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-¿Tera...qué?- cuestionó Sergio, no porque no hubiera entendido, sino porque necesitaba una confirmación de lo que aquel hombre acababa de decir

-Debe ser una broma, Christian- Dijo Max, evidentemente molesto, dejándose ir con brusquedad contra el respaldo de su asiento

-No, no estoy bromeando, lo estoy diciendo muy en serio, ambos irán a terapia de pareja- dijo con firmeza, dejando muy claro que esa era su decisión.

Después del desastre ocurrido en Sao Paulo, Brasil en noviembre, la relación entre Max Verstappen y Sergio Pérez había sido fracturada, de la noche a la mañana el equipo de Red Bull había sufrido una ruptura, sus dos pilotos peleaban entre ellos y el ambiente en casa era por demás insufrible. Muchos de los mecánicos e ingenieros habían tomado partido, algunos dándole la razón a Sergio y otros defendiendo a Max, en fin, la tensión que se vivía dentro de la escudería era tal, que solo bastaba con que un palillo cayera al piso para que la batalla campal se iniciara dentro del garage. Christian Horner estaba siendo sobrepasado, sentía que poco a poco perdía el control de su equipo, y, ante una situación como la que estaban viviendo, la única solución que se le ocurrió fue reconciliar a sus pilotos en terapia.

-Sergio y yo no somos pareja, ir a terapia de pareja sería raro, además, no quiero hacerlo- insistió el neerlandés

-Al fin estamos de acuerdo en algo- secundo el mexicano, también con tono molesto

-Me importa un carajo si les parece raro o si no quieren hacerlo- su tono de voz era severo, como el de un padre reprendiendo a sus hijos –Ustedes dos no han hecho más que pelear desde Brasil...

-¿Y culpa de quién fue?- interrumpió Sergio

-¡Y otra vez vas con eso! ¡Ya supéralo! Esto es una competencia, si no puedes competir entonces no deberías de estar aquí- soltó Max a la defensiva

Un golpe secó los detuvo de seguir riñendo, Christian había azotado ambas manos contra la madera de su escritorio -¡Ya basta!- gritó -¡Somos el maldito equipo número uno de toda la maldita parrilla!- ambos supieron que en verdad estaba molesto no porque había golpeado la mesa, sino porque estaba maldiciendo -¡Somos los campeones actuales, carajo! Pero no podremos seguir siéndolo si los dos pilotos de esta escudería no hacen más que pelear entre ellos- de nuevo ambos hicieron amago por interrumpirlo pero Christian no los dejó, los mantuvo calladitos a ambos solo con la firme expresión de sus manos –Me importa una mierda quién tuvo la culpa, no tomaré partido por ninguno. Pero sí que quiero que ambos encuentren una solución y que ambos vuelvan a trabajar como un equipo. Así que a partir de mañana irán a terapia de pareja- dijo con un tono de voz más calmado, viendo que ambos jóvenes lo miraban con obediencia, claramente aún se sentían molestos, pero al menos aún lo respetaban y eso le daba un poco de esperanza.

Salieron de la oficina de Horner, vencidos y resignados a tener que acatar indicaciones. Checo se sentía frustrado, lo cierto era que su enojo hacía días que había desaparecido, pero aún se sentía traicionado, porque en algún momento él realmente creyó que Max era su amigo. Había tomado la decisión de ignorarlo y finalizar la temporada lo mejor posible, pero ahora, ahora tendría que pasar más tiempo con Max.

-Pero qué ridiculez- dijo Max a su lado -¿Puedes creerlo? Terapia de parejas ¡Ja!- Ironizó

Checo solo lo miró con gesto afligido, dejándole ver lo decepcionado que se sentía de él. Sin decirle nada, solo negó con la cabeza y luego caminó más rápido, alejándose por completo de Max, dejándolo atrás, dándole el claro mensaje de que no le apetecía hablar con él. El neerlandés le vio alejarse por el pasillo, sintiendo su corazón encogerse por milésima vez.

Desde lo ocurrido en Sao Paulo no habían vuelto a hablar, o al menos no como solían hacerlo, como buenos amigos, Checo lo ignoraba la mayor parte del tiempo y cuando no lo hacía, le hablaba de manera hostil, aprovechando cada oportunidad para echarle en cara el mal compañero de equipo que era. Max no había querido decirlo, pero eso le estaba doliendo, estaba seguro de que la indiferencia de Checo lo estaba lastimando más que si el mexicano hubiera decidido molerle la cara a golpes, y es que, Max le tenía aprecio a Checo, en verdad, en el tiempo que llevaban trabajando juntos, el tapatío había logrado ganarse su afecto, no solo por el maravilloso trabajo que hacía dentro de la pista, si no por su manera de ser, tan sencillo y divertido, tan amable y confiable, de todos los compañeros que había tenido, sin dudarlo, Pérez era con el que mejor se había complementado y ahora lo había arruinado.

Terapia de ParejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora