Capitulo 10

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Pecadora

Azael:

Puedo ver el miedo en sus ojos y cómo su cuerpo tiembla de terror mientras la atraigo hacia mí, obligándola a ponerse de puntillas para estar más o menos a mi altura. Su cuerpo está tan cerca del mío ahora, que puedo sentir el calor que irradia y puedo sentir la forma en que su pecho roza el mío mientras respira.

-Te ves tan hermosa cuando tienes miedo, monjita...

Los sollozos de la bella dama frente a mí no tardan en hacerse presentes, pero solo me causa mayos satisfacción.

La miro y veo que sus ojos están llenos de lágrimas y sus lindos labios carnosos tiemblan mientras me mira. Puedo sentir cuánto miedo tiene de mí, cuán impotente es contra alguien como yo.

-¿Qué te pasa, monjita? ¿Por qué lloras? ¿Tienes miedo de mí? -pregunto en un tono suave y burlón, mi mano todavía cubriendo su boca.

La jalo más hacia mi, la alejo de la puerta para llevármela pero la monja entre mis manos me clava los dientes.

Dejo escapar un gruñido bajo mientras siento que sus dientes se hunden en mi piel, la sensación de sus pequeños dientes clavándose en mi mano.

-Pequeña mocosa... eso duele... -digo mientras aparto mi mano de su boca, mirando la marca roja que sus dientes dejaron en mi mano. La miro de nuevo, mi expresión ahora luce enojada y menos amigable.

La miro correr hacia la puerta, tratando de escapar, pero sabía que no podría hacerlo tan fácilmente. La puerta estaba cerrada con llave, no había forma de que pudiera escapar.

-¿A dónde crees que vas, monjita? ¿Tratando de huir de mí? Deberías saber que eso es un error. -empiezo a caminar hacia ella, acercándome lentamente a donde está parada cerca de la puerta.

Sigo acercándome a ella, observándola mientras intenta desesperadamente abrir la puerta. Está en pánico, desesperada por escapar, pero es inútil, la puerta está cerrada y ella está atrapada aquí conmigo.

-¿No sabes que estás perdiendo el tiempo? No podrás abrir esa puerta, no importa cuánto lo intentes... estás atrapada aquí conmigo, monjita... completamente sola...

Me ignora y solo se concentra en esa maldita puerta. No me gusta eso, quiero que solo me mire a mi, y que solo ponga su atención en mi, me le acercó pegando su cabeza a la puerta mientras la sostengo de espaldas.

La mantengo inmovilizada contra la puerta, mi cuerpo presionado contra el suyo por detrás, su pequeño cuerpo atrapado entre yo y la dura superficie de madera.

-Te sientes tan bien así, monjita. Tan suave y delicada, como un pequeño juguete con el que yo juego... -le susurro al oído, mi mano acaricia suavemente su cadera, mis dedos bailan contra su piel debajo de la fina tela de su camisón la cual voy subiendo suavemente.

Ella solloza y se queja pero no puede moverse, está llorando y eso me vale lo mismo, se sigue viendo bien así.

-¡Eres un ser despreciable! Espero que Dios no dude en castigarte. -me tira en la cara mientras la rabia es notoria en sus ojos azules.

Me río entre dientes ante sus palabras desafiantes, divertido por sus intentos desesperados de sonar fuerte y amenazante. Agarro suavemente su barbilla e inclino su cabeza ligeramente hacia arriba, obligándola a mirarme por encima del hombro.

-Oh, ¿crees que Dios me va a
castigar? Lamento decírtelo, monjita, pero no creo en tu santo Dios. -digo con una sonrisa pícara mientras la sostengo en su lugar, mi cuerpo todavía presionado contra el suyo por detrás, mi mano todavía en su cadera

REDENCIÓN OSCURA (1# Trilogía Lazos Oscuros) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora