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Ecuación de Dirac

Parte 2: Distancia

VIII

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Enero de 2025, Venezuela

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Enero de 2025, Venezuela.

Katsuki extrañaba los eneros nevados del norte del mundo. Extrañaba las costumbres de su país natal, los paisajes, las comodidades. Y algunas veces, la nostalgia pegaba más fuerte. Sobre todo en los veranos del sur: el calor pesado y húmedo lo tenía cansado. Solía regañarse mentalmente por ser tan quejica, después de todo, gracias a estos climas podía decir que era mucho más fuerte. Había aprendido a manejar su sudor, incluso en situaciones en las que antes no podía.

Por otro lado, Hana no conocía los eneros nevados, porque no solía nevar en el lugar donde ella vivía, lejos de las montañas y sierras mexicanas. Entonces, Bakugou le contaba de lagos congelados y casas tapadas por la nieve. Y al final solo conseguían sufrir más el calor.

—¡Qué envidia los países que tienen invierno en verano! —Gritó Hana, asomándose por la ventana abierta.

Bakugou se rio y la levantó con un brazo, como un trapo al hombro, porque la ventana de un segundo piso es peligrosa para una niña pequeña.

—Esos países tienen verano cuando hay invierno de este lado. Así que es lo mismo para todos.

—¡Bájame! ¿Por qué no podemos vivir en Rusia?

—Ahí también hay verano.

—¡Pero no este verano, papá! ¡Hace mucho calooor!

Se puso a gritar de nuevo, alargando la última vocal y retorciéndose en su brazo. Bakugou le dejó poner ambos pies en el suelo.

—¿Quieres que vayamos por un helado? Podemos comprar de más y repartir un poco. Lo pondremos en la cuenta de la agencia. —Se llevó el dedo índice a los labios—. Shhh. Pero es un secreto.

Hana se puso a hacer su baile de felicidad, haciéndolo sonreír. Todavía no sabía si eso era común en todas las personas latinas o solo su hija había salido así, tan fácil de leer.

No les llevó mucho tiempo, Hana eligió un helado (pastelado) de crema y chocolate en el mercado mayorista. Katsuki agradecía cobrar en dólares. Compró varias cajas y se adentraron en las hirvientes calles venezolanas, tenía la intención de volver al departamento, pero Hana le pidió, ya que habían salido y tenían todo el día libre, pasear por El Laguito, en el Parque de los Próceres. Y a Katsuki le costaba mucho decirle que no.

Así que allí fueron los dos. Repartiendo helados a los que veían por las calles. A Hana le hacía feliz. Decía que él podía ser como el Hombre Araña, de las películas, el amigable héroe del barrio. Y Katsuki le decía que él sería Dynamight, el más grande héroe del mundo. Siempre era la misma discusión y Hana siempre la ganaba con lo mismo: "El héroe del barrio es el héroe más grande del mundo en el corazón de cada persona que salva". Y Katsuki no podía negarlo, o tal vez no quería hacerlo.

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