XI

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Para Blake, no había nada que matara al amor así como lo hacía la razón. La conciencia de la moralidad, de los prejuicios, la cobarde tarea de la precaución y no arriesgarse por el miedo a salir herido. Para él, el amor debía enfrentarse, sentirse, disfrutarse con cada fibra del cuerpo y con cada partícula del ser, porque, cualquier herida, aún cuando ésta pudiese ser fatal, valía la pena con tal de sentir la caricia de un ángel o construir un cielo en la desesperación del infierno.

Checo y Max habían decidido dejar atrás a la razón.

Apenas estaban dando pequeños pasos, pero desde el primero ambos habían sentido que el camino que emprendían era el correcto. Y es que, cuando estaban juntos, nada más importaba, el mundo dejaba de existir y no había mayor manifiesto de verdad y de belleza que el que encontraban al tomarse de la mano o al besarse.

Desde el cumpleaños de Sergio, habían pasado demasiado tiempo juntos. El inicio de la temporada estaba próximo y tanto Red Bull así como la organización de la F1, les tenían ocupados en entrevistas, promocionales, convivencias con los pilotos de las otras escuderías. Prácticamente compartían agendas y, a donde iba uno, estaba el otro, algo que desde luego era normal y no despertaba sospechas en nadie, a fin de cuentas, solo eran dos compañeros de equipo en campaña previa al campeonato de pilotos. Solo durante la última semana de febrero, antes del Gran Prix de Bahrein, tuvieron un descanso en el cual Checo aprovechó para ir a México a visitar a su familia.

Para Max esa semana había sido casi insufrible, los días le habían parecido eternos y le habrían parecido aburridos de no ser porque ocupó su tiempo practicando en el simulador y jugando en línea. Se había acostumbrado tan rápido a la compañía de Sergio, que sin darse cuenta, a solo un par de días, ya lo extrañaba. Cuando el primero de marzo llegó y fue tiempo de encontrarse, de nuevo fue el hombre más feliz sobre la tierra. En cuanto se reencontró con esos risueños ojos cafés y esa sonrisa que lo iluminaba todo, sintió su corazón llenarse de un calor que calmó toda ansiedad. Tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no irse encima de él delante de toda la directiva y el equipo de marketing de Red Bull, pero su sonrisa y la intensa manera con la que brillaban sus ojos al verlo, por más que quiso disimularla fue imposible, hasta Alice había hecho la broma de que el joven Verstappen era como un cachorro de labrador saludando muy feliz y contento.

Sergio en cambio lograba ser más discreto, saludándole cortés como a todo el mundo, evitando mantener sus ojos fijos en él por más tiempo del que pudiese considerarse normal, tratando de conversar con Horner, con Bird, con Alice, con todo aquel que estuviese dispuesto a intercambiar palabra con él, pero, en el fondo al igual que Max, su corazón rebosaba de alegría al verlo y sus manos picaban por ir y tocarlo. Conforme avanzaban los minutos, las horas, el día, luchaba contra la desesperación, contra la abrumadora necesidad de ir, atraparlo entre sus brazos y devorar sus labios como si su vida dependiera de uno de sus besos.

Esa noche tuvieron una reunión con el equipo en un exclusivo salón de su hotel en Bahrein, organizada por Red Bull para desearles a todos un gran inicio de temporada e incentivar a todos a dar lo mejor de sí. Checo llegó solo, pero Max lo hizo en compañía de su padre, así que no pudieron tener más acercamiento que el suficiente como para que los fotógrafos pudiesen tomar un par de fotos. Poco antes de iniciar con la cena, Christian pidió la atención de todos, con copa en mano, se levantó de su asiento y dirigió unas palabras a su equipo

-Bienvenidos una vez más a una temporada de este maravilloso deporte. Hoy, Red Bull inicia con el título y el peso de la escudería más poderosa del momento. No solo tenemos los autos más veloces, sino también a los pilotos más valiosos y comprometidos con este sueño- hizo una pausa para saludar con copa en mano tanto a Max como a Checo –Me siento orgulloso de todas y cada una de las personas que se encuentran aquí esta noche, porque sé el empeño que cada una pone para que juntos consigamos nuestro objetivo. Confío en que esta temporada no será diferente y que una vez más festejaremos la gloria y volveremos a coronarnos como la mejor escudería, además de que mantengo la esperanza de que este año logremos ese tan ansiado 1 y 2, el dominio total en la Fórmula 1- Con una enorme sonrisa llena de confianza, le guiño el ojo a sus dos pilotos y finalmente elevó su copa –Así que, brindemos ¡Por Red Bull y sus pilotos!- todos los presentes brindaron y celebraron junto con el líder de la escudería el inicio de un nuevo ciclo.

Terapia de ParejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora