El sol de la tarde se filtraba entre las ramas de los árboles, proyectando sus sombras sobre la acera mientras Grace y yo estábamos sentadas en unos sillones de masaje en el Solano Town Center. Veía las alegres decoraciones Navideñas que plagaban los escaparates y los amplios pasillos centrales, rodeada por un transitar incesante de personas cargadas de bolsas. Desde el divorcio de mis padres aquellas fiestas habían dejado de tener sentido para mí, nunca volverían a ser iguales. Su traición nos había cambiado la vida, robándonos la ilusión, la tranquilidad y hasta el hogar.
Mi padre me había escrito varias veces esa semana, pero yo no le había contestado; no quería verlo ni en pintura. Recordar de repente que se tienen hijos y tratar de compensarlo con un jodido mensaje de «felices fiestas» no reparaba su dejadez y falta de preocupación durante el resto del año, por no mencionar que cada poco se olvidaba de pasar la manutención alimenticia...
En el techo, sobre nuestra cabeza, había un gran panel de iluminación con forma triangular, rodeada por guirnaldas de colores que contrastaban con mi falta de alegría. Tanto mi madre como mi hermana siempre me andaban diciendo que el rencor no era bueno para mí, que dejara las cosas en el pasado, pero yo no podía hacerlo. ¿Qué clase de padre irresponsable deja a su familia en el peor momento posible para huir con su amante?
—¿Cómo puede ser que estando de vacaciones en el instituto, me sienta tan reventada? —preguntó Grace, cerrando los ojos y relajando el cuerpo para que las vibraciones hicieran su efecto.
Acabábamos de entrevistar a un compañero de instituto que había logrado clasificarse en la primera posición del torneo de ajedrez del condado, pero mi amiga estaba más distraída de lo normal. A pesar de su actitud profesional, podía ver el cansancio en su expresión, una fatiga que me hablaba de una noche de insomnio. Sentada a su lado, no sabía cómo abordar el tema para que se pudiera desahogar conmigo.
—Me lo dices o me lo cuentas. —Mi voz tembló debido a los movimientos del sillón, y mis palabras sonaron igual que el balido de una oveja.
—Anoche me acosté supertarde.
Giré la cabeza hacia un lado para observar a mi amiga, que tenía una expresión picarona en su cansado rostro. La preocupación que me había estado acompañando durante toda la entrevista se disipó de repente.
—¡Cuenta, cuenta, suelta la sopa! —Expectante, me incorporé en el sillón.
—Ayer estuve hablando con Emma...
Levanté una ceja, intrigada. Aunque las dos eran mis amigas, intentaba no influenciarlas con mis opiniones, pues yo también estaba echa un lío. A menudo me preguntaba por qué las personas insistimos en aferrarnos a relaciones que nos causan tanto dolor. Tal vez sea debido a la ingenua esperanza de que el amor todo lo puede, como en esas películas infantiles donde el mal siempre pierde. O, quizás, el miedo a la soledad nos empuja a soportar más de lo que deberíamos. En el caso de Grace, su amor por Emma era muy grande, aunque también la herían sus mentiras y sus desplantes por el temor que sentía de decepcionar a su familia.
—¿Y cómo fue la cosa? —pregunté, a pesar de que ya conocía la respuesta, la tenía pintada en la sonrisa que adornaba su cara.
—Bien, muy bien en realidad —suspiró ella, mirándome con ojos brillantes—. Tuvimos una conversación... intensa. Hablamos de todo lo que pasó, de cómo nos sentimos, y al final acabamos besándonos.
Me esforcé para disimular mi entusiasmo. Aunque me alegraba por ellas, no quería verlas repetir ese doloroso ciclo que las atrapaba una y otra vez, donde yo no podía ser de ayuda. Una vocecita en mi interior me susurró si aquella sería la definitiva o si Grace terminaría encontrando las fuerzas para romper con Emma. En cualquier caso, todo lo que podía hacer era estar a su lado, y apoyarla en lo que decidiera.
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LA CHICA DE LOS VIERNES ·ϿʘϾ·
Teen FictionBrad Owens es el eterno segundón. A pesar de ser alto, guapo, carismático e inteligente, nunca ha conseguido destacar por encima de Oliver Sullivan, su mejor amigo, el popular quarterback del equipo de fútbol de la preparatoria Saint Therese of Lisi...