Capitulo ⭐25

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-Tiene sentido -murmuró mile -Yo habría acabado
dándome cuenta, naturalmente...

-Naturalmente.

-Garrett me va a oír por haber descuidado este detalle.
¿Qué más? Complacido por el brillo de aprobación que ardía en sus ojos, Nattawin agarró otra hoja y empezó a hacer una lista.

-Los rubíes deberían estar cerca de los zafiros para que se complementen sus composiciones.

-Lógico.

-Dos hombres en cada vitrina. Cuatro hombres vigilando el broche. Y luego está la sala de los diamantes -se detuvo para contemplar las fotos-. --Diademas, brazaletes, un collar de treinta y cinco quilates... - Nattawin se llevó una mano al pecho con un profundo suspiro-. Disculpa, pero creo que me he enamorado.

Mile se echó a reír

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Mile se echó a reír.

-Nunca habría imaginado que te gustasen las joyas -le
agarró la mano izquierda-. No llevas ninguna, salvo esos
pequeños pendientes. La única joya que había llevado en su vida era su anillo de bodas. Al pensar en ello, recordó al hombre que lo había abandonado sin pensárselo dos veces. Un mujeriego... Igual que Mile.

-No frecuento lugares donde sean necesarias. Pero eso no
significa que no me gusten.

-Deberían envolverte con diamantes -susurró Mile, mirándolo con deseo.

-No quiero diamantes -pero... cuánto le gustaría tener al hombre que en aquellos momentos se lo comía con los ojos.

-Quizá por eso yo quiero que los tengas

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-Quizá por eso yo quiero que los tengas.

-Siempre llevándome la contraria Mile, ¿no?

-Es parte de mi encanto -repuso mile con una media sonrisa.

-¿De tu encanto? -preguntó Nattawin con sorna.

-Admítelo. Te tengo justo donde quiero.

Y tanto que sí, pensó Nattawin, Era increíble cómo había llegado hasta allí. Lo había empezado todo por diversión, pero la diversión se había transformado en algo más.
Se estaba enamorando.

Algo que se había jurado que nunca, nunca, volvería a
ocurrirle. El corazón le latió con tanta fuerza que se sorprendió de que Mile no lo oyera. Un nudo en la garganta amenazaba con obstruir el paso de aire, y mil pensamientos, a cada cual más inquietante, se le arremolinaban en la cabeza. Lo peor de todo
era que había sido idea suya. Había caído en su propia trampa.

-Eh -lo llamó Mile, poniéndole una mano en el brazo-.
¿Estás bien? Te has puesto pálido.

-Estoy bien -mintió. Nunca había estado peor-. Es solo
que... No sé

-Seguramente te hayas mareado con todos estos números -bromeó él-. A mí siempre me sucede.

Se obligó a sonreír. Las emociones se le revolvían
agónicamente en el estómago y una terrible angustia le oprimía el corazón. Pero sabía que aquel sufrimiento era solo el principio.

-Al contrario -le dijo con la voz más serena que pudo-. A mí los números siempre me relajan. Vamos acabar esto, ¿de acuerdo?

Él frunció el ceño y lo miró con ojos entornados.

-De acuerdo. No estoy tan loco como para rechazar la ayuda que se me ofrece, pero...
Nattawin lo cortó. Si se mostraba amable, tierno o romántico con el en esos momentos sería su fin.
Le confesaría lo que sentía por él, le diría aquella
palabra prohibida que empezaba por A, ¿y adónde conduciría eso? Al desastre.

Nattawin ya sabía lo que sentía él. Lo había oído hablando con Garrett. Mile lo veía como una simple aventura pasajera. Y lo Sentía por Connor.

A Nattawin le dolió tanto pensar en su hijo que se preguntó si no debería romper ya con Mile. Por desgracia, no tenía adónde ir. Su casa no estaba terminada y no podía permitirse un hotel.

Sacudió la cabeza y volvió a concentrarse en los papeles.
-Lo primero es saber cuántos hombres necesitarás para el trabajo.

-También debemos tener en cuenta el sistema de alarma por láser, las cámaras y el equipo informático -estaba diciendo Mile en tono frío y profesional, como si hubiera aceptado que el no quería hablar de otra cosa.

--Colaboraremos con la seguridad del museo, pero quiero reforzar las medidas con el material de mi empresa.
El móvil de mile empezó a sonar. Él miró la pantalla, torció visiblemente el gesto y con un gesto le pidió a Nattawin que guardara silencio.

-Hola, Brittany. La voz de mile bajó a un susurro íntimo que Nattawin conocía muy bien.

-Me alegro de oírte -estaba diciendo Mile mientras caminaba por la cocina-

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-Me alegro de oírte -estaba diciendo Mile mientras
caminaba por la cocina-. Sí, quería llamarte, pero he estado muy ocupado últimamente. Ahora mismo estoy con mi contable -dijo mile-. No es un buen momento para...

¿Su contable? No era más que eso. Una profesional
anónima que lo ayudaba con los números.
Se sentía más humillado por momentos. Todas sus fantasías Románticas estallaron como pompas de jabón. El dolor le desgarró las entrañas y tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para contener las lágrimas. Aquella escena le demostraba que había cometido el segundo mayor error de su vida. Se había enamorado de un hombre idéntico a su ex.

-Lo siento -se disculpó mile, sentándose de nuevo a su
lado-. Brittany es una vieja amiga y...

-No tienes que darme explicaciones, Mile. Solo soy tu
contable -no pudo contener una mueca de desagrado.

Mile le agarró la barbilla y lo hizo girarse hacia él.

-No pretendía...

Nattawin se apartó con brusquedad. Le costó horrores renunciar al tacto de sus mano.

-No importa, en serio. Vamos a acabar el informe.

-Está bien -aceptó él, mirándolo con cautela-. Como
quieras.

Nattawin clavó la mirada en los números y empujó el resto de pensamientos al fondo de su mente. Estaba casi seguro de que ya se había acabado...

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El vecino Toda Una TentacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora