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Aquella noche había sido bondadosa y además generosa, sería una que recordaría por todo el tiempo que le restara de vida, con ese cielo tan profundo y las estrellas más brillantes que jamás hubiese visto antes, tan fría y tan cálida al mismo tiempo, tan agradable y acogedora como para haber dado cobijo al encuentro con Sergio y sus sentimientos.

Llegó a casa casi flotando entre nubes, sintiéndose tan ligero y feliz, guardando en su pecho el calor que había dejado el beso que Sergio había cobrado como obsequio de cumpleaños. Estaba despierto debajo de sus sábanas, mirando hacia la ventana, hacia la nada, solo pensando una y otra vez en todo lo que había sucedido, recordando las palabras de Checo, sus miradas llenas de brillo, sus sonrisas, sus sonrojos, la caricia previa antes de al fin unir sus labios. Todo había sido tan mágico que parecía irreal, casi como un sueño, el más hermoso de todos. Pero no había sido un sueño, ni una alucinación ¡Aquello en verdad había pasado! Y lo que era aún más increíble, Checo parecía corresponder sus sentimientos, bueno, si, había dicho que se sentía confundido, pero luego le había dicho que le gustaba y encima lo había besado, esperanza era algo que en ese momento desbordaba en su interior.

Y es que solo el recordar sus palabras, la manera en que lo había mirado, la intimidad que había sentido al estar entre sus brazos, hacía que su corazón latiera con una fuerza desbordante que lo arrojaba casi al punto de las lágrimas, pero no de un llanto triste, sino de extrema felicidad. Ansiaba tanto que la noche acabara y diera paso a la mañana, solo para poder ir de nuevo hacia su encuentro, para poder escuchar una vez más su risa, su voz llamándole y diciendo lo mucho que le había gustado besarlo.

Entonces, un par de preguntas salieron disparadas de su cabeza: él y Sergio ¿Ahora qué eran? O ¿Cómo sería su relación a partir de ahora? O sea, si, Sergio le dijo que le había gustado besarlo y que le gustaba lo que le estaba haciendo sentir, pero ¿Qué era exactamente lo que Sergio estaba sintiendo? ¿Era solo una atracción? ¿Deseo? ¿Solo ganas de experimentar?...con un poco de esperanza ¿Quizás amor? Rápidamente su mente comenzó a trabajar y a sobre pensar el asunto, lo que estaba sucediendo no era cualquier cosa y francamente no tenía el panorama muy claro ¿Cómo deberían empezar a actuar ahora? ¿Podría llegar y solo besarlo cuando quisiera? ¿Se plantearían la posibilidad de tener una relación? ¿Todo aquello solo se quedaría como una anécdota? ¿Qué sucedería ahora?

De nuevo volvía a ser presa de la ansiedad y es que para ser honestos, jamás creyó que llegaría tan lejos. Ver ahora que las posibilidades se abrían también daba entrada a otras problemáticas ¿Qué pasaría con sus carreras? ¿Cómo podrían llevar una relación que seguramente deberían ocultar? ¿Qué pasaría si la escudería se enterara? ¿Cómo se comportaría en general toda la comunidad de la F1?...Y su padre...¿Qué haría Jos Vertappen al enterarse? Ya una vez se había encargado de alejarlo de alguien a quien había querido ¿Intentaría hace lo mismo con Checo? El tren de sus pensamientos viajaba demasiado rápido, llevándolo cada vez profundo hacia parajes poco agradables y muy inquietantes, una vez más se veía invadido por el miedo y, como ya se le estaba haciendo costumbre, esa noche tampoco durmió.

Al día siguiente no tenían prácticas en Red Bull, pero si había una sesión programada con Neil. Aunque había dejado de asistir, los recordatorios de las sesiones seguían llegándole previamente a cada una de ellas, no estaba seguro de si era porque Neil no quería rendirse con él o si solo era porque, como le había dicho Christian, las sesiones ya estaban pagadas. Como fuese, esa mañana se levantó decidido a regresar al consultorio y retomar las terapias en compañía de Sergio.

Un tanto dudoso llegó al edificio, tomándose un par de minutos en el estacionamiento para respirar y recobrar el valor para entrar y enfrentarse a aquello que le deparaba después de haber cruzado la línea de la amistad y del compañerismo laboral con Sergio. Estaba de pie frente a las puertas del ascensor esperando a su arribo cuando de repente vio por el rabillo del ojo una figura que se detuvo a su lado. Al instante volteó en esa dirección y entonces se encontró con un par de brillantes ojos cafés y una dulce sonrisa que le cortó la respiración. Se miraron durante un par de segundos antes de romper el silencio con el convencional saludo

Terapia de ParejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora