XXXIII-CUANDO UN PROBLEMA ACABA, EMPIEZA OTRO, Y PEOR.
—Esto no te va a servir para enviarlo a la cárcel —opinó Ludovico, revisando desde mi laptop las cámaras de vigilancia que estaban en mi departamento—. Digo, sí a sus escoltas, pero dudo que ellos le echen la culpa.
—Ya lo sé —murmuré con desinterés.
Estaba sentado en el sofá, con los codos apoyados en mis muslos y mi frente entre mis manos, temblando las piernas por la inquietud que sentía. Por otro lado, Ludovico estaba comiéndose un montón de golosinas mientras revisaba en mi laptop más de lo que debía.
Era de tarde, y no había visto a Allen desde la noche anterior. La había llamado, aunque suene falso, más de cuarenta y tres veces, y ella no me atendía las llamadas.
Hero no estaba en su departamento, y los peces tampoco. Es decir, eso no me decía nada bueno, quizás que no iba a volver a la residencia, pero estaba un poco tranquilo porque rastreé su número telefónico y supe que se ubicaba en casa de su abuelo. No me gustaba la idea de que Allen estuviese en ese lugar, porque ese viejo pudo haber prácticamente abusado de ella misma.
Me preguntaba si estaba discutiendo con él, ¿Lo habría perdonado? Pues no lo dudaba, Allen era demasiado buena e ingenua, pero también pensaba en que quizás era incapaz de perdonar una violación.
—¿Ya me vas a decir de dónde sacaste el dinero de anoche? —levanté el rostro cuando le hice mi pregunta a Ludovico.
—Quien robó a la empresa de mi padre hasta quebrarla, fui yo —respondió inmediatamente.
¿Qué?
Espera, ¿Qué?
Okey, entonces cierta parte de mi conjetura tenía sentido y era cierta. Ludovico odiaba a su padre, la razón era desconocida, y sí su manera perversa de pensar era igual a la mía, no dudaba que él hubiese hecho una atrocidad como esa a su propia familia.
Claro, ya veía, había hecho caer a su padre y se aseguró de obtener una cantidad que le sirviera para vivir bien como máximo unos treinta años. Pero, conociendo lo caprichoso que era, diría que el dinero le dudaría mínimo diez años.
Vale, a la mierda su padre quebrado si él iba a obtener un gran poder para mantenerse.
—Y lo fingiste todo ahí —murmuré, bastante conmovido pero sin mostrar expresiones innecesarias—. Incluso me hiciste molestar con esa tontería de Allen. Ahora entiendo por qué no saliste a defenderla cuando tu padre prácticamente la amenazó.
—Me siento halagado, Dorian, ¿Acaso te sorprendí?
Fruncí el ceño y torcí los labios.
—Por supuesto que no.
Él soltó una risita sarcástica, así que yo lo imité.
—¿Cómo pudiste sacar todo ese efectivo sin que nadie se diera cuenta?
—Mi papá nunca en su vida sería capaz de confiarle las cuentas bancarias de la empresa a alguien. Es decir, nadie que no sea él o mi mamá, revisa los movimientos de esas cuentas. Prey también es hacker, él fue el que se encargó de eliminar los movimientos de las limpiezas mientras que yo envié a alguien que se encargara de sacar el dinero del banco. Mi papá no podría sospechar de nosotros, porque primero: él no sabe nada de Prey, y segundo: nunca me permitió revisar sus cuentas, no sabía sus contraseñas ni nada parecido, así que no podía dudar. Solo me regaló una tarjeta de crédito, que es la que yo usaba para comprar productos personales y pagarle la colegiatura a Siana; el resto salía de su dinero. Pero ahora está limpio, Dorian —y me sonrió, como si esa barbaridad que hizo fuese una gran honor y orgullo—, incluso robé a mi mamá.
ESTÁS LEYENDO
DORIAN© [Haunting I]
FantasyDorian creía que mudándose de su ciudad natal, quemaría y dejaría atrás toda la maldad y el desastre que hizo. Que actuando como un chico nervioso y normal, quemaría una etapa perversa en su vida. Que mintiendo, borraría su expediente. Que con su...