No todo es lo que parece en el epílogo:
En un mundo gobernado por demonios, donde los humanos sobrevivían no por poder o riqueza, sino por el valor de su sangre, la oscuridad reinaba en cada rincón. Las almas se perdían con facilidad en un ciclo int...
La sangre me hierve como la lava recién salida de un volcán, como se atreve a salir corriendo de mí, es una maldita cobarde, que sí el pecado esto, que sí el pecado aquello, como si yo no pudiera ver el deseo en sus ojos. Termino de sanar las heridas de mi cuerpo sentado en mi cama, levanto la vista para ver el cuadro en la pared frente a mi cama, aquella chica de ojos azules que ahora ya es toda una mujer, una mujer que sigue causando tal efecto en mí desde el primer momento que la vi.
Nunca supe que demonios causa esta mujer en mí, y como, pero es como si yo fuera adicto a ella con tan solo verla tenido a mi alcance dos veces, la primera vez fue cuando la conocí, estaba en medio del bosque asustada y sola, otra carnada para atraernos en intento de atraparnos, en ese entonces yo aún tenía 110 años, todo un crío todavía, la vi tan pequeña y tan indefensa que me quedé paralizado, pero lo que más me causo impacto fue esos ojos azules, tan profundos como el mar y tan indefensa como una paloma herida.
Nunca pude olvidar aquella mirada tan asustadiza que me dio, quedó tan plasmada en mi memoria que incluso hice un collar con sus ojos en ella, pero un evangelista con el que me encontré cuando era más joven me lo quito, e intento matarme, y ahora solo me quedan los retratos en mis paredes.
Pero ahora que ya sé dónde está, no hay forma de que se me escape. Por fin será mía y la tendré toda para mí, solo es cuestión de tiempo para eso.
La puerta de mi habitación se abrió sin avisar, no llevaba camisa, pero tampoco me moleste en buscar una para taparme, era Lilith Radcliffe, un demonio que hacía clara representación de lo que era la lujuria y el deseo carnal, su cabello es de un negro azabache y sus ojos de un rojo tan profundo como la sangre al igual que sus labios, siempre ha servido para dar buen placer, pero hoy no me apetece cogérmela, aún estoy cabreado por Kary y no me cabe nada más en la cabeza.
—Azael… —no me muevo, me quedo sentado en la cama esperando que se vaya.
Pero no lo hace, en cambio, se subió a la cama y, acariciando mis hombros por detrás, empieza a besar mi cuello.
—Lárgate.
—Estás tenso. —tenía razón, pero no era por el ahora, sino por el vivo recuerdo de la monjita que tuve entre mis manos.
—¿Eres sorda? Lárgate Lilith. —se detiene y luego me mira indignada, como si no fuera una prostituta barata.
—¿Estás así por lo del compromiso con Zagan? Lo he cancelado por si no lo supiste.
—Me vale tres pepinos tu vida amorosa, piérdete que me duele la cabeza. —me acuesto con los ojos cerrados mientras suspiro, ella se queda a un lado de la cama mirándome.
Acerca la mano a la unión de mi hombro y cuello, trazando sus dedos sobre las marcas de las uñas de Kary en mi piel. Cuando intentó alejarme, me clavó las uñas allí, pero conociendo a esa pequeña miedosa, seguramente ni siquiera se dio cuenta.
—¿Estuviste con otra? —la escucho decir.
—Por eso tu comportamiento, me estás engañando.
—No recuerdo que fueras mi mujer. —frunció el ceño al mirar mi cara y notar que sus protestas me daban igual.
—Por si no lo sabes, todos los hijos del rey se deben casar para no arriesgarse a perder el linaje.
—Yo ya tengo mujer, pero gracias por la oferta. —mis palabras cargadas de sarcasmo mientras la miro.
—Sabes que no hay mejor opción que yo.
—Estas con Zagan. —ella aprieta la mandíbula.
—Deja los celos, te dije que no estoy con él, y no tienes que tratarlo mal por eso.
—Lo trato como lo que es, un hijo de puta, y ya te dije que te largues. —a rabia se le nota en los ojos, se baja furiosa de la cama y sale de mi habitación.
Suspiré disfrutando del silencio, el cual no duró mucho, ya que Morax entró a mi cuarto como si fuera suyo.
—Hoy nadie sabe tocar la puerta. —dije con un indicio de irritación, me ignoro como siempre y se me paro al frente.
—Padre quiere verte, como siempre, hiciste otra mierda. —apreté la mandíbula, qué diablos hice ahora.
—Claro, ¿te puedes largar de una buena vez? —no le importo lo que dije, miro las heridas de mi cuerpo y luego volvió a mirar mi habitación «idiota» suspiro nuevamente mientras me pongo de pie y me coloco una camisa.
Cuando me vuelvo a dar la vuelta ya no está, y dejo la maldita puerta abierta, le voy a arrancar las bolas.
A regañadientes me muevo al despacho de la mansión, donde ya estaban Andras, Zagan y Morax que no sé cómo diablos llegó tan rápido y Naamah, los ojos de todos se llevaron hacia mí, en especial el del cabecilla
Gremory Harcourt, sus ojos negros me traspasan como si fueran cuchillos. Me vale, que me mire como él quiera, suspira y se pellizca la punta de la nariz del enojo.
—Espero que tengas una buena maldita explicación del por qué quemaste un bar completo con gente adentro.
—Empiezo a pensar que te agradan las escorias humanas, padre. —el frunció el ceño, estaba tensó y a punto de mandarme al diablo.
—Ese no es el maldito punto, tenemos un plan el cual llevamos a cabo, y tú lo estás jodiendo todo con tus estupideces. —mi mandíbula se tensa y mi lenguaje corporal se pone a la defensiva.
—Esos planes estúpidos no llegan a nada, lo lógico sería matarlos a todos de una vez y ya. — «Menos a mi monja»
—Tu comportamiento nos está afectando a todos, o te comportas, o tomaremos medidas drásticas. —hablo Andras que no se cansa de ser el rabo de Gremory.
—Azael, él tiene razón, por favor, ya no sigas matando gente sin razón, o arruinarás los planes. —mi vista se fue a Naamah quien me miraba con cara de “Cállate ya, no ganarás, esta pelea”
Suspiré intentando no joder esta mierda de una buena vez.
—No me arrepiento, y si soy sincero, lo volvería a hacer, pero, haré caso a sus peticiones y no mataré a nadie más, pero no por ustedes, sino por alguien más en especial. —le doy la espalda a todos y salgo.
Si fuera por mí, mataría a todos los humanos que habitan en la Tierra, pero ahora que sé que está viva y a mi alcance, la tendré para mí, y después de que la tenga, todos van a arder, todos…
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