El vecino Toda Una Tentacion

Capitulo ⭐22

-Gracias -se limitó a responder, engullendo un puñado de fresas para intentar deshacer el nudo de la garganta.

Fuera estaba oscuro, pero en la cocina se respiraba un aire cálido y acogedor. Mile no recordaba haber vivido en un ambiente semejante desde que era niño. Cuando sus padres vivían y todos sus hermanos estaban en casa, sentía que pertenecía a algo más sólido y seguro que uno mismo. Lo mismo que sentía con Nicole y Connor.
Pero su lugar no estaba con Nicole y Connor. Era una simple convivencia temporal, nada más. Una vez que se acabara, cada uno seguiría su camino y nunca más volverían a compartir algo semejante.

Aquella idea debería hacerlo sentir mejor, pero,
curiosamente, no fue así.

-¿Cuándo estará lista la cocina? -le preguntó Nattawin.

-Pronto -murmuró mile. A su primo le importaban un bledo Sus planes y estaba decidido a acabar aquel trabajo cuanto antes, de modo que él y su mujer pudieran irse a Irlanda a visitar a su primo Jefferson.

Por tanto, había seis hombres trabajando a destajo en la
cocina de Nattawin. En cuestión de pocos días habrían acabado, y al cabo de una semana Bible y Build volverían a Long Beach.

-Genial -dijo Nattawin-. Es... estupendo.
Mile vio en sus ojos el mismo destello de emocione enfrentadas que sentía él.

-Sí, lo es.

-¡Quielo un cuento! -gritó Connor.

Tenía la cara y el flequillo manchados de fresa. Sus ojos
brillaban de inocencia, como los de Nattawin, y Mile sintió un Nudo en el pecho. Tenía experiencia a la hora de dejar a una mujer, pero con un crío todo se complicaba.

-Parece que necesitas un baño, campeón -dijo, intentando disimular su aflicción con una carcajada.

-Así es -corroboró Nattawin, y se levantó para sacar a su hijo de la sillita.

-Yo lo haré -se ofreció mile sin pensarlo.

-Me toca a mí -le recordó Nattawin-. Tú lo bañaste anoche.

-Si con ello consigo librarme de lavar los platos...

-¡Baño no no!! no quelo! -gritó Connor.

Mile sonrió. Recordaba haber sido un niño reacio al
baño, y recordaba a su madre, siempre atareada y acelerada, vigilando a cinco niños mientras limpiaba la cocina. Pero al menos Contaba con la ayuda de su padre para bañarlos y llevarlos a la Cama.
Muy pronto Nattawin volvería a estar solo, sin nadie que le permitiera tomarse un respiro. Mile no estaría con el para Ayudarlo. Estaría lejos de allí, en la nueva casa que se comprara llenando sus noches con mujeres y donceles anónimos y sexo sin sentido. Y Nattawin y Connor seguirían viviendo sin él.

Una sensación fría y desagradable se le asentó en la boca del estómago. Pero Nattawin aún no estaba solo.

-No. Yo me ocupo. ¿Por qué no te sientas y te tomas una
copa de vino? Yo bañaré a Connor y lavaré los platos.

El ladeó la cabeza y lo miró, sonriente y confuso.

-¿Cuál es el motivo mile?

Mile desató a Connor y lo levantó de la sillita. El pequeño le echó los brazos al cuello y el hielo que le oprimía las entrañas empezó a derretirse.

-Ninguno Nattawin, Solo es un favor.

-¿La clase de favor que un amigo le hace a otro?

-¿Eso es lo que somos Nattawin? ¿Amigos?

-¿Qué otra cosa si no?

Mile no respondió. Él tampoco sabía la respuesta.
Lo único que sabía con seguridad era que Nattawin
no era solamente su amigo. Era más que eso. Cuánto más... no quería pensarlo.

-Una pregunta interesante, ¿verdad? -dijo, tocándole la
mejilla. Y se marchó con Connor en brazos, dejando a Nattawin tan silencioso y pensativo como él.

Connor arrasaba el castillo de arena con la ferocidad de un Vikingo, y Mile no podía contener la risa viendo al pequeño pegarle a la arena mojada con sus diminutos puños. Se giró para ver si Nattawin también miraba, y cuando sus miradas se encontraron, desde lejos, sintió un mazado que lo dejó aturdido.

No lo entendía. A esas alturas ya debería haber perdido el Interés por el. Ninguna mujer y doncel seguía gustándole después de haberla O haberlo seducido.
Seguía esperando que se enfriara lo que había entre ellos, pero cada vez era más fuerte e intenso. No dejaba de pensar en el. Por las noches se dormía oyendo su suave respiración y por las mañanas se despertaba abrazándolo, aspirando la fragancia de su champú de melocotón.
Nattawin se había convertido en una parte de su vida cotidiana, una parte muy importante, y él no
sabía qué hacer.

-¡Más mas, alena Mile!

La voz de Connor lo hizo girarse de nuevo hacia el niño,
quien lo miraba con una adoración absoluta desde el suelo. Mile sintió otra clase se emoción completamente distinta.
Nattawin lo fascinaba a muchos niveles, pero Connor le había robado el corazón. Era otro tipo de riesgo, pero igualmente Peligroso.

-Muy bien, campeón quieres mas arena, -empezó a reunir arena para levantar una torre, ayudado por un entusiasmado Connor..

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