Capítulo XXVII

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XXVII-OTRA HISTORIA

Era la habitación de mi mamá cuando era una niña.

¿Por qué me enseñaba ese lugar a mí?

No dije nada, me quedé mirando el interior con mucho cuidado y bastante conmovido, ya que no creí que Allen fuese a enseñarme ese lugar. Para mí era un privilegio estar ahí, primero: porque se notaba que a la difunta Tinley muchas personas la querían mucho, sobre todo el señor Freyen, segundo: era la mamá de Allen y a mí de alguna manera me hubiese gustado conocerla.

La habitación era infantil aunque muchas cosas no lo hicieran notar.

Todas las paredes estaban pintadas de color negro, las cortinas eran negras, el armario era negro, la mesa de noche era negra, la gran cama tenía sábanas negras, había una alfombra negra, una televisión, una peinadora negra, también dos estantes negros con muchísimos libros y lámparas tendidas de todos los tamaños y sujetadas a ellos.

Joder, todo era negro, el señor Freyen no se equivocó cuando insinuó que a su difunta esposa le gustaba vestirse de negro y por ello se lo negaba a Allen.

¿Por qué dije que la habitación era infantil? Pues sobre la cama habían muchos peluches y muñecas de colores. También sobre el armario y tendidos a las paredes, habían muchos juguetes femeninos de todo tipo. Sobre la mesa de noche había un maniquí de color morado y una lámpara del mismo color con muchos puntos brillantes y adornos de pelusas, además de una libreta rosada con un bolígrafo sobre ella.

La habitación era parecida a la de Allen, solo que Allen no tenía juguetes y tenía todo de color blanco y no de color negro. Pero también, había un último detalle: la señora Tinley tenía ramas largas de estéticas tendidas en el techo, también largas hebras de florecitas negras del mismo material. Se veía muy a la moda, a decir verdad, sencillo y bonito.

—Es bonito —opiné.

—¡¿Verdad?! —chilló Allen, sobresaltándome un poco, pero no lo notó ya que estaba dándome la espalda para dirigirse hacia el armario.

No le dije nada porque no estaba gritando, simplemente hablaba muy emocionada y a mí me gustaba escucharla mucho cuando hablaba entusiasmada, así como lo hacía aquel día mientras me hablaba de sus peces.

Y sí que se esmeró en hablar, así que yo me senté en una esquina de la cama y me quedé mirándola mientras ella revisaba algo en la ropa antigua de su mamá; sin quitarle la mirada del cabello en ningún momento.

—¡Estaba ansiosa por mostrarle esta habitación a alguien! —siguió hablando, de manera rápida e hiperactiva. ¿Nunca se la había mostrado a alguien?—. Este es mi lugar favorito de toda la casa, siempre que vengo me meto aquí a limpiar ya que el abuelo detesta que alguien que no sea yo, entré; no le gusta tan siquiera que Mercy se asomé, y a él tampoco le gusta entrar. Sé que lo hace cuando está mal, pero yo no puedo sentirme mal porque no la conocí realmente, aunque sí quise hacerlo. Obviamente, ¿No? Sí. Es mi madre. Lo era.

Allen tomó aire porque había hablado demasiado rápido, y luego continuó:

—Quiero mostrarte algunas cosas, cada vez que las veo o las toco se me eriza la piel. No puedo dejar de pensar ni un segundo en mis padres juntos, y en mi imaginación se ven demasiado hermosos. Ojalá yo alguna vez los hubiera visto tomados de la mano, o hablando mientras se reían… ¡Aquí está!

Se giró de golpe para mirarme, con una percha en mano, la cual tenía un saco masculino de dos botones tendido en ella. Era pequeño.

—¿Eso es de Maverick? —le pregunté.

DORIAN© [Haunting I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora