Oscura Tentación [ALPHA #1]

⚜CAPÍTULO TRECE⚜

13. El secreto de Helio (Parte 1)

–
⚜️

CALUM

Desperté cuando oí el vibrar incesante de mi celular sobre la mesita de noche. Di vueltas en la cama quejándome porque sentí un dolor de estómago indescriptible.

¿Qué pasó?

Gemí cuando una puntada atacó mi cabeza sin piedad. Dolía como el demonio y casi no recordaba nada sobre fiesta o lo que sucedió anoche. Gradualmente los recuerdos fueron llegando

Vyden.

Bratt.

Richelle.

La pelea de Helio y esos chicos...

Helio

Maldición, no recordaba que Helio estaba en esa fiesta. ¿Él me trajo de vuelta a la mansión?

Tomé mi teléfono que seguía vibrando y atendí la llamada:

—¿Si?

—¡Por Dios, Calum! Llevo casi media hora llamándote.

Anne Marie no tiene ni idea. Suspiro al saber que no tiene conocimiento de mi fuga de anoche y le hablo lo más casual que me es posible:

—Es que me quedé leyendo hasta muy tarde. —tomo asiento en la cama y libero un bostezo mientras revuelvo mi cabello.

—Me imagino... ¿Quieres bajar a desayunar conmigo? Hoy he pedido el día libre solo para pasar tiempo juntos. Ya casi llevas un mes acá y te he dejado a un lado, perdón.

—Tranquila, Anne. Yo entiendo que tú trabajas todo el tiempo y los fines de semana sales con tus amigos. No te sientas culpable por vivir tu vida como mejor puedes.

—Pues, sí me siento culpable. —hubo unos segundos de silencio —¿Aceptas desayunar conmigo? Tal vez así me sienta mejor.

Casi pude verla sonreír al otro lado. Esa sonrisa perfecta cargada de simpatía que convence a cualquiera.

—Bueno, acepto.

—Listo. Ya le he dado la orden a Lucrecia de que nos prepare una mesa en el jardín.

—Vale. Me alisto y nos encontramos en el jardín entonces.

—Bueno, pero no te tardes tanto. Tengo otros planes...

Tomo una ducha, cepillo mis dientes, busco algo de ropa cómoda entre la que me compré ayer y me coloco un simple pantalón de algodón gris, una camisa blanca y mis zapatos vans. Peino un poco mi cabello y listo.

Claro, y aplico mi perfume barato que no puede faltar.

Bajo las escaleras sin energía, mi alma parece haberme abandonado. Mis músculos duelen como si hubiese hecho una ardua rutina de gimnasio.

¿Qué fue lo que bebí anoche?

De camino a la puerta principal, coincido con Lucrecia en el pasillo, la cual me mira sin expresión alguna antes de hablar: