Epílogo (Libertad)

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El día que Chiara había esperado durante seis largos años finalmente llegó. Un guardia se acercó a su celda con una sonrisa amable, algo poco común en aquel lugar.

- Chiara, has cumplido tu condena. Es hora de que vuelvas a casa - anunció el guardia.

Chiara sintió una ola de felicidad y alivio inundar su cuerpo. Se levantó de inmediato y empezó a recoger sus pocas pertenencias con una sonrisa radiante en su rostro. Sabía que este día también sería el fin de la condena de Violeta, quien había cumplido sus diez años de condena. Hoy, ambas por fin serían libres.

Mientras se dirigía hacia la salida, su corazón latía con emoción. El sol de la mañana iluminaba el patio, y al cruzar la puerta de la prisión, sintió el aire fresco en su rostro, un símbolo de la libertad que tanto había anhelado.

Violeta estaba esperando afuera, con la misma expresión de felicidad y alivio. Se abrazaron con fuerza, riendo y llorando a la vez, sabiendo que por fin habían superado uno de los mayores desafíos de sus vidas.

- Lo logramos, Kiki. Estamos libres - susurró Violeta, acariciando suavemente el rostro de Chiara.

- Sí, estamos libres. Juntas, como siempre - respondió Chiara, besándola tiernamente.

En los meses siguientes, sus vidas comenzaron a cambiar rápidamente. Se establecieron en un pequeño y acogedor apartamento en el centro de la ciudad. Chiara se sintió emocionada y nerviosa al presentar a Violeta a sus padres pero esta vez como su novia. us temores se desvanecieron cuando vio la calidez con la que la recibieron.

- Mamá, papá, esta es Violeta... mi novia - dijo Chiara, con una mezcla de orgullo y nerviosismo.

Sus padres sonrieron y abrazaron a Violeta, dándole la bienvenida a la familia. Fue un momento que Chiara había imaginado muchas veces en prisión, y ahora que se hacía realidad, se sintió más feliz de lo que jamás había soñado.

Las semanas pasaron, y Chiara y Violeta comenzaron a reconstruir sus vidas fuera de la prisión. Sus amigas, que habían salido antes, también estaban prosperando.

Ruslana había encontrado su camino como maestra. Desde que salió de prisión, se dedicó a su sueño de enseñar. Ahora trabajaba en una escuela primaria, y sus alumnos la adoraban. Su pasión por la enseñanza era evidente en cada clase que daba.

Un día, Chiara y Violeta decidieron visitar a Ruslana en la escuela. La encontraron en el aula, rodeada de niños entusiastas.

- ¡Chiara, Violeta! Qué alegría verlas... - exclamó Ruslana, abrazándolas con cariño. - Niños, estas son mis amigas, son un amor.

Los niños las saludaron con sonrisas y curiosidad, y Chiara y Violeta se sintieron conmovidas al ver a su amiga realizada y feliz en su nuevo rol.

- Ruslana, esto es increíble. Estamos tan orgullosas de ti - dijo Chiara, con una sonrisa.

- Gracias, chicas. La verdad es que es un sueño hecho realidad - respondió Ruslana, sus ojos brillando de felicidad.

Naiara, por su parte, había abierto el negocio que siempre había soñado con su hermana. Una pequeño café en una esquina concurrida de la ciudad. El lugar estaba siempre lleno de gente, atraída por la calidez del ambiente y la deliciosa comida casera.

Un sábado por la tarde, Chiara y Violeta decidieron ir a ver qué tal le iba en su negocio. Al entrar en el café, fueron recibidas por el delicioso aroma a pasteles recién hechos y el sonido de risas.

- ¡Chicas! ¡Qué sorpresa tan agradable! - exclamó Naiara, abrazándolas con entusiasmo. - Bienvenidas a nuestro pequeño rincón del mundo.

Se sentaron en una mesa cerca de la ventana, disfrutando de una tarde tranquila mientras Naiara les contaba sobre los desafíos y alegrías de administrar su propio negocio.

- Esto es maravilloso, Naiara. El lugar es encantador y la comida es deliciosa - comentó Violeta, probando un pedazo de pastel.

- Gracias, chicas. Ha sido un trabajo duro, pero cada momento ha valido la pena - respondió Naiara, sonriendo ampliamente.

Denna también había encontrado la felicidad. Se había casado con Alex, su amor de siempre, y juntos habían construido una vida llena de amor y complicidad. Su boda había sido un evento pequeño y hermoso, rodeado de amigos cercanos y familiares.

Un día, Chiara y Violeta recibieron una invitación para una cena en casa de Denna y Alex. Al llegar, fueron recibidas con abrazos y risas.

- ¡Las Kivi! ¡Qué alegría tenerlas aquí! - dijo Denna, guiándolas hacia la sala de estar. - Esta noche vamos a celebrar nuestra amistad y los nuevos comienzos.

La cena fue una celebración de la vida y el amor que todas habían encontrado. Mientras brindaban por el futuro, Chiara no pudo evitar sentirse agradecida por la fortaleza y la resiliencia que las había llevado hasta ese momento.

Ahora, Chiara y Violeta llevaban siete años de relación. Su amor había resistido las pruebas más duras y había salido más fuerte. Vivían juntas en un pequeño apartamento lleno de luz y amor. Cada día era una nueva aventura, y aunque aún enfrentaban desafíos, sabían que podían superarlos juntas.

Una tarde, mientras paseaban por el parque, Violeta tomó la mano de Chiara y se detuvo.

- Chiara, quiero que sepas que eres mi todo. No importa lo que pase, siempre estaré a tu lado - dijo Violeta, mirando a Chiara con amor.

Chiara sonrió, sintiendo una profunda conexión con Violeta.

- Y tú eres mi vida, Violeta. Hemos pasado por tanto juntas, y no puedo imaginar mi vida sin ti - respondió Chiara, besándola suavemente.

Juntas, continuaron su paseo, sabiendo que su amor era su mayor fortaleza. A pesar de los oscuros días en prisión, habían encontrado la luz y la felicidad que merecían. Y mientras caminaban hacia el futuro, Chiara y Violeta sabían que, sin importar lo que la vida les deparara, siempre se tendrían la una a la otra.

- VC, Spirito

¿Fin?

Amor entre rejasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora