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Taeyong estaba sentado en el suelo, sonriendo con los cuatro cachorros alrededor de sus piernas luchando por ganar su atención. Se reía de sus acrobacias; le encantaba oír ese maravilloso sonido. Aun seguía un poco confundido. Había llegado a casa gracias a la cortesía de Yerim, que lo había recogido del hospital y llevado a casa junto con sus perros.

—¿Tienes idea del gran lío que esos pequeños monstruos hacen? —preguntó Yerim gruñéndole—. No te puedo decir cuánto pelo hay por todo mi apartamento.

—Te dije que tenías que cepillarlos —se rio Taeyong de nuevo por las cabriolas de los perros—. Pero ellos valen la pena. ¿Al menos, recuerdas sus nombres?

Yerim puso los ojos en blanco.

—No. Llamo "No" al amarillo, "Perro malo" al rojo, "Deja eso" al blanco, y "Detente" al azul —dijo ella graciosamente, refiriéndose a los pequeños collares de tela de colores.

—¿Qué te hacían? —dijo Taeyong levantando a Saffron y acunándolo más cerca.

—La comida —dijo Yerim cambiando de tema—. Traje varias cenas de Jean-Michel, y me dijo que si quieres algo específico solo tienes que llamar al restaurante, y él te lo enviara.

—Gracias, todos ustedes me han cuidado muy bien —dijo Taeyong, preocupado al ponerse de pie con dieciséis patitas alrededor de él. Yerim sonrió desde la barra y empezó a desempacar cajas.

Los dedos de Taeyong pasaban por el suave pelo de los cachorros cuando se sentó en el sofá, calmándose. Se había cansado con el viaje a casa. Podía decir que estaba mucho mejor, pero los doctores le habían ordenado quedarse en casa al menos otra semana. Se preguntaba qué haría los martes en la noche y los viernes.

Su mente divagó hacia Jaehyun. Lo que le había dicho en el hospital le inquietaba. Estaba preocupado y un poco asustado del misterioso peligro. Era mucho más fácil permanecer ignorante de lo que Jaehyun hacía cuando no estaba a su alrededor. Porque había empezado a hacerse preguntas, y aunque no las dijera en voz alta, su tensión y preocupación aumentaba. Algunas veces pensaba sin poder evitarlo, ¿y si lo que hace Jaehyun es ilegal? Taeyong ya sabía que su trabajo era peligroso, a pesar de que le asegurara que él estaría bien. Cada vez que le veía herido, estaba un poco más asustado por su amante. Y ahora, quizás un poco por sí mismo.

Jaehyun parecía ser intrépido y estaba aterrado por Taeyong, ¿no debería él estar asustado también?

El timbre del teléfono lo sacó de sus pensamientos. Descolgó haciéndole una seña a Yerim de que él contestaría.

—¿Hola?

—¿Cómo estás? —preguntó la suave voz de Jaehyun.

Taeyong miró a Yerim que estaba ocupada desenvolviendo cosas.

—Estoy mejor ahora. Aunque aún hablo despacio —su voz se calentaba mientras hablaba. Le extrañaba desde su última visita en el hospital, donde se quedó durante cuatro días. Jaehyun no había regresado a visitarlo ni siquiera el viernes y Taeyong había estado tratando de no preocuparse.

—Bien. ¿Qué estás haciendo ahora?

—Jugando con los cachorros mientras Yeri prepara la comida. Jean-Michel envió toda mi comida favorita, suficiente para un ejército.

La línea se quedó en silencio durante un momento.

—¿Ella te trata bien?

Si bien Taeyong estaba acostumbrado a las largas pausas de Jaehyun, también era cierto que estaba acostumbrado a estar frente a él cuando eso ocurría. De por sí ya era difícil describir las emociones de Jaehyun en persona. Por teléfono era virtualmente imposible. Así que la pausa pilló a Taeyong fuera de guardia.

Martes | JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora