Capítulo XXVIII

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XXVIII-DORIAN

Para mí, amaneció más rápido de lo normal, y la noche anterior recibí dos mensajes del número desconocido. El primero (el único importante) decía: Prepárate, Dorian, allá van los hombres de Othelio. Y no fue mentira, los tres hombres de ese imbécil llegaron a mi departamento a eso de las dos de la mañana, ¿Para qué? Pues imagínense algo.

Supongo que la persona que manejaba el número desconocido estaba de mi lado. Tenía muchísimas dudas, pero sobre todo pensaba y sacaba conclusiones de quién podía ser y qué era lo que quería de mí.

Pero al punto: yo la pasé mejor que los tres escoltas de Othelio. Me escabullí al departamento de Allen y me metí bajo sus sábanas como un niño chiquito, incluso Hero se acostó en medio de nosotros y se quedó dormido.

Quise olvidarme del mundo y que tres hombres estaban en mi departamento a media noche, y nada mejor que meterme a dormir con la pelirroja fea, ahí me sentía a salvo con su calor, su olor vainilla y su cabellera suelta y tirada por todos lados; era tan hermoso su cabello que volví a robarle otra hebrita.

Allen tenía el sueño tan profundo y pesado que no se levantaba a pesar de que llevaba media hora acariciándole el cabello, y tampoco notó cuando la vestí con mi blazer negro, ese que ella quería que le regalara, y lo hice porque su cuerpo estaba a medio vestir y no quise que se sintiera incómoda cuando se levantara.

Me impresionó mucho su gran capacidad para dormir.

Cuando su alamar sonó, la apagué rápidamente, sin importarme que fuese viernes y que teníamos clases temprano. Allen no se levantó ni siquiera con el comienzo de la alarma que había quedado a medias, pero Hero sí, bajándose de la cama; pues ella tampoco sintió ese movimiento y siguió durmiendo.

Pegué mi torso a su espalda y la abracé con fuerza, acariciando su cabello con mi nariz para así inhalar su olor a vainilla, porque nunca se iba.

Entonces se sobresaltó, girándose de golpe. Joder, en la mañana… incluso en la estúpida mañana se veía bien. Se había arrodillado en la cama con su cuerpo inclinado hacia adelante y sus manos apoyadas en mi pecho. Su cabello estaba caído por sobre sus hombros y sus mejillas, y me pegaban en el rostro pero no me molestaba.

Mirar a Allen sin lentes era bastante raro, pero sin ellos se veía igual de tierna y hermosa. Para mis ojos nunca sería una desconocida.

—Dorian… —musitó, con los labios entreabiertos por la sorpresa.

—Buenos días, Allen —le sonreí.

No me parecía bueno que tuviera sus manos sobre mi pecho, porque yo la sentía sobre mí aunque no lo estuviera. No me aguanté con que las cosas fueran así, así que la jalé bruscamente por un muslo y la subí ágilmente a piernas abiertas sobre mi vientre, luego rodeé su cuello con una de mis manos y traje su rostro hasta el mío. Y la besé.

—Tú me debías un beso, pelirroja fea —le recordé en un murmullo y seguí besándola.

Mantuve los ojos abiertos mientras la besaba. Tenía las mejillas completamente sonrojadas y disfrutaba con ansias el beso, incluso hacía movimientos rápidos para acelerarlo y profundizarlo. Y sí que me enseñó a cómo besar con deseo, porque usaba bien sus labios contra los míos y su lengua contra la mía, demostrándome que anhelaba besarme tanto como yo anhelaba besarla a ella a cada momento, teniéndola cerca o lejos.

Y el deseo me invadió de nuevo. Si mirarle el cabello a Allen provocaba que tuviera erecciones, era imposible evitar seguir teniéndolas con ella sentada encima de mí y con sus suaves manos apoyadas sobre mi pecho desnudo. Además, llevaba mi ropa, mi blazer, iba de negro, olía a mí.

DORIAN© [Haunting I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora