◾Capítulo XIII: Soy Aldridge◾

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El grupo avanzaba por el sendero boscoso, las risas y bromas de la reciente competencia aún resonando en sus mentes. La atmósfera era relajada y, por primera vez en mucho tiempo, sentían un alivio del peso de sus misiones. Wei y Lina caminaban juntos, ligeramente separados del resto del grupo. No era algo planificado, simplemente ocurrió. A medida que avanzaban, sus conversaciones comenzaron a fluir con más naturalidad.

-Wei, ¿te has dado cuenta de que siempre eres el primero en ofrecerte para las misiones más peligrosas? -preguntó Lina, girando su rostro hacia él con una sonrisa inquisitiva.

Wei se encogió de hombros, sonriendo con modestia.

-Supongo que es una combinación de querer proteger a mis amigos y no pensar demasiado en el peligro. ¿Y tú? Siempre eres la estratega, la que encuentra la forma de salir de situaciones complicadas.

Lina se rió suavemente.

-Quizás sea porque no me gusta la idea de perder. Me gusta planificar y asegurarme de que tenemos una ventaja. Pero, claro, nada sale siempre como planeamos, ¿verdad?

Wei asintió, su expresión se volvió pensativa.

-No, nada sale siempre como planeamos. Pero creo que eso es parte de la aventura. Si todo fuera predecible, no tendríamos historias que contar.

Continuaron caminando en silencio por un momento, disfrutando del sonido de las hojas bajo sus pies y del canto de los pájaros en los árboles. El sol filtrado a través del dosel del bosque creaba un juego de luces y sombras en el suelo, añadiendo una calidad casi mágica a su caminata.

-¿Sabes? -dijo Lina, rompiendo el silencio-. Siempre he admirado tu valentía, Wei. No todos pueden lanzarse al peligro sin dudarlo.

Wei se ruborizó ligeramente, rascándose la nuca.

-Gracias, Lina. Pero creo que todos tenemos algo que admirar. Tú, por ejemplo, siempre mantienes la calma bajo presión. Eres como nuestro ancla en medio de la tormenta.

Lina sonrió, agradecida por el cumplido.

-Supongo que cada uno de nosotros aporta algo único al grupo. Es lo que nos hace fuertes.

La conversación fluyó de un tema a otro, desde sus sueños y aspiraciones hasta recuerdos de su infancia. Ambos se sintieron cada vez más cómodos el uno con el otro, descubriendo intereses y pensamientos compartidos. Hablar con Wei se volvió algo natural para Lina, y lo mismo ocurrió para Wei con Lina. El tiempo pasó rápidamente mientras seguían su camino, cada palabra y risa reforzando el lazo que comenzaba a formarse entre ellos.

A medida que el sol comenzaba a descender, indicando el final del día, el grupo decidió acampar cerca de un claro del bosque. Ian y Alex comenzaron a preparar la fogata, mientras Lina y Wei se ofrecieron a buscar agua en un arroyo cercano. Mientras llenaban las cantimploras, Lina miró a Wei con una sonrisa.

-Hoy ha sido un buen día, ¿no crees?

Wei asintió, devolviéndole la sonrisa.

-Sí, lo ha sido. Y creo que parte de eso se debe a nuestras conversaciones. Es bueno poder hablar así.

Lina sintió una calidez en su pecho, una sensación reconfortante que no había experimentado en mucho tiempo.

-Sí, estoy de acuerdo. Me alegra que podamos hablar así, Wei.

Con las cantimploras llenas, comenzaron a regresar al campamento, sus pasos sincronizados como si hubieran estado caminando juntos toda la vida. La conexión entre ellos se fortalecía con cada palabra, con cada sonrisa compartida. Aunque aún quedaba un largo camino por recorrer, ambos sabían que habían encontrado algo especial en el otro.

Infierno SilenciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora