Capitulo 2

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Después de haber pasado el control de pasajeros, tenía que esperar al menos dos horas para poder abordar el avión. Se sentó en una de las mesas de un restaurante tailandés que había en el aeropuerto. Pide una botella de agua mientras mira la pantalla del televisor lcd en la pared.
Llega la botella de agua junto al menú. Durante 15 minutos mira el partido de fútbol que están dando, para variar. En el tiempo, como de costumbre van a los auspiciadores y Destiny cambia su mirada al menú hasta que escucha como su nombre está en boca de todos. El noticiero presenta como noticia de última hora el abandono del novio en la iglesia, la carta que había olvidado al pie del altar y la desesperación de sus padres por la desaparición de su hija.
Ella se queda perpleja, trata de esconderse, tras sus gafas de sol. Deja dinero en la mesa y se marcha. No quiere que la reconozcan. Es frustrante que todos sepan lo que le pasó. No deseaba escuchar los comentarios, ni sus muestras de solidaridad vacías, que no eran otra cosa que su lástima camuflada. Entra a una de las tiendas del aeropuerto buscando algo que la ayude a disimular. Mientras mira los sombreros, algunos ostentosos y otros no tanto, escucha a dos mujeres conversar.
— ¿Viste lo que le pasó a la rubia oxigenada de los O'Reilly?— su respiración se para.
— Ay si nena, que vergüenza, la pobre se quedó vestida y alborotada, dicen las malas lenguas que el novio la abandonó por otra.
— Sí, eso escuché también. Seguro es tan plástica que ni para la cama sirve. — escupen y un jadeo de horror sale de los labios de Destiny, como personas que no la conocen puede expresarse así de otra mujer.
«“Malditas brujas”» aparece su conciencia para evitar que se ponga a llorar. El taco en la garganta ya se estaba formando, escogió un sombrero blanco, caminó entre las mujeres que estaban hablando como lo que era la hija del magnate Thomas O'Reilly y pagó para salir de allí casi corriendo, entró en el baño de damas, se quitó las gafas y dos lágrimas salieron de sus ojos.
— No Destiny, no vas a llorar— se regaña en voz alta, más que todo para creerlo ella.
Se enjuaga la cara y recoge el cabello de forma que no se vean sus mechas doradas. Pone sus gafas para terminar de cubrir su rostro. Cuándo va saliendo del baño la puerta se abre a lo bruto haciéndole perder el balance y caer en su maleta de mano.
— Ay perdón, perdon— Destiny mira a la chica más o menos de su edad, con su pelo riso largo color negro.— soy tan torpe, perdón— la chica la ayuda a ponerse de pie.
— No te preocupes— suelta al fin. La chica le da una sonrisa sincera.
— Hola, soy Vanessa— le extiende la mano
— Destiny— recibe la mano para extenderla, la sonrisa genuina de Vanessa hizo que Destiny bajara sus murallas, quien también le sonrió genuinamente.
— Un placer, te llamas como la chica esta ... A la que dejaron plantada. — Destiny detrás de sus gafas oscuras blanqueo sus ojos. No podía creer que ni en el baño le dieran paz. Suspira y se quita sus gafas.
— Sí, soy yo, pero por favor no le vayas a decir a nadie, mira que quiero irme lejos para nunca más volver. — la chica abre la boca en O.
— Entonces si eres tu, lo siento. ¡Ay, pero que bruta soy! Me imagino cómo te debes sentir. — Destiny recoge la maleta del piso para volver su camino. — Espera no te vayas. Deja y te acompaño hasta la puerta de embarque, así sirve que me cuentas.
Destiny no sabe si reír o llorar, pero de algo si está segura es que en algún momento le tocará hablar del tema y que mejor que con una desconocida que no puede juzgarla, ni reprocharle un molestó te lo dije. Destiny sonríe y alienta a Vanessa para que vaya a hacer lo que fue a hacer.
— Dale, te espero entonces. — dice con una cálida sonrisa.
— ¿Lo prometes? Mira que después te vas. — le pone ojitos, Vanessa.
— Lo prometo, corre o me arrepiento.
— ¡No, no, no! Ya voy espérame aquí. — dice corriendo hasta uno de los toilette del baño.
Destiny no estaba segura si era lo correcto, pero la chica le daba ese sentimiento de sinceridad que hace mucho no veía en una persona. Salieron del baño y caminaron hasta la sala de espera.
— Enserio vas para España — Destiny la mira con curiosidad
— ¿Cómo lo sabes? — pregunta la rubia tomando asiento.
— Porque yo tambien viajo en este vuelo, voy a una entrevista de trabajo, espero que me tomen en cuenta, ya deseo vivir allá, conocer un español de estos que hablan así todo curioso, joder tia y casarme y tener hijos y una linda casa y ... Bueno todo eso. ¿Y tu para que vas? — Destiny la mira, ni ella misma sabía porque lo había decidido, no era cobardía o al menos eso quiso creer. Más bien era una forma de sanar internamente todo el dolor que su alma sentía.
— Voy a empezar de cero, en otras tierras, otras costumbres y quien quita que algún día muy lejano vuelva ya con mis heridas sanadas. — Vanessa pone su mano en las de Destiny.
— Déjame acompañarte a ese viaje, seamos amigas. — las dos sonríen sinceramente.
— Por supuesto, me hace falta una con urgencia. — se sincera.
— Bueno no soy la mejor pero te prometo ser siempre sincera y estar contigo en las buenas y malas. — le extiende su dedo meñique— ¿pinky promise?
— ¡ Pinky promise!— las chicas unieron sus meñique con la promesa de ser las mejores amigas.
Rieron mientras abordaban el avión, Destiny le contó cómo fue que pasó todo. Vane como cariñosamente Destiny comenzó a llamar a la chica no salía del asombro. Pensaba en lo fuerte que era Destiny para soportar tanto sufrimiento y allí la veía, como si nada estuviera pasando. Abordaron el avión y tuvieron que despedirse en las horas de vuelo ya que Destiny viaja en primera clase y Vanne en la económica.
Destiny pone sus pertenencias arriba en el compartimento de las maletas y se sienta, los asientos de primera clase son amplios y cómodos. Se puso el cinturón y esperó que éste despegará para pedir una copa de vino. Su asiento era en la ventanilla, se distrajo mirando como afuera todos trabajaban para que el avión saliera sin contratiempo. Nunca se había fijado en esas pequeñas cosas que nos hacen humanos, no sabía trabajar en grupo, ella algún día será la presidenta de la compañía de su padre, nunca se detuvo a pensar lo importante que tenía que ser ese compromiso uno a los otros.
Siempre fue servida y nunca supo decir gracias o por favor. Sus ojos se cristalizaron mientras pensaba en todas esas cosas que en un momento de su vida eran pequeñas pero que ahora eran demaciado grandes. Cuando al fin despega el avión sintió como dejó su corazón sin vuelta atrás. Respiró profundo y limpió una que otra lágrima que se permitió derramar. Llamó a la azafata y pidió un vino tinto, de la mejor cosecha que tuvieran. Enseguida la chica fue en la búsqueda de su bebida. Se puso su audífonos en lo que llegaba su bebida.
— Holaaaa — Vane busca llamar la atención de Destiny quitándole uno de los audífonos.
— Que demonios haces aquí, loca te van a regañar— Vane mueve su dedo índice de lado a lado como diciendo "no"
— De hecho me enviaron para acá — Mueve sus cejas de arriba a abajo — Te cuento, me tocó en el medio de una pareja de ancianos, pobrecitos ellos, me dieron penita, así que comencé a hablarles de mis abuelos, le mostré fotos de ellos, al señor una con mi abuela en traje de baño, la muy sinvergüenza no se amedrenta, y a la señora una de mi abuelo, que más que abuelo parece un old playgirl. — El señor dijo algo y la señora le respondió y entonces comenzaron a discutir entre ellos. La azafata amablemente me pidió que me moviera de asiento, le comenté que tenía a mi amiga acá en primera clase y como evidentemente está vacía, pues, ya ves, aquí estoy. — Destiny no hace otra cosa más que reír, semejante amiga había encontrado, no paraba de hablar pero así ya la estaba empezando a querer.
— Bien, pues ponte cómoda, pide lo que quieras, yo pago.
— A mí que me sirvan lo mismo que tú. — dice poniéndose su cinturón.
— Bueno pues aquí vamos.
El camino era largo, iban a estar en ese avión nueve horas y veintiún minutos. Tomaron un par de copas de vino pero llegó la noche y sus cuerpos no dieron para más, las dos pidieron sábanas y almohadas y se inclinaron para descansar. Llegarían de día así que querían disfrutar desde el primer momento todo lo que España les podía ofrecer.
Habían quedado en que irían a fiestas y disfrutarán del ambiente. Para las dos era un terreno nuevo que descubrir, pero estaban más que preparadas para eso. Fue un vuelo tranquilo, descanzaron, veinte minutos antes de llegar el anuncio del piloto las despertó, se acomodaron y arreglaron sus cabellos, sacaron sus carteras para darle un poco de color a sus rostros. Cuando al fin arribaron las dos tenían nuevos bríos, salieron del aeropuerto y tomaron un fuerte respiro, eran nuevos aires que le daba nuevas energía a su vida. Abordaron un taxi cada una con la promesa de verse en la noche, Vane iría a el hospedaje que le había provisto la compañía a la que aspira entrar a trabajar y Destiny iría rumbo al hotel donde tenía reservación. Destiny la llamaría ya que no tenía móvil.

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