Terapia de Pareja

XVII

-Checo y yo estamos en una relación...somos pareja- dijo contundente, serio, aunque sintiendo el corazón latir desenfrenado, ansioso ante su confesión.

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El Gran Premio de Barcelona había terminado, las escuderías volvían a casa para una semana de descanso antes de trasladarse a Montreal. Checo y Max habían viajado con el equipo de regreso a Milton Keynes, solo tendrían una semana y la aprovecharían para hacer pruebas con el RB19 en busca de mejoras y correcciones que pudiesen ayudar al rendimiento de Checo.

Los últimos días habían estado llenos de demasiadas emociones, Carlos y Charles habían descubierto su relación, habían tenido dos descuidos y solo eso había bastado para que su secreto dejara de serlo. Afortunadamente ambos habían demostrado intensiones de apoyarlos, recibiendo la noticia con agrado y aprobación, y, aunque quizás no era necesaria, para Max, había sido reconfortante, un alivio que al menos le daba la suficiente confianza como para estar seguro de que amar a Sergio no era algo malo, incorrecto o anormal, como su padre tantas veces se lo había dicho.

Era la mañana del martes, Max estaba sentado en aquel sillón del que se había adueñado desde su primera sesión con Neil. Podía notársele ansioso, el terapeuta sabía que algo importante tendría que decirle como para que hubiese agendado presurosamente una cita a solas con él, previa a la que tendrían en conjunto con Sergio. Se había preparado con té caliente, leche y miel, no estaba seguro de cómo le gustaba el té a Max o siquiera si le gustaba, pero Neil quería hacerle sentir cómodo, relajado, en un ambiente lo suficientemente confiable como para que se sintiera libre de hablar.

Max había comenzado platicándole sobre el campeonato, de las últimas carreras, de lo bien que iba Red Bull, de lo bien que estaban trabajando en conjunto él y Checo, a pesar de los pequeños tropezones que éste había tenido en los últimos circuitos. Neil escuchaba atento, conforme al darse cuenta de lo bien que iba la relación de ese par y de lo tranquilo que podía notársele a Max, y es que claro, comparado a las primeras sesiones, el de esa mañana, parecía un Max más estable. Toda la conversación iba fluyendo de manera orgánica, casi como si fuese un encuentro entre amigos y no una sesión de terapia, pero, de repente, en un momento de pausa en el que Max ya había agotado el tema del campeonato, de la nada, soltó la bomba.

-Checo y yo estamos en una relación...somos pareja- dijo contundente, serio, aunque sintiendo el corazón latir desenfrenado, ansioso ante su confesión.

Neil contuvo el aliento, manteniéndose neutro, apenas expresivo. Suave y lentamente comenzó a asentir con la cabeza, apretando los labios y mirando en todo momento a su paciente, quien ahora lucía tan rojo como un jitomate –Oh, vaya...- comenzó diciendo –Esa si que es una noticia importante. Así que...al fin has decidido hablar con él sobre tus sentimientos- el tono de su voz era tan sereno como siempre, pero al final, una sonrisa dulce terminó por escapar de sus labios.

-Si...si, algo así...- respondió –En realidad...yo...estallé y prácticamente lo arrollé como una avalancha- podía notársele avergonzado, hasta la mirada había desviado.

La sonrisa de Neil creció –Me alegra saber que Checo haya tenido esa apertura y haya correspondido a tus sentimientos-

Max también sonrió, enternecido al traer a su memoria el recuerdo de aquella conversación el día del cumpleaños de Checo y la manera tan juguetona con la que éste le había exigido un beso –Si...él...es maravilloso- hizo una pequeña pausa y luego pudo volver a enfrentar la mirada de Neil –Pero tú ya lo sabías ¿No es así?-

Neil quiso negarlo, pero solo terminó sonriendo apenado y haciendo un gesto con ambas manos –No en realidad. Tenía una ligera sospecha, pero no podía estar seguro. Ninguno de los dos me había dicho nada-