Chiara se despertó bruscamente en mitad de la noche, sintiendo una serie de contracciones intensas que parecían venir cada pocos minutos. Miró el reloj en la mesita de noche; eran las tres de la madrugada. Intentó cambiar de posición, pero el dolor no disminuía. Con esfuerzo, se levantó de la cama y se dirigió al baño, esperando encontrar algo de alivio. Pero cuando llegó, sintió un líquido cálido corriendo por sus piernas. Sus aguas se habían roto.
Con una mezcla de emoción y pánico, Chiara gritó:
—¡Violeta! ¡Violeta, despierta!
Violeta se despertó sobresaltada, aún somnolienta y desorientada.
—¿Qué pasa, amor? —preguntó, frotándose los ojos.
—¡Violeta, despierta! ¡Necesito tu ayuda! —Chiara estaba de pie en el baño, intentando mantener la calma.
Violeta se levantó de la cama tambaleándose, caminó hacia el baño y, al ver el charco de líquido en el suelo, frunció el ceño confundida.
—¿Te hiciste pipí encima? —preguntó, medio dormida.
Chiara rodó los ojos, exasperada.
—¡No, Violeta! —respiró profundamente antes de continuar—. ¡He roto aguas, estoy de parto!
Los ojos de Violeta se abrieron de par en par. De repente, la comprensión inundó su mente. Se lanzó fuera del baño y comenzó a moverse rápidamente, buscando la bolsa de hospital que tenían preparada.
—¡Oh Dios mío, los bebés! —gritó mientras corría por el apartamento—. ¡Tenemos que ir al hospital, ya!
Ayudó a Chiara a salir de la casa, y ambas subieron al coche. Violeta manejó a toda velocidad hacia el hospital, con una mano en el volante y la otra sosteniendo la de Chiara.
—Respira, amor, respira. Todo va a estar bien —dijo Violeta, intentando mantenerse calmada.
—Estoy tratando, pero duele mucho —respondió Chiara, apretando la mano de Violeta con fuerza.
Al llegar al hospital, las enfermeras rápidamente llevaron a Chiara a una sala de parto. Violeta se quedó afuera por un momento, sintiendo un torbellino de emociones. Tomó su teléfono y comenzó a llamar a sus familiares.
Primero, llamó a los padres de Chiara.
—¿Emma? ¿Josep? —dijo Violeta con voz temblorosa—. Chiara está en el hospital.... Está de parto.... Sí, rompió aguas hace unos minutos. Por favor, vengan rápido.
Luego llamó a sus propios padres.
—Mamá, está papa contigo?.... Bien..., Chiara está en labor de parto.... Vengan al hospital lo más rápido posible —dijo Violeta, sintiendo las lágrimas de emoción en sus ojos.
Una vez hechas las llamadas, Violeta se dirigió a la sala de parto, donde los médicos ya estaban preparando a Chiara. La miró con una mezcla de preocupación y amor.
—Estoy aquí, amor. No te preocupes, todo saldrá bien —dijo Violeta, sosteniendo la mano de Chiara.
Las horas pasaron lentamente. Chiara estaba exhausta, pero finalmente llegó el momento. El médico sonrió y anunció:
—¡Ya casi estamos, Chiara! Solo un empujón más.
Chiara apretó los dientes y con un último esfuerzo, dio a luz a su primer hijo. Un llanto fuerte llenó la habitación y Violeta no pudo contener las lágrimas.
—Es un niño precioso y sano —dijo el médico, entregando al bebé a una enfermera para que lo limpiara.
—El pequeño Luca... —susurró Violeta con una sonrisa tierna.
Pero no había terminado. Unos minutos más tarde, otro llanto llenó la habitación. Violeta estaba atónita, todavía no se creía que iban a ser dos hasta que el pequeño salió de dentro de su Kiki...
- Aquí está el segundo - dijo el médico, entregando al segundo bebé a otra enfermera - Otro niño.
- Mateo... - dijo Chiara, susurrando de agotamiento pero con una sonrisa de pura felicidad.
Las enfermeras colocaron a los dos bebés en camillas pequeñas junto a Chiara.
- Son perfectos - susurró Chiara, tocando suavemente las diminutas manos de Luca y Mateo.
Chiara no duró mucho en caer en un profundo sueño por el cansancio.
Un rato después, una enfermera llamó a Violeta, quien había salido hace unos minutos para esperar a que trasladaran a Chiara a su habitación.
- Ya puede ver a Chiara y a los bebés - le dijo amablemente. Los pequeños ya estaban limpios y listos.
Violeta entró a la habitación y se acercó a las camillas pequeñas al lado de donde Chiara dormía. Se quedó mirando a los pequeños bebés, sintiendo una ola de amor y protección inundarla. Luca y Mateo, sus dos pequeños milagros.
- Hola, pequeños - susurró Violeta, acariciando suavemente las mejillas de los bebés - Soy vuestra mamá Violeta. Prometo cuidarlos y amarlos siempre.
Chiara comenzó a despertarse y, al ver a Violeta y a sus bebés, una sonrisa de felicidad y cansancio iluminó su rostro.
—¿Están bien? —preguntó Chiara, aún medio dormida.
—Sí, amor. Están perfectos. Luca y Mateo están aquí, y son hermosos —respondió Violeta, besando la frente de Chiara.
—No puedo creer que ya estén aquí —dijo Chiara con lágrimas en los ojos—. Han sido meses largos, pero valió la pena cada segundo.
—Lo sé, amor. Lo sé. Y ahora comienza nuestra nueva aventura —dijo Violeta, tomando la mano de Chiara y mirándola con amor.
Horas después, las familias comenzaron a llegar al hospital. Emma y Josep fueron los primeros en entrar, seguidos por Susana y Juan Carlos.
—¡Hey, bienvenidos! —exclamó Violeta, sosteniendo a Luca en brazos.
Emma se acercó y acarició la mejilla de su hija, luego miró a sus nuevos nietos.
—Son preciosos, Chiara. Estoy tan orgullosa de ti —dijo Emma, con lágrimas de felicidad en los ojos.
—Gracias, mamá —respondió Chiara, aún conmovida.
Juan Carlos se acercó y tomó la mano de Chiara.
—Has hecho un trabajo increíble, Chiara. Estamos muy felices por ti y Violeta —dijo con una sonrisa.
La habitación estaba llena de alegría y amor mientras las familias celebraban la llegada de Luca y Mateo. Las miradas de asombro y felicidad llenaban la habitación mientras cada miembro de la familia sostenía a los recién nacidos, admirando a los pequeños milagros.
—Estos dos van a tener a los mejores abuelos del mundo —dijo Violeta, mirando a sus padres y a los de Chiara.
—Y a las mejores mamás —añadió Susana, sonriendo a sus hijas.
Finalmente, cuando la emoción se calmó un poco y las familias se retiraron para darles un momento de tranquilidad, Chiara y Violeta se quedaron solas con sus hijos. Se sentaron en silencio, contemplando el milagro de la vida que sostenían en sus brazos.
—Nuestra familia está completa ahora —dijo Chiara, con una sonrisa tranquila.
—Sí, lo está. Te amo, Chiara. Y a vosotros también Luca y Mateo —dijo Violeta, besando a cada uno de sus hijos.
Las luces de la habitación se atenuaron, y la noche continuó con la promesa de una nueva vida y una nueva aventura para Chiara, Violeta, Luca y Mateo.
- VC, Spirito
Solo 2 caps más y listo.
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Amor entre rejas
FanfictionChiara, una joven impulsiva, es condenada a seis años de prisión por un homicidio del que se declara culpable. En la cárcel, se sumerge en un mundo desconocido, donde encuentra amistad y complicidad en otros reclusos. Pero es con Violeta, una enigm...