Capítulo 18

53 11 4
                                    

Destiny no supo qué hacer en el momento, no supo cómo reaccionar a ese roce de labios. Su corazón palpitaba muy fuerte, con tan solo sentirlo cerca, oler su aroma era una adicción. Cerró los ojos para dejarse llevar por la música, Marco era un gran bailarín, se movían como las palmeras, acorde a la música. A mitad de canción muchos se le unieron para terminar el baile.
En cuanto terminó el primer baile Destiny salió prácticamente corriendo hasta donde la esperaba Jean Paul. Temblaba como hoja, él causaba en ella cosas que ningún hombre había podido causar. Era algo que gritaba desde lo más profundo de su ser, que lo necesitaba, que era totalmente suya.
El miedo de amar y no ser correspondida corre como sangre por sus venas.
El baile lo paso junto a Jean Paul, bailaron varías veces bajó la mirada imponente de Marco. Él desde una esquina no perdía cada movimiento de la mujer que lo tenía de cabeza. En el baile se sintió el hombre más afortunado porque ella no había rechazado el beso como en un momento pensó que pasaría.
Cuándo siguió el baile se sintió como si fueran un solo cuerpo, un sólo ser. Esa mujer se había incrustado en lo más profundo de su ser, pero el miedo a que ella lo rechazara por lo que había hecho la tarde anterior lo mataba.
La voz del presentador de la noche lo saca de sus pensamientos.
— Señora y señorita, por favor pasen hasta la tarima para que podamos empezar la subasta. Solo será un baile caballeros, un baile con su señora o con la señorita con la que desee bailar. — va diciendo el hombre en la tarima mientras las mujeres suben. El presentador redacta las reglas. Aclarando que nadie le pertenecía a nadie, solo se subastará el baile y el que no obedeciera las reglas tendría una multa y unas consecuencias legales.
Habiendo aclarado todo comienza la subasta, decidieron empezar por las señoras mayores, lo que todos sabían que sus esposos pagarían para bailar con sus esposas.
Luego les siguieron las señoritas. Las pondrían por números así que Destiny era la número siete de diez señoritas. Los nervios estaban a flor de piel. Le había pedido a Jean Paul que participará de la subasta, que ella financiaría hasta cien mil euros para donar. No podía permitir que nadie ofreciera más.
Las señoritas eran las más cotizadas empezaban desde los bajos veinticinco mil, las primeras no pasaban de cincuenta, se cerraba con cincuenta mil a lo que cuando pasó Destiny estaba confiada que Jean Paul ganaría con la gran oferta de cien mil. Comenzó con la misma cantidad que todas, el presentador comenzó desde los veinticinco, Jean Paul ofreció treinta, Un hombre gritó cincuenta, Destiny mira a Jean Paul y este ofrece cien mil para acabar con el hombre que no sabían de dónde había salido, pero que no se amedrentó con la oferta final de Jean Paul.
El hombre contra ataca con doscientos mil, todos miraban asombrados por la cantidad. Ya Jean Paul había salido del juego. Marco da al fin su oferta ofreciendo quinientos mil de una, el hombre lo miró furioso y Marco sólo sonrió triunfante. Se cerró la oferta a favor de Marco, en ese momento no le importaba la cantidad que tuviera que gastar por tenerla nuevamente entre sus brazos.
Destiny baja a regañadientes, no quería que el hombre desconocido, que no dejó ver su rostro ganara la subasta pero tampoco quería que Marco ganara. Ella sabía que él lo haría de esa manera imitando la forma que ella le ganó la pintura, dando el golpe certero.
Su interrogante en este momento era quién era el hombre.
No tenía ni idea, su voz se escuchaba forzada pero no se parecía a ninguna que ella conociera.
Marco caminó hasta ella extendiendo la mano, ella la tomó tímidamente pero él es más osado y la entrelaza con la suya. Caminan hasta donde están las parejas ya formadas, aún quedaban dos por subastar. Cuando llegaron al lugar el hombre pasó su mano por la cintura de Destiny para pegarla a su cuerpo haciendo que su espalda choque con su pecho.
— Hueles delicioso. —dice en su oído y todo su cuerpo reaccionó a su cercanía. Ella maldijo por lo bajo. Él la tenía extasiada, no quería perdonarlo pero se le estaba haciendo agonizante su cercanía.— Después del baile, quiero que hablemos.
— Jean Paul me acompaña— musita
— No creo que se moleste por que salgamos a hablar. — señala al hombre que habla amablemente con otro—. Por favor Destiny.
— Está bien, solo hablaremos. —dijo derrotada. Mataría a Jean Paul.
— Sí, solo hablaremos. —aclara dejando un casto beso en su cuello—. Por el momento.

Las piernas de Destiny parecían gelatina, si él soltaba su agarre no sabría si la sostendría. Terminan la subasta y las parejas se acomodan en la pista. Habían de todas las edades, según tenían entendido bailarán un hermoso vals. Marco la tomó por la cintura y sonrió al sentirla temblar entre sus brazos. Ella lo mira a través del antifaz, aún tenían sus coronas puestas, le da una sonrisa pequeña pero sincera que llenó el corazón del hombre de júbilo.
La música empieza a sonar. Los cuerpos comienzan a moverse en forma sincronizada. En el tiempo que duró la canción compartieron sonrisas sinceras, caricias por encima de la tela y miradas intensas que decían más que mil palabras. Cuándo la canción acabó todos los participantes tomaron su lugar, entraban en la etapa final de la actividad. Marco acompañó a Destiny para disculparse con Jean Paul y la escucho pedirle que la esperara en su habitación si así lo deseaba. El francés declinó la invitación alegando que la noche era joven y que cuando terminara de hablar podía alcanzarlo en uno de los bares de la zona. Ella asintió por las ocurrencias del hombre. Marco y Destiny fueron a entregar las coronas encontrándose con la sorpresa que eran un regalo por haber sido seleccionado como los Reyes de la noche.
Salieron del salón para caminar hasta el área de la piscina y el jardín, sus coronas y antifaz las tenían en sus manos. Caminaban uno al lado del otro en total silencio. Llegaron a un banco que tenía como vista un lago artificial iluminado. Tomaron asiento.
— Bien, estoy aquí. — dice ella rompiendo el silencio.
— Destiny, perdóname, sé que soy un imbécil, nunca debí hablarte así.
— Marco no entiendo por que, aún me pregunto que hice para que me gritaras de esa manera, que me dijera todas esas cosas hirientes. — Un taco en su garganta se acumula.
— No sabía, me dejé llevar por la ira y los celos...
— ¿Celos?
— Si Destiny, cuando te ví con tu amigo, te ví sonreír tan hermosa, saliste de su brazo, me ciegue por completo. No me estoy excusando seguro no tengo perdón pero me sentía un estúpido, había llegado de sorpresa para sorprender a la mujer que se había apoderado de mis pensamiento. — No se explicaba el por qué, pero esa mujer lo volverá loco.

— Marco, yo no se que pensar, vine a Europa con un propósito y tengo mucho miedo a todo esto, lo mejor será que lo dejemos todo aquí, ambos debemos curar heridas.
— Por favor Destiny, déjame estar a tu lado, déjame tocarte. Siento que si no te hago el amor moriré de sed. — dice tomando su rostro entre sus manos. —Di que no me alejaras, di que buscarás sanar mientras yo te hago mía.
— Marco — un hilo de voz salió a la mujer. Su garganta estaba seca y su boca deseaba probar ese elixir que le quitaba la sed. Cerró los ojos sintiendo el aliento del hombre cada vez más cerca. Hasta que al fin sus labios se encontraron en un tierno beso.
Sus corazones latían desenfrenados, se necesitaban, se deseaban desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron en el baile. Sus lenguas se encontraron para jugar una con la otra. Explorando cada rincón de sus bocas.
Se despegaron para tomar aire. Los besos de Marco comenzaron a bajar por su cuello haciendo que lo deseará más si eso era posible. Llegó hasta el valle de sus senos donde con su lengua dibujó un corazón.
— En mi habitación hay una botella de champagne junto a dos copas esperándonos. — musita entre sus labios
— ¿Tan seguro estabas que te perdonaría?
— Para nada, pero no quería tomar riesgos. — la mira a los ojos— ¿me acompañas? Prometo no hacer nada si tu no quieres. — Destiny sonrió y asintió. Ni ella misma estaba segura si podría parar si estaban en su habitación pero se tomaría el riesgo.

Viajera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora