Capítulo 19

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Mamá había amanecido mejor. Es más, se había levantado para prepararme el desayuno insistiendo en que debía cuidar de mi alimentación mucho más que antes, o me debilitaría. Mientras comimos, le narré mi primera experiencia de anoche en un sueño, con Isabella.

—Entonces ella con un chasquido me puso un traje de tres piezas —le conté.

No quise decirle que se había vestido de novia, eso pudo emocionar a mamá más de la cuenta, o al contrario, espantarla. El sábado teníamos que viajar a la otra región para la cita con el neurocirujano, y no quería que fuera alterada. Así que me privé de ciertos comentarios y tan solo dije lo que supuse sería menos dañino y fácil de procesar.

—En el mundo de los sueños se puede hacer lo que alcance a crear tu imaginación. Por eso en nuestro proceso de entrenamiento nos obligaban a leer muchísimo, y no solo teoría, sino también libros de fantasía que nos estimularan la mente para poder desenvolvernos mejor en ese lugar.

—¿Debo cuidarme de Isabella?

Mamá se lo pensó un momento.

—Yo creo que ella pensó que tú eras algo producto de su imaginación.

Rápidamente la corregí.

—No. De hecho, tuvimos una pequeña discusión. Porque cuando me ordenó que hiciera algo, yo no le obedecí, entonces ahí descubrió que era yo realmente, no un Ripley inventado.

—¿Cuál fue su expresión en ese momento?

—Al principio se lo tomó con alegría porque pensó que realmente éramos una pareja destinada de nacimiento, y que nos estábamos conociendo a escondidas antes de la presentación formal que se celebraría la próxima semana en mi cumpleaños —hice lo último con comillas.

—Pero tú estás de cumpleaños en diciembre, no la próxima semana.

—Exacto. Cuando le aclaré ese punto, su personalidad cambió. Dejó de ser dulce y graciosa, se puso seria y muy enojada.

Mamá asintió con más complicidad de la que hubiese preferido.

—Ah, sí. La entiendo. A mí también me pasó. Te contaré, pon atención.

Dejé el pedazo de pan que estaba apunto de meterme a la boca y me quedé mirándola.

—Dime, ¿por qué es tan importante casarse?

—Eso te lo dije ayer. Casarse es importante porque de esa manera se conserva el don a una próxima generación. Lo ideal es que antes de embarazarse se lleven a cabo ciertas misiones, por decirlo de algún modo, y ya habiendo cumplido eso de forma satisfactoria, se nos permite traspasar ya sabes de qué manera, este castigo a una próxima generación. En el caso de la mujer, es de vital importancia deshacernos de esto, porque cada vez que nos metemos en los sueños de otra persona, sea por el tiempo que sea, quedamos sumamente exhaustas y moribundas. Nadie merece vivir de esa manera, yo por eso huí.

Tuve una revelación.

—Entonces tu pensaste que embarazándote de un hombre que no tuviera el don Hipersomnia, este desaparecería... tú dejarías de portarlo, y tu hijo, en este caso: yo, no lo tendría y viviríamos una vida completamente normal.

—Sí. Pero como verás, no funcionó.

—O sea que aunque el hombre tenga el don, es completamente irrelevante de todos modos, porque igual se hereda, sea o no Hipersomnia. Qué loco. ¿De qué sirve entonces emparejar desde el nacimiento?

—Con eso en mente, creo que no sirve de nada. Pero nos hacen creer que sí. Y que, si no somos correspondidas por la pareja designada, quedamos condenadas a vivir eternamente con el suplicio de tener el don. Lo cual, comprenderás que a ellos les beneficia.

—¿Ese fue tu caso?

—Mi caso fue que se enteraron que me enamoré de la pareja destinada de alguien más —contó, avergonzada.

—¿Y eso qué? Cada quién puede enamorarse de quien quiera. Además, si también tenía el don, qué importa.

—No para nosotros. Cuando los superiores se enteraron, a él lo apresaron y yo me escapé.

—¿Lo lastimaron?

—Para los Hipersomnia es muy distinto no querer a alguien y decírselo abiertamente para condenar su existencia a la miseria..., a querer mantener una relación en secreto a la par que el compromiso con su pareja destinada siga en pie.

La conversación me estaba encolerizando.

—Pero entonces él traicionó a su pareja y...

—Yo también traicioné a la mía. Pero los hombres sufren un destino más triste que las mujeres, quienes son de utilidad somos nosotras, los hombres que tengan y manejen el don a la perfección casi no existen, o los tienen muy bien escondidos, supongo. Imagínate que tú sí lo tienes y me acabas de contar que anoche tuviste tu primer sueño.

—No entiendo, ¿los hombres en ningún momento tienen el don para usarlo libremente?

—No tienen la misma capacidad imaginativa que las mujeres. Son recesivos y no dominantes. Pueden desarrollar una que otra habilidad, pero nada alucinante. Se aprende, sí, pero no es muy relevante su talento en el mundo onírico.

—Es que creo que Josué también lo tiene.

—Veo que uniste los cabos. Mencionaste que él estaba de cumpleaños pronto, y la pareja de Isabella al parecer también. Deben ser la misma persona, ¿no?

¿Se lo había contado? No podía acordarme. Aún así, asentí.

Tras mirar la hora en mi celular terminé de comer todo lo más rápido que pude, guardando además en mi mochila un tupper de comida para merendar luego, puesto que era el último día de preparación para tener todo montado para las olimpiadas de matemáticas del Signum Fidei. Después de eso, nos correspondería solo estar presentes en los concursos y ser de utilidad si se nos requería, o sea, ganar dinero sin hacer mucho.

Ni tan vivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora