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Como las semanas anteriores, Jaehyun pasaba las noches de los martes después de que el restaurante cerraba, con Taeyong y llegaba con gran exactitud cada viernes por la mañana y se quedaba todo lo que le fuera posible. En ocasiones se iba el sábado por la mañana.

Ahora, era otro martes, tres noches antes del día de San Valentín. La decoración del restaurante era elegante como siempre, pero había rosas frescas, en su mayoría rojas, rosas y blancas llenando floreros alrededor del comedor, y muchas damas llenaban el lugar. Los postres del menú mostraban el triple de opciones, música de violines promovía una atmósfera romántica, y el personal estaba teniendo dificultades en mantener las botellas de champagne frías por la rapidez que salían. "Martes" estaba lleno en toda su capacidad, con lista de espera todos los días de la semana.

Cuando Jaehyun entró en el restaurante, perdió su habitual aire de misterio por un breve momento, mientras miraba el ambiente con los ojos bien abiertos. No había esperado ver el restaurante decorado de esa forma. Se recuperó rápidamente, y su educado rostro regresó a su diplomática máscara.

Jihyo, como de costumbre, al verlo, lo saludó con una sonrisa y lo invitó a entrar, guiándolo a una de las tranquilas mesas. Jaehyun la siguió en silencio y discretamente, tomó una rosa de un florero del camino. Cuando Jihyo le mostró su mesa, sacó la rosa como por arte de magia de su arrugado abrigo y se la dio con una pequeña sonrisa.

Ella sonrió ampliamente y le dio las gracias antes de hablarle a Yerim para que lo atendiera e irse. Jaehyun la vio irse antes de robar otra rosa y tomar asiento. No pudo evitar sentirse decepcionado de no estar en la sección de Taeyong, pero algunas veces era divertido verlo de lejos. Suponía que él podía tolerar a la curiosa camarera por una noche.

Quizás ella estaba demasiado ocupada para curiosear. Jaehyun se sentía muy animado esta noche.

No pasó mucho tiempo antes de que Yerim apareciera.

—Buenas noches, señor. ¿El especial? —preguntó ella.

—Sí, por favor —contestó Jaehyun asintiendo. Sacó la rosa escondida con un elegante movimiento de su mano y se la dio con una pequeña sonrisa—. Gracias.

—Oh, gracias —dijo ella, sonriendo un poco más que de costumbre—. Regreso con su vino en un momento —mientras ella caminaba al área de servicio, se encontró a Mark que le dijo algunas palabras. Ella asintió, en respuesta y se alejó, y Mark se dirigió a la mesa de Jaehyun, tomando asiento en la silla opuesta, sentándose pesadamente.

—Maldita mierda de San Valentín —murmuró Mark tan pronto como tomó asiento.

Jaehyun arqueó una ceja y levantó la cabeza.

—Patán —lo acusó suavemente.

Mark arrugó la nariz.

—La navidad es mi tipo de festividades. El día de San Valentín, estoy agotado buscando joyas qué comprar, ¿sabes? —dijo defensivamente—. Y los malditos violines me causan migraña —estaba gruñón—. Desafortunadamente, hago más dinero con esta simple celebración que lo que hago en un mes, si no más.

—Sí —murmuró Jaehyun—. Yo también —suspiró viendo a lo lejos, no podía recordar la última vez que no había trabajado en alguna festividad. Las festividades hacían a la gente descuidada; ellos piensan que todo el mundo está descansando. Jaehyun sentía un pequeño y perverso placer al mostrarles lo equivocados que estaban.

Mark bufó y se recargó en el respaldo de la silla.

—Como sea, tú tienes una razón para que te guste este día ahora, ¿no es así? — murmuró, las chispas en su mirada desmentían su molesta expresión—. ¿Alguien con quien pasar el tiempo?

Martes | JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora