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Yerim estaba en el mostrador organizando tranquilamente las notas de la noche. Mantenía su mente ocupada para que la noche no se hiciera tan pesada, especialmente cuando ella no quería tener que limpiarlos baños sucios. Levantó la nariz e hizo un pequeño puchero mientras tecleaba los números en la registradora.

Un movimiento captó su mirada, y ella miró ociosamente a Mark y al hombre que caminaba lentamente hacia el área del bar; el extraño llevaba un abrigo verde oscuro y se había sentado en la silla alta del final. Ellos se quedaron sentados uno al lado del otro, ninguno se movió ni hablo. Finalmente, Mark le dijo algo, retrocedió y señaló hacia la puerta.

Yerim frunció el ceño. Nunca había visto a Mark decirle a alguien que dejara el restaurante, y se preguntaba qué podría haber dicho o hecho. El hombre se giró en la silla, miró a Mark durante un largo momento antes de ponerse de pie, levantar el vaso de vidrio con una sonrisa y salir. Mark ni siquiera trató de evitar que se llevara el vaso.

Yerim frunció más el ceño mientras veía al hombre que se movía como buscando a alguien mientras se dirigía a la puerta. Eso, en verdad fue un poco espeluznante, y después de verlo, se alegraba de que Mark le hubiera pedido que se fuera.

Después de que el hombre del abrigo verde oscuro se alejara, Mark se movió y se dirigió hacia el fondo. Preocupada, Yerim dejó las notas a un lado y le siguió para preguntarle si todo estaba bien. Se dirigió a la oficina; él ni siquiera se molestó en cerrar completamente la puerta antes de tomar el teléfono y empezar a marcar.

Yerim se detuvo ante la puerta medio abierta cuando captó algunas palabras.

—Jaehyun —saludó Mark en voz baja—. Pensé que te gustaría saber que tuve una visita esta noche.

Yerim miró alrededor y se acercó a la oficina, poniendo oído. Después de un momento Mark dijo:

—Nakamoto está en la ciudad. No, estaba justo aquí... No sé cómo cojones se enteró, pero necesito que cuides tu espalda, amigo.

Yerim se quedó en blanco ante la puerta por una fracción de segundo, antes de retroceder lentamente, esperando que nadie la hubiera oído. Necesitaba encontrar a Taeyong.

Él estaba en el área de servicio, enseñándole al nuevo camarero cómo se llenaba apropiadamente la cafetera. Mientras le daba las instrucciones, sonrió a Yerim que entraba al área; la miró y arqueó una ceja ante la expresión que traía.

—Sabes que Jaehyun y Mark son amigos, ¿verdad? —preguntó ella sin preámbulos.

Taeyong tensó sus hombros, pero sus manos seguían en movimiento.

—Sí —dijo girándose hacia ella.

—Mark acaba de hablar con él por teléfono —le dijo Yerim, un extraño frío la recorrió—. Le dijo que se cuidara las espaldas porque alguien llamado Nakamoto estaba en la ciudad. ¡Que se cuidara la espalda! Taeyong. ¡Eso no es algo que se le dice a un anticuario!

Taeyong mostró su inusual carácter y lanzó su toalla con frustración.

—¿Y qué, Yeri? —preguntó, rehusándose a mirarla.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Yerim confundida.

—Jaehyun ya no es asunto mío —le dijo en un rudo murmullo, girándose a limpiar el mostrador. Sus hombros se hundieron y bajó la cabeza.

Yerim dio un ligero paso hacia atrás y miró a Taeyong, la tristeza escrita en el rostro.

—Lo siento, Tae —se disculpó débilmente, queriendo preguntar qué había sucedido, pero sabiendo que no podía presionar más—. ¿Pero... no estás ni un poco... preocupado?

Martes | JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora