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Taeyong revisaba el tablero de esa especial tarde marcándolo artísticamente con rojo y gris. Jihyo le había rogado salir temprano para poder estar con sus hijos en Nochebuena y él era el único que trabajaba en el comedor. Después de que acabaran las dos fiestas de la tarde y todo estuviera limpio, el restaurante se quedó vacío. Únicamente quedaba el chef, dos ayudantes de cocina y él. A esta hora, la mayoría de la gente estaba en casa con su familia, y el clima no ayudaba al negocio. Había estado nevando fuertemente durante todo el día.

Estaba tarareando una canción de navidad en el vestíbulo, todavía no se cansaba de los villancicos y del espíritu navideño que inundaba a la gente en esta época del año. Como tenía mucho tiempo, se puso a trabajar en los horarios del personal de la siguiente semana.

Le llegó una ligera corriente de aire caliente. Sorprendido, se enderezó en la silla y miró alrededor para ver que había sido. Se quedó mirando un momento antes de poder entender. Era Jaehyun.

El hombre se detuvo en el vestíbulo y se quitó la bufanda mirando a su alrededor. Cuando sus ojos divisaron a Taeyong se detuvo e inclinó la cabeza ligeramente a un lado.

—Feliz navidad —saludó.

Taeyong parpadeó estúpidamente en respuesta.

—Felices fiestas —contestó finalmente. ¿Era martes? Sí, sí lo era.

Jaehyun miró alrededor del restaurante y se acercó, parecía deslizarse con su largo abrigo rodeándolo.

—Gracias por lo que hiciste —dijo mientras se acercaba.

Taeyong sabía exactamente de lo que hablaba Jaehyunn; pensó en los días pasados, preguntándose qué estaba sucediendo.

—De nada. Qu... —se detuvo, al darse cuenta que sería muy descortés—. ¿Quiere cenar? —improvisó.

—Eso estaría bien —contestó Jaehyun sin dejar de mirarle.

Taeyong se estremeció de repente, sintiendo esos oscuros ojos enfocados totalmente en él. Cerró sus manos detrás de su espalda.

—Bueno —dijo tranquilamente— Yo... preguntaba —dijo, mirando hacia un lado antes de que Jaehyun contestara.

Jaehyun asintió, moviendo la cabeza tratando de seguir mirando a Taeyong a los ojos.

—¿Cuánto tiempo más va a estar abierto? —preguntó.

Los ojos de Jaehyunn eran tan intensos, Taeyong trató de no caer a sus pies. Miró el elegante reloj de hierro en la pared.

—Cerca de una hora —contestó temblorosamente. ¿Qué podría hacer con sólo Jaehyun en el restaurante?

—Así que estarás libre en una hora —supuso Jaehyun inclinando la cabeza a un lado. Parecía que nunca hubiera suficiente poder detrás del volumen de su voz. Eso era otro rasgo intrigante de un hombre tan grande.

Taeyong deslizó su mano en el bolsillo, tratando de esconder el ligero temblor de sus dedos. Su pulso estaba ya acelerado mientras observaba al otro hombre.

—Sí —contestó sin preguntarse sobre el propósito de la pregunta. Si se lo hubiera pensado no hubiera sido capaz de contestar coherentemente. Entonces añadió como distraídamente—: En realidad estaba listo para cerrar temprano. Eres el primer cliente en casi dos horas.

Jaehyun inclinó la cabeza hacia el otro lado y asintió secamente, dejando que sus ojos vagaran sobre Taeyong pensativamente.

—Así que si me marcho, tú podrías, en teoría, haberme encontrado en el vestíbulo en digamos, quince minutos —asumió.

Martes | JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora