Terapia de Pareja

XX

Con el regreso de ambos pilotos de Red Bull a podio, las esperanzas habían vuelto al equipo. En términos de puntaje en el campeonato de constructores, Red Bull era la escudería líder, llevando una ventaja casi abrumadora sobre las escuderías de Ferrari, Mercedes y Aston Martin que iban detrás; mientras tanto, Max arrasaba en la división por pilotos. El león neerlandés se había alejado del resto de los pilotos de una manera casi escandalosa y apenas iban a mitad del torneo; para Checo el panorama parecía más complejo.

Durante los circuitos de Silverstone, Budapest, SPA y Zandvoort, Max había escuchado su himno en todos y cada uno, hasta el punto de ser repetitivo y cansado para el público; en cambio, Sergio había estado un tanto irregular, subiendo a podio solo en dos de esas carreras. Las opiniones en cuanto la comunidad de F1 parecían bastante polarizadas, entre las duras críticas hacia el piloto mexicano y quienes le defendían. Aunque su rendimiento era incomparable al de Verstappen, aún así, Sergio se mantenía en la lucha por el subcampeonato, pero eso no era suficiente para rescatarlo de las duras críticas y las constantes amenazas de ser desplazado de su puesto.

Para Sergio era desgastante tener que enfrentarse con eso en cada final de carrera, pero, todo malestar y toda angustia, desaparecían o se suavizaban solo con ver la sonrisa en el rostro de su chico y al ver con admiración el increíble piloto que éste era. Quizás Max no era del agrado de muchos y, aún con todos sus triunfos, no faltaban los comentarios que decían que solo ganaba porque tenía el coche más veloz, demeritando por completo su trabajo, sin embargo, Sergio estaba seguro de lo talentoso que era y de lo aguerrido, para él, Max se había ganado ese título y era totalmente merecedor de ser el campeón, para él, nadie más podría ser el número uno.

Aún con el miedo a ser descubiertos, aún con el hecho de que tenían que esconderse como un par de delincuentes, aún cuando Jos parecía más irritable y molesto que nunca, Checo y Max eran felices. Eran como un par de niños u adolecentes, riendo y disfrutando de todos y cada uno de los momentos que pasaban juntos, llegando al punto de compartir hasta la ropa o accesorios como gorras, gafas, toallas, zapatos, todo; eran tan unidos y se habían mimetizado de tal manera que hasta parecían sincronizar sus movimientos, sus expresiones y sus respuestas durante las entrevistas, incluso, un usuario en Instagram se había dado a la tarea de recompilar todos y cada uno de esos momentos en los que Sergio y Max actuaban en sincronía, cosa que llamó la atención de los fans y que, contrario a lo que se habría creído, fue recibido con agrado y hasta con humor, otorgándole al dúo el sobrenombre de “Chestappen”.

Max veía todas esas publicaciones en las que los etiquetaban y los llamaban de esa manera, reía con cada video editado, con cada fotografía de ambos en la que ponían diálogos dando a entender que podrían ser una pareja romántica y en más de una ocasión se había preguntado si ¿La gente reaccionaría igual de bien si supieran que no estaban equivocados? ¿Qué todo aquello que publicaban insinuando que hacían una linda parea era completamente acertado? ¿Les seguirían queriendo de la misma manera si supieran que todo era real y no producto del imaginario colectivo?

3 de septiembre de 2023, Gran Premio de Monza, Italia

Una vez más estaban de vuelta en Italia, aunque correr ahí siempre era grato para todo piloto de la fórmula uno, para los chicos de Red Bull, viajar a ese país, tenía un nuevo significado. Hacía tan solo unos meses habían estado ahí para el Gran Premio de Emilia Romagna, y, aunque habían quedado atrapados a mitad de una tormenta, aquel fin de semana había sido el albergue para el momento de intimidad más importante en el tiempo que llevaban de relación. Ambos se sentían felices, enamorados y eso, por más que lo intentaban, les era difícil ocultarlo. Las sonrisas, las miradas, los roses sutiles, todo estaba a la vista del mundo.