Capitulo 12

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Directo al infierno.

Kary:

La iglesia era un total caos, hace dos horas todo había salido a la luz, resulta que cuando hablaba con China la madre superior nos estaba escuchando, y aquí estoy, en la oficina del padre como si fuera una criminal, intentan interrogarme de todas las formas, pero me reusó hablar, ya dejé claro que solo hablaría con el de los Farringdon, pero la madre desde hace rato se había negado a llamarlos, y por más que le rogaba a mi amiga con los ojos para que lo haga está solo me ignoraba, qué idiotas, si me quedo aquí, el peligro más grande será para ustedes.

Suspiro frustrada, el doctor sigue preguntando, pero no me molestó en mirarlo ni siquiera.

—Kary. —la madre no se acerca con muy buen genio.

—Por el amor a Dios, tienes que colaborar, llevamos horas en esto y queremos ayudarte.

—Si quieren ayudar, traigan a la guardia aquí y ya. —la encaro, pero mi rostro se suaviza cuando la veo a los ojos. La madre superior era ese tipo de mujer que transmitía calma y tranquilidad, puede ser algo severa, pero sí es una representación muy buena de una persona entregada completamente a Dios.

Respiro hondo, intentando calmarme para volver a hablar, pero una de las hermanas entra corriendo al despacho de la iglesia.

—¡Los Farringdon están aquí! —avisa con voz agitada y todos nos ponemos de pie.

La madre no entiende nada y el doctor me mira e intenta hacer que me calmé, pero la seguridad con la que había pedido que los llame se había esfumado ahora que sabía que estaban aquí, recuerdos del día en el que me capturaron llegan a mi cabeza y las piernas no me están funcionando bien, así que vuelvo a tomar asiento. 

—¿Quién los ha llamado? —habla la madre asustada mientras nos mira a todos.

—Yo. —habla el padre a sus espaldas.

—Padre… Se suponía que íbamos a resolver es...

—La joven sabe lo que hace, esto no es un caso cualquiera, estamos hablando de un demonio que estuvo en la iglesia, quizás ayer tuvimos suerte, pero todos podemos morir la próxima vez. Además, la hermana está de acuerdo con todo esto, ¿no es así? —no sé qué decir, si lo quería, pero ahora que están aquí, el miedo vuelve a mí.

—Sí, yo lo he pedido. —hablo mientras intento parecer segura.

—Quieren pasar. ¿Qué hago? —la madre no sabe qué decir y solo le queda suspirar mientras se resigna.

—Que pasen. Todos menos el padre y la hermana Kary salgan, por favor. —los demás captan la orden de la Madre superior y salen, yo me quedo en mi sitio mientras aprieto las manos en mis muslos.

Las puertas se abren y no me muevo, de alguna manera reconozco las pisadas que lentamente se mueven hasta quedar frente a mí.

No quiero mirar, pero me obliga al tomarme de la barbilla, pongo los ojos en el hombre de edad avanzada frente a mí; tiene los ojos de color verdes oscuro que representan temor e intimidan a cualquiera, su cabello está bien peinado completamente blanco por las canas y, su rostro tiene arrugas marcada por los años, es el líder de las tropas de los Farringdon, el mismo hombre que me arrebato de los brazos de mi madre hace años, el mismo que me dio como carnada y el mismo que ahora me mira con superioridad.

Me escaneó con la mirada y, como es de esperarse, no tardó en reconocerme.

—Kira Elizabeth Bennett. —dice lo que es mi nombre completo. Mi verdadero nombre es Kira, no Kary, pero siempre me gustó más el segundo.

—Señor Farringdon. —me levanto asiendo el debido saludo que se le hace a una persona de su nivel, no se inmuta y lleva las manos hacia atrás.

—Creí que a estas alturas ya estarías muerta. —dijo sin disimular para nada su insinuación, tanto sus soldados como los superiores en la iglesia no dicen nada y solo observan la conversación.

Levantó el mentón para verlo y doy un paso frente a él, le dedicó mi sonrisa más hipócrita y pongo los ojos más chiquitos.

—Lo mismo digo de usted, señor. —digo suavemente.

—Debo darle créditos, con su edad, aún respira. —arruga las cejas mientras acorta la distancia entre nosotros.

—Déjese de estupideces y dígame qué es lo que pasó con el demonio. —vuelvo a tomar asiento.

Sus guardias le traen una silla y hace lo mismo frente a mí. Le empiezo a contar todo lo que pasó desde que tenía siete años, la fuente y también lo de anoche. La madre superior se llevó la mano a la boca con todo lo que yo contaba, el hombre frente a mí no decía nada y simplemente escuchaba.

—Ya veo… —fue lo único que dijo. Una vez terminó, el sacerdote quiso decir algo, pero el hombre de cabello canoso lo interrumpió.

—Ella vendrá con nosotros. —intenta salir del despacho, pero la madre se le atraviesa

—Con todo el respeto que se merece…

—No está a discusión, el caso de Bennett es delicado, a eso agregué que es una R-T y es ilegal tener a una escondida, y podría mandarlos a todos a la cárcel.

—No lo sabían, así que no los metas en estos. —agregó y no me miró.

—Tienes una hora para despedirte y empacar tus cosas, seré generoso, ya que esta vez sé que no escaparás y no te volverán a ver. —sale sin decir nada más, y yo no sé ni cómo empezar. Nunca he sido buena para las despedidas, puesto que nunca me han alejado de buena manera de la gente que quiero.

—¿Estás segura de que te quieres ir? —la madre habla con la voz algo temblorosa, siempre pensé que no le caía muy bien, ya que soy una de las que más regañaba por distraída, pero es todo lo contrario. Llegué aquí gracias al padre, a los siete. Es obvio que soy como una hija para ella, aunque siempre me regañe.

—Es necesario. —le digo antes de abrazarla. China, Vanessa y Ruby entran al despacho y se me tiran encima.

Ruby no deja de decirme entre lágrimas y enojo que soy una idiota por querer irme del convento y que mi lugar está aquí; China, por otro lado, no sabe que decir, me abraza y está en shock aún, aunque fue la primera en saberlo todo, y Vanessa no deja de llorar pidiéndome que me quedé casi de rodillas, me parte el corazón verlas así, pero esto es por su propio bien, si no me voy las lastimarán y nunca me lo perdonaré.

Empacó algunas cosas que creo necesarias, aunque sé que voy a estar en la cerda con los demás RT, pero no pierdo la esperanza.

Ya después de que pasará la hora, uno de los hombres del viejete viene por mí, le doy un último beso a mis amigas y un abrazo a todos para luego irme para subir el carruaje, se me coloca al lado del líder, el silencio es incómodo y aunque todo párese tranquilo a simple vista, sé que voy entrando directo al infierno otra vez…

Ya después de que pasará la hora, uno de los hombres del viejete viene por mí, le doy un último beso a mis amigas y un abrazo a todos para luego irme para subir el carruaje, se me coloca al lado del líder, el silencio es incómodo y aunque todo pár...

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REDENCIÓN OSCURA (1# Trilogía Lazos Oscuros) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora