Capitulo 10

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Destiny llegó a su habitación, cerró su puerta y se recostó en ella. ¿Qué había sido eso? Debía asimilar lo que estaba pasando. Su cuerpo temblaba. No entendía porque esa corriente seguía sintiendola por todo su cuerpo. Sentía aún sus labios sobre los de ella, su invasión en su boca, su sabor, su olor. Decidió dar pasos largos para subir a su habitación. Debía contarle todo a Vanessa. No sabía qué era lo que le estaba pasando con el pintor, pero sabía que nada bueno le traería.
Decidió darse un baño, encendió la laptop que había comprado en Madrid para poderse comunicar con Vane, aún no había decidido comprar teléfono móvil para llamar a sus padres y seguramente ya Justin sabría que ella está allí.
Ese es otro que no entiende porque no la delató. Pudo haber cancelado la reservación y no lo hizo.
Aún podía sentir la mano de Marco en su cintura, apretando su cuerpo al de él. Su piel se eriza de tan solo pensar en lo que hubiera pasado si ella no se detiene. Si no salía corriendo de allí.
Mientras ella en su bañera pensaba en él. Marco en su habitación trataba de darle nombre a eso que estaba sintiendo cuando la tenía cerca. El beso fue un arranque de locura, verla así tan prepotente, decidida, hacía que la deseará más si eso era posible. No podía quitar de su mente la suavidad de sus labios. El roce de su cuerpo. Cómo había podido vivir tanto sin el roce de esa mujer.
Lo estaba volviendo loco de deseo y eso para él no era bueno. Siempre había usado a las mujeres como su padre le enseñó. Desde que su madre los abandonó a ambos solo tenían una cosa clara. Las mujeres eran unas traicioneras y no se les debía prestar más de una noche. Solo se usan y se desechan. «“Solo una noche”» repite su voz lujuriosa «“solo una noche y se te quitará todo eso que estás sintiendo”»
Por su mente pasaba la posibilidad que fuera cierto, que si la hacía suya una sola noche se le quitaría esa fijación que tiene por ella. Esa que se le ha metido en los huesos y no sabe como quitar. Había pasado la mejor noche de su vida. No la tocó, pero la observó, durmió abrazada a él. En su pecho, sintiendo su respiración rozar en su abdomen. Fue fascinante para él. Nunca había dormido con nadie en su cama y mucho menos de la forma en que ellos durmieron. Se sintió completo en ese momento y ese sentimiento lo asustó de tal forma que prefirió deshacer la posibilidad de volverla a ver.
Pero aún estaba el tema de la pintura. Esa que necesitaba que le entregará, esa que no deseaba que nadie tuviera. Y mucho menos ella, esa mujer que estaba despertando en él sentimientos que siempre evitó, pero que con ella son inevitables. Tomó su laptop decidido a buscar quien es Destiny O'Reilly.
Se veía que tenía buena educación, buen porte y sobre todo dinero.
Tecleo su nombre, el que pensó que era el real y apareció la noticia de su desaparición. Todo América la buscaba, según el reporte es hija del magnate millonario Thomas O'Reilly. Que desde lo que pasó lo que la prensa denominó como su peor fracaso, su boda con Justin Greens hacía una semana atrás, nadie tenía ningún rastro de la joven mujer.
Había una foto de ella con su vestido de novia. Le dio agrandar para verla mejor. Estaba hermosa, solo un idiota la dejaría al pie del altar. Entonces todo cobró sentido para él. Cerró los ojos y volvió a ver esa mirada triste en ella y supo cuál era la respuesta, ella estaba rota por dentro, tanto o más que él. Maldijo por lo bajo, él debía alejarse de ella lo más pronto posible.
No podía dañarla más de lo que ya lo habían hecho. Al mismo tiempo le nació esa necesidad de protegerla de cualquiera que la tratará de dañar. Esa mujer lo estaba volviendo loco y no sabía cuál era la mejor opción para los dos. Si alejarse o quedarse a descubrir como la ayudará a curar su heridas. La segunda era una necesidad mutua. Siguió leyendo, había todo tipo de información de ella y sus padres. Mientras más buscaba saber de ella más le fascinaba lo interesante que era.
Muy diferente a lo que pensó la primera vez que la vió, era una mujer muy inteligente, entregada a las causas nobles, una líder por excelencia.
Decidió dejar de leer, apagó su laptop y se volvió a acostar en su cama. No tenía deseos de salir, solo quería pensar en ella y como recuperar su pintura. En eso se iba a enfocar. Mientras más pronto la tuviera más pronto dejaría de verla y así dejaría de pensarla.
Destiny baja al spa, sentía su cuerpo colapsar por todo el alcohol que tomó. Juró no volver a tomar al menos no así. Tomó un reconstructivo masaje, debía desestresarse. Había ocurrido demasiadas cosas en unas horas. Ya después del masaje se dió otro delicioso baño y salió a conocer Zaragoza. Caminó y busco los lugares más hermosos. La gente, la cultura. Había pasado toda la tarde conociendo la historia de esa maravillosa región. Entró a la Basílica y observó cada detalle, era una obra de arte. Cuándo al fin se cansó de caminar volvió al hotel. Subió a su habitación para ir a cenar. Esta vez no iría al restaurante italiano. Así evitaría verlo. Bajó y decidió ir a uno de comida española.
Marco había decidido al fin, dejar todo por la paz. Haría su último intento con la mujer, pero si no funcionaba se iría a Italia, lo había llamado su asistente para informarle que lo necesitaban con urgencia en uno de sus cinco museos. Así que esa era su última noche para poder convencer a esa mujer. Se arregló, se puso su mejor traje y bajo, esperaría cualquier movimiento que ella hiciera. Fue a una barra que daba vista al lobby del hotel, lugar por donde todos tenían que pasar. Pide un vaso de coñac, cuando lo toma para llevarlo a su boca la ve.
Lleva puesto un vestido elegante, parecía una princesa solo faltaba su tiara. Su vestido color sangre la hacía ver más blanca. Su cabello recogido, dejando a la vista su escote. Los accesorios iban acorde a su vestido. Caminó sin prisa alguna detrás de la mujer, la vió entrar en el restaurante español para pedir una mesa.
— Lo siento Señorita, este restaurante trabaja por reservación. No puedo hacer mucho. — dice la encargada en la puerta.
— Le puedo pagar por la reservación.— alega Destiny
— Tranquila, viene conmigo. — dice Marco tomando su cintura.
— Señor D'Angelo, hace tanto tiempo que no venía por acá. — el hombre pone su mejor sonrisa. Siempre hacían lo mismo cuando lo veían.
— ¿Nos puede llevar a nuestra mesa? — dice triunfante y si algo él sabía era de relacionarse con los dueños de los hoteles y por ende de todos los que trabajaban en ellos lo conocían y sabían de su exclusividad.
Caminaron hasta la mesa bajo la mirada de todos los comensales, él se sentía honrado de llevar de la cintura a semejante mujer. Separó la silla para que ella se sentará y él hizo lo propio. La mesera esperaba para tomar su orden.
— En lo que decidimos qué comer trae su mejor botella de vino tinto. —La mesera anotó y salió en busca del pedido.
— ¿Qué haces aquí?— pregunta Destiny con los dientes apretados.
— Haciéndote otro favor. ¿Ya me debes muchos, no? — la mujer frente a él lo fulmina con la mirada.
— No te he pedido ninguno — dice con evidente molestia.
El solo sonríe cuando ve a la mesera venir con su vino.

La mesera trajo la botella de vino. Ellos aún no estaban listos para pedir.
— Y bien, ¿qué deseas comer?— le preguntó la mesera, ella lo miró con estupefacción — yo te recomiendo el pollo al chilindrón. Ella lo mira y niega. Lee el menú. No quería también deberé la selección de la cena.
— A mi sírvame una borrajas con papas.— sabrá Dios que serán las borrajas al menos sabía que trae papas y eso si le gusta. — él la mira y sonríe disimuladamente.
La mesera al ver su convicción anota todo en el menú. No se preocupa en aclarar en qué consisten los platos. Solo anota, da media vuelta y se va dando la privacidad que necesitaban.
—¿ Te dijeron que estás hermosa?— dijo Marco mientras servía las copas de vino.
— No tiene que decir cosas como esas. No se que haces aquí pero si es referente...— Él la interrumpe ofreciéndole la copa.
— Brindemos— ella lo mira como si hubiera perdido un tornillo.
— ¿Por qué el señor quiere brindar?— dice blanqueando sus ojos.
— Por esta noche, por que está noche sea inolvidable.— dijo chocando su copa con la de ella — salud
— Salud — ambos brindan.
— Me gustaría que llegáramos a un trato, dame solo está noche para convencerte por que debes devolverme la pintura y si no te convenzo te dejo disfrutar de tus vacaciones en paz.
— ¿Lo juras? — él asiente y ella esboza una sonrisa.
Vuelve a tomar de la copa de vino, esta vez no se iría hasta convencerla que le devuelva la pintura solo tendría esa noche. La cena llega, ella ve su plato poco apetitoso pero ya lo había pedido, Marco la mira a la expectativa, él si había probado el plato, que aunque muy rico, la borraja solo se conocía en esa parte de España, no era muy popular entre los españoles en general. La miró husmear en la comida y sonrió.
— ¿Quieres que cambiemos los platos? — ella lo mira y niega, ni loca aceptaría su plato.
Tomó un pedazo de lo que asumió que es la borraja junto con un pedazo de papá y la saboreo. Su sabor era muy diferente a como se veía. Entonces Marco supo que le había gustado y procedió a comer del suyo. Cenaron en paz. Rieron de alguna que otra cosa. Hablaron de diferentes temas hasta que llegó al de su pasión por coleccionar.
Le explicó a Marco lo fascinada que estaba con sus obras y por qué se antojó de ella. En la pintura Marco había plasmado a una mujer, cuyo interior estaba lleno de cosas banales, y ella se identificó en ella. Se identificó tanto con el pintor que decidió que debería ser suya. Él la escuchaba con paciencia. En algún momento daría su estocada final pero disfrutaría de su compañía. No todas las noches se disfruta de una compañía tan amena y hermosa como era Destiny. Llegó el momento del postre pero no pidieron ninguno. En cambió pidieron otra botella de vino.

 En cambió pidieron otra botella de vino

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