◾ Capítulo VII: Recuerdos y Revelaciones◾

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La mañana siguiente amaneció con una brisa fresca que arrastraba la niebla del bosque, dejando ver la silueta de la fortaleza en la distancia. El campamento comenzaba a despertar, y el equipo de Ian se reunió alrededor de la fogata que aún humeaba desde la noche anterior. Había un aire de anticipación en el ambiente, pero también de camaradería, mientras se preparaban para el día.

-Buenos días a todos -dijo Ian, rompiendo el silencio-. Tenemos un largo camino por delante hoy. Pero antes de eso, pensé que sería bueno conocernos un poco más. Cada uno de nosotros tiene una historia que contar, y creo que es el momento adecuado para compartirlas.

-Buena idea, Ian -asintió Alex-. A veces, es fácil olvidar que todos hemos llegado aquí de diferentes maneras.

-Yo puedo empezar -intervino Elara, ajustándose su trenza negra-. Aunque mi historia no es tan emocionante como las de ustedes.

Elara, con sus ojos brillando de curiosidad, se acomodó en su asiento. Sus compañeros la miraron con atención, sabiendo que su historia, como todas las demás, tenía un valor único.

-Vengo de una pequeña aldea al norte del Reino Dorado -comenzó Elara-. Mis padres eran agricultores, gente sencilla y trabajadora. Desde pequeña, siempre quise más que solo trabajar en los campos. Me uní a la guardia del pueblo a los quince años y me enseñaron a usar el arco y la espada. Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía un talento natural para la estrategia y el combate.

-¡No me sorprende en absoluto! -exclamó Lina, sonriendo-. Siempre has sido rápida para pensar y actuar.

-Gracias, Lina. Pero no todo fue fácil -continuó Elara-. Mi aldea fue atacada por bandidos cuando tenía dieciocho. Mis padres murieron defendiendo nuestra casa. Desde entonces, he estado en busca de justicia. Unirme a esta causa es una forma de asegurarme de que nadie más sufra lo que nosotros sufrimos.

-Lamento mucho tu pérdida, Elara. Pero tu fuerza y determinación son inspiradoras -comentó Wei, con una expresión de respeto.

-Gracias, Wei. ¿Y tú? Siempre he tenido curiosidad por tu historia.

Wei, con su complexión fuerte y una cicatriz visible en su mejilla, sonrió tristemente antes de empezar a hablar. Su mirada, siempre tan serena, se volvió más intensa al recordar su pasado.

-Vengo de una familia de guerreros en el Reino de Perla -dijo Wei, con una voz profunda-. Mi padre fue un general respetado, pero cuando me tocó a mí tomar su lugar, fui traicionado por aquellos en quienes confiaba. Me acusaron falsamente de conspirar contra el rey y fui exiliado. Perdí todo en un día: mi familia, mi honor y mi hogar. Desde entonces, he vagado buscando redención y una oportunidad para limpiar mi nombre.

-Eso debe haber sido difícil, Wei. Pero tienes un espíritu inquebrantable -comentó Alex, asintiendo con admiración.

-Gracias, Alex. ¿Qué hay de ti? No sabemos mucho sobre tu pasado.

Alex, normalmente jovial y bromista, se puso serio mientras se preparaba para contar su historia. Su expresión reflejaba la profundidad de sus sentimientos y el dolor de sus recuerdos.

-Crecí en una aldea pobre, en el Reino Estelar -comenzó Alex, con una voz cargada de nostalgia-. Mis padres murieron cuando era muy joven, y tuve que aprender a sobrevivir por mi cuenta. Robé para vivir, y eventualmente, me convertí en un espadachín para defender a los indefensos. He cometido errores y perdido amigos, pero cada uno de ellos me ha enseñado algo valioso. Estoy aquí porque creo en esta causa, y quiero asegurarme de que el sacrificio de mis seres queridos no haya sido en vano.

-Todos hemos pasado por mucho para llegar aquí. Y cada una de nuestras historias nos ha hecho más fuertes. Quiero que sepan que estoy agradecido de tenerlos a mi lado -dijo Ian, con sinceridad.

Infierno SilenciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora