Capítulo 4

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Eran las dos y pico de la madrugada, y los párpados se me cerraban solos. Iba sentado en la parte trasera del coche de mis padres, de regreso a casa, mientras mis ojos somnolientos observaban por la ventanilla. Las farolas de la carretera eran luces fugaces que iban sucediéndose unas tras otras, proyectando sombras danzantes en el interior del coche. El tenue olor a cuero viejo de los asientos no conseguía distraerme del zumbido del motor, que incrementaba el dolor punzante de mi pierna, algo que ni los analgésicos habían conseguido disminuir; el dolor era tan insoportable que no me dejaba concentrarme en nada más.

En mis oídos aún resonaban las primeras palabras que me había dicho mi padre nada más verme, poco después de que terminara el partido: «Deberías ser más cuidadoso en el campo de fútbol, hijo. Tu hermano jamás se lesionó». Esas dos frases, tan cortas, habían calado profundamente en mi corazón, pues no era la primera vez que escuchaba cosas parecidas.

Para colmo de males, los resultados médicos se habían hecho esperar, y no fueron precisamente para echar cohetes. Debido a la caída provocada por la estúpida de April Storm, me había fisurado la tibia. En realidad, me había librado por los pelos de una fractura grave, ya que el hueso estaba a punto de romperse por completo.

Durante las próximas tres semanas me vería obligado a llevar una escayola y guardar reposo absoluto hasta que comenzaran las sesiones de rehabilitación. Pasaría las primeras clases del semestre encerrado en casa, sin poder entrenar, viendo series de televisión por cable y tirado en el sofá. No estaría tan mal si pudiera atiborrarme a patatas, palomitas y batidos, saltándome la dieta; algo que el entrenador Anderson no vería con buenos ojos. Así que me tocaba ajo y agua, a joderme y a aguantarme, alimentándome de mucho verde. ¡Qué asco! Prefiero el pollo y el arroz.

El especialista me había explicado que mi lesión era algo habitual que sufrían muchos deportistas de fútbol americano. «Si te portas bien se curará por completo y no te dará problemas en el futuro. Deberías sentirte afortunado, jovencito», las palabras del doctor todavía resonaban en mi cabeza, mientras el cabreo iba aumentando debido a la impotencia; sobre todo desde que me habían puesto esa mierda de escayola. Tenía unas ganas locas de rascarme en un punto concreto, un lugar en la mitad de la pierna donde no llegaban mis dedos. ¡Puta madre!

Maddison estaba profundamente dormida y su cabeza descansaba sobre mi hombro. Tenerla a mi lado durante toda esa larga espera, con la angustia que causaba la incertidumbre, me hacía valorarla más, muchísimo más. A pesar de todo el tema de la castidad, me sentía muy afortunado de que fuera mi novia. Escuchar su respiración regular me relajaba, y su sueño tranquilo hacía que deseara protegerla para siempre.

El curso anterior no había sido nada fácil para ella. Esa estúpida noticia en el periódico del instituto le había pegado duro, sobre todo cuando el "Daily Republic" se había hecho eco. Si bien la parte de los jugadores era más o menos cierta, dependiendo de la versión que quisieras escuchar, lo que había ocurrido con mi novia era pura basura, un cuento tras otro, exageraciones escritas por April Storm y Grace Johnson. Esas dos sí que eran un par de arpías amargadas, que tenían un imán para sacar lo peor de las personas.

No digo que Maddie sea perfecta, pues comete errores como todo el mundo. Suele ser muy intensa en sus reacciones, y, tal vez, un poquito rencorosa. ¿Fumar, beber y cabrearse? Sí, todos lo hemos hecho alguna vez, pero no es la norma general y mucho menos define quién es ella. Si en redes habla en contra del maltrato animal y asegura que es vegana, lo hace por una buena causa, pues quiere concienciar a sus seguidores, intentando usar su popularidad para hacer de este mundo un lugar mejor.

En cualquier caso, no se merecía que aquellas dos descerebradas intentaran manchar su buena reputación con una media verdad; aunque para ser sincero, la jugada les había salido como el culo y acabaron pagando el pato, convirtiéndose en un par de marginadas dentro del instituto. A mi novia no le parecía suficiente, decía que ocupar la página principal de un periódico, como una vulgar criminal, era mucho peor que sufrir acoso escolar, que le sabía a poco que la mayoría de nuestros compañeros se burlaran de ellas y las hostigaran, así que durante un largo tiempo estuvo obsesionada con devolverles el "favor", asegurando llena de frustración que las cosas no se iban a quedar así, que tarde o temprano se acordarían de quien era Maddison Rivers.

LA CHICA DE LOS VIERNES ·ϿʘϾ·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora