Martes | Jaeyong

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El timbre sonó casi exactamente a la hora que Mark le había dicho a Taeyong que llegarían. Colocó su cartera en sus vaqueros, cogió sus llaves, y salió dejando atrás a los desesperados cachorros ladrando y saltando mientras él se apuraba a bajar las escaleras.

Se detuvo ante la puerta de vidrio cuando vio a Jeno afuera, sorprendido y confundido de ver al hombre. Abrió la puerta.

—¿Jeno?

—Buenos días, señor —saludó Jeno mientras señalaba la enorme camioneta negra estacionada en la calle.

Taeyong vio a Hendery en la camioneta y lo saludó con un movimiento de su mano. Luego volvió a mirar a Jeno. Si era el chofer de Jaehyun el que lo iba a llevar a la casa de Mark, eso quería decir...

—Nos quedan varias paradas antes, señor —dijo Jeno correctamente. Caminó hacia la puerta trasera del todoterreno y la abrió para él.

Tragando saliva, Taeyong metió sus manos en el bolsillo, lo siguió y subió a la camioneta sin comentarios. Saludando con un movimiento de cabeza a los otros voluntarios que Jeno ya había recogido; todos se veían medio adormilados. Cuando Jeno cerró la puerta, el ruido se repitió en sus oídos y Taeyong cerró los ojos. Repentinamente sintió que sería un día muy incómodo.

El resto del viaje para recoger a los otros voluntarios y llegar a la casa de Mark fue tranquilo y sin problemas. Mark los estaba esperando en los escalones de piedra de la entrada de su gran casa cuando ellos llegaron.

—¡Buenos días! —dijo animadamente—. Tengo café y desayunos de varios tipos en la cocina —ofreció estrechando la mano de cada uno—. Buenos días, Tae —le dijo con una sonrisa mientras tomaba la mano de Taeyong—. Gracias por venir.

Taeyong asintió lentamente, estudiando a Mark. Se le ocurrió que Mark podría saber que él y Jaehyun habían terminado. Seguramente lo sabía, y si Jaehyun realmente estaba aquí, Mark querría exponer a Taeyong a esta situación, ¿cierto? Le ofreció una media sonrisa y siguió al resto al interior. Su estómago estaba revuelto.

Cuando entraron dentro de la casa, vieron que el traslado de muebles ya había comenzado. Había marcas en las paredes en donde habían estado colgadas pinturas y los adornos de los estantes habían sido retirados. El vestíbulo se veía como si una manada de elefantes hubiera querido jugar al ajedrez con los muebles, pero nada parecía haber sido sacado fuera.

Cuando se acercaron a la cocina, oyeron un repetitivo ruido en la habitación de al lado. Cuando Mark los pasó comenzó a reírse, se detuvo en el marco de la puerta de la cocina y escoltó a todo el mundo hacia allí mientras miraba en la dirección de donde había venido el ruido.

—Ven a desayunar, Yoonoh. Eso puede esperar —gritó.

Taeyong se detuvo tan repentinamente en la entrada de la cocina que Jihyo chocó con él. Se giró para disculparse mientras los demás se reían en el pasillo, bromeando acerca de que seguía dormido.

—No es desayuno cuando has estado despierto toda la jodida noche, Mark —contestó la voz de Jaehyun y se dejaron de oír los ruidos—. ¿Encontraste la cinta de pintor? —preguntó en un tono de voz molesto mientras salía del cuarto justo a tres metros de Taeyong. Su mirada estaba dirigida a Mark mientras hablaba, pero cuando vio a Taeyong pareció estremecerse ligeramente, parpadeó en un tenso silencio antes de recuperarse y regresar la mirada hacia Mark sin ninguna otra reacción ante la presencia de Taeyong.

Todas las conversaciones terminaron cuando Jaehyun entró y miró a todo el mundo a los ojos.

Mark gruñó y asintió sacando el rollo de cinta azul de su bolsillo. Se lo lanzó a Jaehyun y murmuró acerca del desayuno mientras regresaba a la cocina, obviamente esperaba que lo siguiera.