Epílogo

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Dos años después

Mía entra a la habitación de su madre.

-Mami, estás hermosa. -dice la niña de seis años y medio.

-¿Tu crees mi princesa? -Mía asiente.

- Mi papá será el hombre más afortunado del mundo. - dice abriendo sus brazos como simulando el mundo.

- No es para tanto. - dice dejando un beso en su frente.

- Dest, espero que ya estés lista -dice Vanessa entrando para ver a una irreconocible Destiny, parecía una muñeca de porcelana. - Jean Paul, que hicistes con Destiny. -comenta sonriendo.

- Pero por qué querida, ¿no te gustó mi obra de arte? Dice un coqueto Jean Paul que estaba vestido con un traje de tres piezas color rosa viejo y negro.

- Tu también te ves hermosa cariño, ese color rojo te hace ver vibrante- dice Jean Paul con ese característico humor.

- Ayyy gracias, a ver si entre los invitados ya sabes me encuentro un marchante, ya me aburrí de los tíos bien portados ahora voy por los malos. -La risa de los presentes no se hizo esperar. Mía miraba sin entender muy bien a qué se refería la tía Vanessa con eso, pero ver a su mamá feliz le hacía sonreír.

- Bueno cariño, nos esperan en la Iglesia. Ya hemos hecho sufrir mucho al novio hace más de una hora que se fue.

- Él y su empeño de supervisar todo.- Destiny blanquea los ojos.

- Si, como sea, debe estar casi por infartar, ¿no querrás ser viuda antes de casarte, no? -Jean Paul sonríe por el rostro de horror de Destiny.

- Mía no escuches al tío, está bromeando -dice cuando vio el rostro de su hija por el chiste de humor negro que había contado su tío.

Mía comenzó a halar a su madre, Jean Paul tenía razón y ella no quería quedarse sin padre nuevamente. Bajaron las escaleras para encontrarse a Thomas esperar a su hija.

- Estás segura mi vida, ¿aún estás a tiempo?

- Padre, nunca he estado tan segura de algo como es unir mi vida con el hombre que me espera en la iglesia. - dice con una hermosa sonrisa.

- Te amo hija - Thomás besa su mejilla

- Yo también te amo papá.- lo abraza.

Salen de la casa, montan en la limusina y parten a la Iglesia.

[•••]

Marco no deja de dar vuelta, mira el reloj y ya llevaba 30 minutos de atraso, será que se había arrepentido. Después de esa noche en la galería, Destiny le permitió estar con su hija y aceptó empezar de cero con él. Esta vez sí había una relación pero mirando cómo acoplarse, tenían en contra la distancia. Esa era la que más parecía preocuparles pero llegaron a la conclusión que lo mejor sería que Marco abriera galerías en Estados Unidos, él solo tenía a su amigo Carlo en Italia, en cambio Destiny tenía a sus padres. No quería privarla de estar con ellos especialmente a Mía, que según supo era muy unida a su abuela. Nadie se afectaría si él tomaba la decisión y así lo hizo, al mes estaba comprando una hermosa mansión en una zona muy prestigiosa en Nueva York.

Al paso de los meses ya se había tardado bastante bien el cambio, Marco propuso a Destiny que se fueran a vivir juntos para ver cómo les iba, solo una excusa para tenerla todos los días en su cama. Recordó el día que le pidió que se casaran, una sonrisa se posó en sus labios al recordar el rostro de su amada.

La música de fondo lo sacó de su pensamientos, se giró y la vio en la puerta. Se veía tan hermosa, parecía una muñeca de porcelana, escogieron un vestido crema para la boda. Mía portaba el vestido Blanco, detrás de Destiny y su padre, vio a Vane como parte de la escolta de honor, se reía de algo que Carlo le había dicho. También vio a Jean Paul entrar con su traje de ese color peculiar que solo lo hizo reír. Se veían todos felices y él más que nadie se sentía completo.

- Te entrego la mano de mi hija, para que la ames, la cuides. -dice Thomas al entregar la mano de Destiny.

- La recibo para entregarle todo el amor que siento por ella.- Marco besa la mano de su aún novia.

Se pusieron en posición para comenzar la boda. El sacerdote comenzó y bendijo su matrimonio, todo concurrió con tranquilidad. Se dieron el sí frente a todos.

Salieron para la reservación donde los esperaban sus invitados para felicitarles. Un silencio se hizo cuándo Justin se acercó a Destiny, Marco miró confundido al ver los ojos rojos del hombre, como si hubiera llorado todo el día.

- Destiny, mi gran amor, sé que no fui invitado, pero tenía que ver cómo alcanzaste la felicidad, yo por mi parte, he pagado con creces todo lo que te hice pasar. Te deseo todo lo mejor del mundo, siempre seras la mujer que ame, que amo y que amaré.

- Justin por favor- dice está tratando de hacerlo callar.

- No, no digas nada. -miró a Marco-. Solo te digo que estaré pendiente de que la hagas feliz por encima de ti mismo. No voy a permitir que la hagas llorar. Te has casado con una gran mujer.

- Lo sé y no te preocupes la cuidaré como el tesoro que es. Ahora se que fue gracias a ti que la conocí. Hoy te doy las gracias por haberla dejado el día de su boda, gracias por que ahora es mi esposa, la madre de mi hija y todo lo que me hace feliz. - Justin no dijo nada, solo dio media vuelta y salió cabizbajo. Había perdido por idiota a la mujer que amaría toda la vida.

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