Pedri avanzaba por las calles de Barcelona, el corazón acelerado por la urgencia. El sol de la tarde se filtraba entre los edificios, pintando sombras en el asfalto. Su mente estaba en un torbellino; Pablo lo esperaba en el hospital. El tráfico era denso, y Pedri apretó el volante con fuerza, deseando llegar pronto.
De repente, un chirrido metálico llenó el aire. Pedri apenas tuvo tiempo de reaccionar. Un coche se cruzó en su camino, y el impacto fue brutal. El mundo se volvió caos: cristales rotos, metal retorcido y el sonido ensordecedor de la colisión. Pedri sintió cómo su cabeza golpeaba contra el volante, y luego todo se volvió negro.
Cuando recobró la conciencia, estaba en una camilla, rodeado de luces fluorescentes. El olor a desinfectante llenaba el aire. La ambulancia se movía con brusquedad, y Pedri escuchó voces apresuradas. Los paramédicos luchaban por estabilizarlo. Uno de ellos realizaba el RCP, sus manos presionando rítmicamente sobre el pecho de Pedri. Cada compresión era un intento desesperado de traerlo de vuelta al mundo de los vivos.
El corazón de Pedri había dejado de responder durante unos angustiantes segundos. Pero poco a poco, la vida volvía a él. El ritmo cardíaco se normalizó, y el canario abrió los ojos. Las luces del techo parpadeaban, y el paramédico le sonrió con alivio.
—Estás de vuelta, amigo —murmuró.
La ambulancia llegó al hospital, y Pedri fue trasladado a toda prisa a la sala de emergencias. El médico de guardia lo examinó minuciosamente: pupilas, reflejos, signos vitales. Le mandó a hacer exámenes y una placa de rayos X para verificar que el canario estuviera bien.
Pedri seguía inconsciente, pero su respiración era estable. Fernando, su hermano, recibió la llamada del hospital con el corazón en un puño. Las calles de Barcelona se desdibujaban mientras corría hacia la habitaciónen donde se encontraba su hermano. La enfermera le indicó le indicó cual era , y al entrar, vio a Pedri, pálido y frágil, pero con los ojos entreabiertos. Fer se apresuró a su lado, tomando su mano con fuerza.
Pedro parpadeó, confundido. La habitación era blanca y estéril, y los sonidos se mezclaban en un zumbido lejano. Se sentía como si flotara en un sueño febril. Miró a su alrededor, tratando de recordar cómo había llegado allí. ¿Dónde estaba? ¿Qué había sucedido?
Los ojos de Pedri se posaron en Fernando, y su corazón dio un vuelco.
—¿Dónde estoy? —preguntó con voz ronca. Fer le acarició la frente, tratando de calmarlo.
—Estás en el hospital, hermano —respondió—. Has tenido un accidente.
El médico entró en ese momento, sonriendo al ver a Pedri despierto. Explicó que el golpe en la cabeza no era grave, solo un pequeño golpe.
—Tiene suerte —dijo el médico—, pero necesitamos estar seguros. ¿Recuerda algo del accidente?
Pedri negó con la cabeza. Todo era un borrón confuso en su mente.
—¿Y sobre usted mismo? —preguntó otra vez el doctor. Pedri frunció el ceño.
—Sé cómo me llamo —murmuró—, pero eso es todo.
El médico asintió, anotando en su tableta.
—Amnesia temporal —explicó—. No es inusual después de un golpe en la cabeza. Su memoria debería regresar gradualmente. Descanse y recupérese, Pedri.
El mencionado suspiró y miró hacia el techo, le dolía la cabeza, como si alguien la estuviera martillando.
—¿Así que tú eres mi hermano? —preguntó.
—Así es, me llamo Fernando, pero me dicen Fer —se presentó como si estuviera hablando con un extraño y no con su hermano.
—¿Y mis padres? ¿Dónde nací?
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Una navidad junto a ti (Gadri)
FanfictionSolo quiero estar a tu lado, no me alejes por favor.