Ecuación de Dirac

Parte 3: Enfrentar

I

Reunirse de nuevo

Mayo de 2025, Japón

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Mayo de 2025, Japón.

—Después de todo, regresó. He tenido la desgracia de cruzar mi camino con el suyo. ¿Y tú?

El comentario llegó vacío a sus oídos y lo llenó de ira. Todoroki depositó un beso sobre el líquido frío y denso del vaso, realmente no tenía ánimo como para beber. Volvió a dejar la copa sobre la mesa y chasqueó la lengua. Su amigo lo miró con las cejas arqueadas, las luces del restaurante refulgían en el vidrio de sus lentes, esperaba que Shoto sumara un comentario o que le explicara la razón de su mal humor.

—Tiene una hija.

Todoroki soltó la respuesta con brusquedad. Tenya, a su lado, escupió el sake sobe la mesa y su propio plato de comida.

—¿Estamos hablando de la misma persona? —inquirió Iida tras limpiarse.

Con un suspiro, el joven heterocromático asintió.

—Siete años, tal vez ocho. Estaba en el museo. Tiene el rojo de sus ojos —los recuerdos se le hacían difusos a veces, pero sabía que el tiempo no los había eliminado—. Y su actitud.

Recordó a la niña saltando como un puma sobre los dos niños que la habían empujado, golpeándolos con todas sus fuerzas y maldiciendo en otro idioma. Ruso, seguramente. Shoto ya lo había pensado, siete años y medio atrás, Bakugou Katsuki estaba viviendo en Rusia. Hanabi era morena, como Bela, la hermosa vecina australiana que salía a fumar al balcón.

Bakugou nunca había estado exclusivamente con él, no lo esperaba con ansias durante meses para tenerlo durante una única semana, como él lo había hecho. Pero Shoto no podía reclamarle nada, él mismo había dejado abierta la posibilidad, le dijo que con las vacaciones se conformaba y que no hacía falta que Katsuki le sea devoto. Era estúpido haber creído por solo un momento que no lo aprovecharía. El rubio había estado soltero en el extranjero por años, por supuesto que le lloverían todo tipo de candidatos y no tenía motivo para rechazarlos. Era un hecho que Bakugou Katsuki había estado con muchas personas y que, probablemente, tenía más de un hijo perdido por el mundo.

Lo que le provocaba tanto dolor y tanta bronca era no estar seguro de cuándo se había enterado Katsuki que era padre. En su interior todo se removía cuando pensaba en ello. Algo le decía que su ruptura tenía que ver en el asunto. Bakugou lo había dejado claro el día en que Fuyumi se casó: si encontraba a alguien con quien hacer su vida, le sería fiel a esa persona y eso implicaba dejar de verse. Tal vez por eso desapareció. Porque encontró a su hija y formó una familia.

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