◾ Capítulo IX: Ecos de Guerra◾

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La marcha a través del bosque era tensa. Cada crujido de las ramas y cada susurro del viento hacían que los corazones del grupo latieran más rápido. Ian lideraba la avanzadilla, sus sentidos agudizados en busca de cualquier indicio de peligro. La advertencia del hombre moribundo no dejaba de resonar en su mente, y sabía que no podían permitirse bajar la guardia.

-No puedo sacudirme la sensación de que algo terrible está por suceder -dijo Lina, rompiendo el silencio. Su voz era apenas un susurro, pero suficiente para que el resto del grupo escuchara.

-Estamos adentrándonos en territorio enemigo -respondió Alex, con la mirada fija en el camino frente a ellos-. Debemos estar preparados para cualquier cosa.

Wei, que caminaba en la retaguardia, asintió en silencio. Desde su posición, vigilaba cualquier movimiento extraño detrás de ellos. La tensión era palpable, y cada uno de los miembros del grupo sabía que la batalla que se avecinaba podría ser la más difícil que hubieran enfrentado.

-¿Ian? -dijo Lina, acercándose un poco más a él-. ¿Cuál es el plan una vez que lleguemos?

-Dividiremos nuestras fuerzas -respondió Ian, sin dudar-. Cada uno de nosotros se enfrentará a los líderes de este reino. Debemos debilitarlos antes de enfrentar al Rey. Solo así tendremos una oportunidad.

El grupo asintió, sabiendo que la estrategia era arriesgada pero necesaria. El tiempo de hablar había terminado, y el de luchar había llegado.

Finalmente, llegaron a un claro que se abría ante una estructura imponente. Era el cuartel general de los líderes del reino, un lugar que emanaba poder y peligro. Ian levantó una mano, deteniendo al grupo.

-Aquí es donde nos separamos -dijo, mirando a cada uno de sus compañeros-. No sabemos cuántos enemigos hay adentro, pero debemos ser rápidos y letales. No podemos permitirnos fallar.

-Entendido -dijo Wei, preparándose para la batalla-. Nos veremos al otro lado.

Con un último asentimiento, el grupo se dividió. Lina y Alex se adentraron por un pasillo a la derecha, mientras Wei y Ian tomaron el camino de la izquierda. La tensión crecía con cada paso que daban, conscientes de que sus vidas dependían de su habilidad para luchar.

El primer encuentro no se hizo esperar. Lina y Alex se encontraron con dos guerreros fuertemente armados, listos para defender su territorio. Sin perder tiempo, se lanzaron al ataque. Las espadas chocaron, y el sonido del metal resonó en el aire. Lina se movía con agilidad, esquivando los golpes y lanzando ataques precisos. Alex, por su parte, utilizaba su fuerza bruta para desarmar a su oponente, golpe tras golpe.

-¡Cuidado, Lina! -gritó Alex, al ver que uno de los guerreros intentaba atacarla por la espalda.

Lina se giró justo a tiempo para bloquear el golpe con su espada, contraatacando con una rapidez sorprendente. Con un movimiento fluido, desarmó a su oponente y lo derribó al suelo.

-Gracias, Alex -dijo, respirando con dificultad-. Esto no será fácil.

Mientras tanto, en el otro pasillo, Wei e Ian se encontraban con una situación similar. Dos enemigos los esperaban, listos para pelear. Wei, con su habilidad en artes marciales, se lanzó hacia adelante, desarmando a su oponente con una serie de movimientos rápidos y precisos. Ian, utilizando su katana, enfrentaba a su enemigo con una ferocidad inquebrantable.

-¡Wei, detrás de ti! -gritó Ian, al ver que el segundo enemigo intentaba atacar a su compañero.

Wei reaccionó rápidamente, girando sobre sus talones y lanzando una patada que derribó a su atacante. Sin perder el ritmo, continuó su asalto, asegurándose de que el enemigo no tuviera oportunidad de levantarse.

Infierno SilenciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora