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El brillante sol caía sobre la nieve que cubría las aceras reflejando el brillo e iluminando el camino. El centro de Chicago era un laberinto de concreto y metal que hacía que todo el frío se quedara abajo igual que una hielera. Durante el verano, te podías asar, ahora te podías congelar si el viento soplaba. Sería peor si el viento viniera del lago, ese frío podría congelar el agua en apenas unos minutos.

Taeyong caminaba por la calle con su grueso abrigo de lana, su bolsa sobre un hombro y el teléfono móvil en la mano.

—No, no lo creo —decía—. He estado fuera todo el día, y estoy helado, necesito un maldito descanso.

—Bueno, deberías venir a cenar pronto. Jean-Michel teme que ya no te guste su comida —le decía Mark al teléfono.

—Debería conocerme mejor —dijo Taeyong divertido—. Bien. ¿Qué te parece el jueves?

—Me parece bien. Reservaré una mesa para nosotros —respondió Mark, feliz—. ¿Cómo estás?

—Muy bien, supongo. No me quejo —contestó Taeyong vagamente.

—Entiendo. Hablaremos en la cena —comentó Mark.

—Supongo que debería visitar el restaurante más a menudo —respondió Taeyong, su tono era distante y plano.

—Haz lo que necesites hacer, chico. Hablaremos mañana.

—Bien. Ahora regresa al trabajo —dijo Taeyong, con algo de alegría en su voz.

—Lo haré.

Taeyong cerró su teléfono móvil y lo deslizó dentro de su bolsillo. Sacudió la cabeza, después de casi seis meses, Mark seguía cuidando de él. O al menos eso intentaba. Taeyong finalmente había comenzado a protestar a principios del otoño.

Las primeras semanas habían sido horribles. Apenas podía despertar mucho menos levantarse y salir. Se había quedado en su apartamento, solo tratando de cubrir su cerebro sobre lo que había sucedido.

Dos semanas después del funeral, mientras alimentaba los perros, repentinamente recordó a Smith y Wesson. Una llamada a Mark reveló que la casa había sido vaciada y vendida en subasta no mucho después de la muerte de Jaehyun, fue comprada por un extranjero que aun no había llegado a reclamarla. Mark había intentado encontrar los dos gatos el día después de la muerte de Jaehyun, pero aunque los buscó por la casa de punta a punta, no los encontró y nadie del personal sabía nada acerca de ellos.

Jeno había desaparecido la noche en que Jaehyun había sido asesinado y no había señales de él ni de los gatos. Taeyong estaba devastado. Sabía que Jaehyun amaba esos gatos. Eran absolutamente monstruosos, pero aun así los amaba. Sólo esperaba que Jeno se los hubiera llevado.

Después de un mes, Mark llamó a su puerta y le dijo que si no quería regresar al trabajo en el "Martes" él le tenía otro trabajo.

Con la guía de Mark, Taeyong comenzó a ser un trasmisor de mensajes. Todo lo que tenía que hacer era contestar el teléfono móvil, tomar el mensaje, a menudo en códigos que él no entendía, llamar a alguien más y trasmitir la información. Tenía que ser preciso, rápido y lo más importante, mantener la boca cerrada. Después del primer enorme pago, Taeyong repintó su apartamento, remodeló la cocina, compró muebles nuevos por primera vez en su vida y se compró un nuevo y elegante guardarropa, con la ayuda de Yerim. Ella quería que socializara más. Aunque no le apetecía, después de un par de meses, empezó a salir con ella y sus amigos, solo para que lo dejara en paz. Encontró que la distracción realmente le ayudaba en ocasiones.

Después que el verano pasó, se dio cuenta que no podía quedarse sentado, y se unió a un gimnasio cercano. Encontró que era otra bienvenida distracción, por lo que empezó a acudir con regularidad, y se sorprendió al notar que su delgado tono muscular había aumentado un poco. También corría unos tres kilómetros en una pista de vez en cuando. Los cambios en su cuerpo lo hacían sentirse una persona diferente, una que le agradaba y cuando Mark sugirió que tomara clases de kickboxing también lo encontró placentero.

Martes | JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora