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Ecuación de Dirac

Parte 1: Pacto

VII

Aferrado

15 de agosto de 2019, Japón

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15 de agosto de 2019, Japón.

La mujer que los había atendido, con su delantal rosa pastel, les dejó lo encargado sobre la mesa y se marchó con una sonrisa. Shoto puso azúcar en su café filtrado y acomodó a un costado la porción individual de short cake. Frente a él, Iida dio sorbos a su espresso y partió cuidadosamente su pan con chocolate y miel. Habían estado en silencio desde que enunciaron sus pedidos. Todoroki estaba nervioso, se sentía como un adolescente normal que debía afrontar esa charla con su padre normal. El problema radicaba en que Shoto ya no era un adolescente e Iida no era su padre.

—¿Cuánto tiempo hace que ustedes...?

Tenya, cuidando de no empañar sus lentes con el vapor del espresso, dejó la pregunta sin completar en el aire y tomó un sorbo. Todoroki podía entenderla sin necesidad de proclamar en voz alta el resto.

—Desde la graduación.

Un año y cinco meses. Iida se controló a tiempo para no escupir su bebida.

—Si ha pasado tanto, ¿por qué nunca lo dijiste?

Con el tenedor, Todoroki empujó un poco la fresa sobre su pastel. Se le cerraba el pecho con los pensamientos.

—Sucede que no nos vemos seguido. —Dividió la crema y quebró la masa, con la mirada fija en el plato—. No es como si estuviéramos saliendo o algo. En realidad, no somos nada.

—A mí no me pareció que eso fuera "nada", me pareció que iba en serio.

Todoroki alzó la vista y enrojeció. Hasta se le podría haber escapado una sonrisa. Se cubrió la cara con una mano. Era vergonzoso haber sido visto, pero que su amigo le dijera que (al menos) parecían una pareja le removió el espíritu.

—Siempre voy en serio con él. Pero es difícil. Vamos por caminos muy distintos, podemos cruzarnos muy poco.

Todoroki suspiró, decaído. La realidad era esa. Él no podía dejar Japón y viajar con Katsuki, por más de habérselo planteado miles de veces. No podía dejar a su madre y sus hermanos, tenía cosas que probarse a sí mismo y a todo Japón. Por el otro lado, Katsuki no podía quedarse en su país. Al menos, no todavía. Bakugou quería aprender de todos los héroes número uno del mundo. Eso llevaría mucho tiempo. Aunque doliera, Todoroki había decidido esperarlo. Y en el medio cruzarse un par de veces.

Iida dio un mordisco a su pan, pareció pensar muy detenidamente su siguiente comentario.

—Bueno —concedió—. Todo es cuestión de que el amor sea recíproco y no se lastimen.

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