás, no más encuentros confusos e indebidos. Debo quebrar esos deseos impuros que han despertado los hermanos en mí, porque yo no soy así

Sí, ajá. —resuena en mi mente.

—No, paso. —vuelvo a acostarme y me tapo la cara con una almohada.

Lu me arranca la almohada y me da un golpe con ella.

—¡Oye! Te perdono por despertarme, pero no abuses. —le lanzo una mirada amenazante.

—Si no levantas tu culo de esa cama y bajas a cenar, probablemente tengas una cita con el diablo en en unos minutos. —me reprende y suspiro.

Tiene razón. Lo menos que quiero es discutir con Anne Marie, no tengo las fuerzas. Sigo molesto con ella, y lo estaré toda la vida. Solo debo soportarla mes y medio y seré libre. Me iré lejos, muy lejos sin ver atrás.

—Bien. Ya entendí. —me levanto dispuesto a ir al baño. Necesito una ducha.

—Te sugiero que no tardes. Los señores Goulding odian que se unan a la mesa una vez se sirve la comida. —me comenta y se va.

Salgo de bañarme y pienso qué carajos ponerme. Veo el montón de bolsas apiladas en una esquina de todo lo que me compró Anne Marie en San Marco de los Altos, pero considero no ponerme nada de lo que hay ahí. No puedo ser tan hipócrita en guardarle odio y servirme de ella.

Elijo lo que mejor puedo de mi closet; me coloco una camisa celeste con rayas blancas horizontales, unos jeans oscuros y mis Vans. Peino mi cabello y aplico mi loción barata, que por cierto, ya dijo adiós.