Capítulo 14

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Desconocía todo un mundo. Con sus peligros, su encanto, y sus propias reglas. Mamá se había salido hace diecisiete años atrás de todo aquello que yo ahora desconocía, y por lo mismo, no era una fuente confiable para guiarme. Así como tampoco era viable que yo anduviera por los pasillos del instituto preguntando a viva voz. Me caerían, según ella, las penas del infierno.

—Entonces, ¿qué debo hacer? —le pregunté—. No pretenderás que ahora que sé que puedo hacer ciertas cosas... me abstenga, ¿cierto? No porque tú hayas huido de esa vida significa que sea más seguro si yo no sé nada. Tú misma me enseñaste que las mentiras son malas, y que es más fácil descubrir a un mentiroso que a un ladrón.

—Pero tú no robarás nada, Ripley, y no es como si te esté pidiendo mentir. Tan solo ahora que lo sabes, déjalo así.

—No puedo simplemente quedarme así, mamá. Por primera vez en mucho tiempo me siento especial, como si la vida me hubiese regalado una nueva oportunidad... una en donde puedo destacarme y no sentirme miserable.

Hizo un ademán para que me callara.

—Debí tener contigo esta charla mucho antes, pero como cuando creciste dejaste de mostrar indicios de que tenías el don, preferí no hacerlo. Pensé que quizás habían sido alucinaciones mías cuando eras niño, o casualidades... Aunque aún así, solo por si las dudas, convencí a tu papá para inscribirte en ese instituto.

—Todo esto es tan confuso. Me es difícil creer que hay gente que tiene esta clase de poder en su vida cotidiana. Debe ser asombroso. Siento que estoy lento, muy atrás.

—Hijo, eres una posibilidad que no debería haber ocurrido. Y siento que te lo estás tomando a la ligera. Tu papá no era Hipersomnia, lo vi en sus exámenes, cuando fui a su oficina. Solo un...

—... padre y una madre con el don hereda a otro Hipersomnia —la interrumpí—. Sí, sí entendí esa parte.

No quería sonar falto de respeto. Pero la situación me tenía nervioso, y los argumentos que me daba mamá no hacían otra cosa que aumentar mi curiosidad. No sonaba peligroso para mí querer saber más acerca de algo que heredé y otros más tienen y saben sacarle provecho. No era justo. Me sentía en desventaja.

—Ripley, ser Hipersomnia es peligroso. Nos... nos cazan. Hay gente que paga una fortuna para poder tener a uno de nosotros en completo control a su propio beneficio. Y no es algo que quiero para mi hijo. No era algo que yo quería para mí. Por eso huí, y por eso hice todo lo que hice para salvarme. Así desaparecí del radar...

—Ya es suficiente con saber que no me tuviste por amor, no hace falta que me digas más respecto a eso. Enfoquémonos en que tengo el don de meterme en los sueños de las personas, y hasta donde acabamos de comprobar, de hablarte telepáticamente. ¿Qué más debo saber? ¿A qué le tengo que tener miedo?

—No puedes confiar en nadie. Solo en mí.

«Sí, lo sé, pero es difícil»

—¿Acaso hay Hipersomnias que son malos?

Mamá pareció dudar.

—Cualquiera puede ser nuestro enemigo.

—Pero he vivido sin ser detectado todo este tiempo. En serio, ¿crees que es peligroso si otro lo sabe?

—Salvo el hecho de que a los ocho años tuviste algunas nociones del don metiéndote a mis sueños, no es hasta ahora en tu edad casi adulta que lo manifestaste de una manera más... más fuerte. Como lo que hiciste hace un momento, en la calle. —Mamá se tocó la sien. Al parecer le estaba comenzando a doler la cabeza otra vez. Quise decirle que dejáramos el tema para más tarde, pero ella se me adelantó y en cambio dijo—: Déjame explicártelo de esta manera. Eres como un lienzo en blanco en este momento. Sabes que puedes hacer cosas, pero no entiendes exactamente cómo, o qué peligros hay al respecto. No posees limitantes ni nociones que para ti no sean exageradas, porque crees que puedes hacerlo. En el caso de que otro se entere, te usará seguramente para hacer cosas que para el común son imposibles y muy peligrosas. En ese sentido deberás confiar en mí más que ninguna otra vez. Te enseñaré todo lo que sé, pero de momento, esto debe seguir siendo un secreto. ¿Me entiendes?

Rápidamente negué.

—Si hay otros chicos en el instituto con esto mismo que yo tengo, me gustaría conocerlos.

—Y lo harás, a su debido momento. Solo trata de averiguar sus fechas de cumpleaños y alejarte de quien esté más próximo a cumplir los dieciocho.

«Josué»

—¿Crees que hay alguien en mi clase? ¿Estás completamente segura? ¿Qué pasa a los dieciocho?

Recordé que Josué cumplía años la próxima semana. Pero él no parecía del tipo de persona que teniendo habilidades no las usara para mejorar su socialización.

—El Signum Fidei es casa sede de los Hipersomnia. Sé que no les enseñan en esta sede nada relacionado al don, pero en Londres hay un campamento al cual todas las mujeres se van desde los quince a los diecisiete años. Allí nos enseñan defensa personal a las mujeres, entre otras herramientas útiles en los sueños. 

—No entendí.

—Me refiero a que tu instituto es utilizado como filtro final. O punto de encuentro, más bien, entre las parejas seleccionadas. Las mujeres llegan al instituto cuando ya no pueden evitarlo más, o sea, en el último año. O al menos era así en mis tiempos. Podíamos atrasarlo máximo hasta esa fecha. Porque nos obligaban a emparejarnos a la edad adulta de los hombres, aunque nosotras aún tuviéramos diecisiete muchas veces.

Mamá respetó mi silencio, seguramente porque notó que lo necesitaba. Era demasiada información para procesar.

—Si tienes dudas, pregúntame.

—¿Y los hombres? —rápidamente quise saber. Mamá había recuperado la soltura al hablar, y eso me alegraba. El doctor me había explicado que antes de operarla tendría variaciones de buenos y malos momentos a lo largo de su día. Aún así, me sentía un poco culpable por estarla forzando a hablar en su situación. En tan solo un día el neurocirujano del hospital regional estaría revisando su caso para entregarnos nociones de cuál sería su tratamiento, teniendo en cuenta que la zona donde está alojado el tumor comprometía principalmente su vista—. ¿Qué pasa con los hombres?

—Los hombres solo entienden que son portadores. Por ello, su deber con la sociedad solo radica en unirse a las parejas designadas pura sangre de Hipersomnia para asegurarse de la supervivencia del don. Y claro, para proveer y cuidar a sus compañeras mientras ellas viajan al plano onírico. En el mundo de los sueños no demuestran un gran talento, puesto que su imaginación es algo limitada en comparación a las mujeres.

—¿Al estilo de un matrimonio por conveniencia?

Mamá asintió.

—Sí, bueno, es un poco más complejo que eso. Pero se entiende así.

—¿Cómo se eligen las parejas?

—Cuando un bebé de padres Hipersomnia nace, es inscrito ante los líderes para que estos lo anoten en una lista. En dicha lista se emparejan por orden de llegada. El último hombre con la mujer más atrasada inscrita. Cuando la pareja es conformada se le entrega a los padres un par de únicos talismanes. Los cuales se usarán en la etapa adulta para reconocer a la pareja. Dicha información personal solo la tienen los líderes, y la revelan a solicitud de la familia del varón cuando este está próximos a cumplir la mayoría de edad. En dicha fiesta de celebración se presentan ambos hijos y siguen el destino inscrito al unir ambos talismanes, en el único sueño en conjunto que la pareja está autorizada a realizar bajo supervisión.

—Me parece como si estuvieran en la edad media.

—Es un sistema ordenado que asegura la sobrevivencia de nuevas víctimas. Y así también se va renovando el don de generación en generación, incluyendo los decesos propios de la edad.

De pronto, tuve la imperante necesidad de preguntarle.

—¿Cuál es tu talismán? ¿Cómo lo hiciste para burlarte de quién había sido tu pareja destinada? No creo que todas las parejas formadas de bebé tengan la misma edad, porque... si es un don que un escaso y selecto grupo posee, no creo que tengan hijos tan seguido...

—Con más calma, hijo, que me mareas.

—Perdón.

Ni tan vivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora