Familia mentirita.
Kira:
Los pasos eran cada vez más tortuosos, mi corazón latía tan rápido que podía sentirlo subir y bajar por mi garganta como si lo fuera a vomitar. Caminando al lado de Azael, me llevaba a dónde sus parientes, parientes que ya había conocido, y que también sabía lo mucho que me detestaban. Mientras más cerca estaban, podía sentir como si tuviera callos en los pies, como si cada paso fueran agujas afiladas que no me permitieran seguir caminando, pero el fuerte agarre del demonio a mi lado me obliga a proseguir.
La familia Harcourt estaba reunida en el medio del estadio, todos los demonios aquí están de negro y aun así se puede ver cómo sobresalen con solo estar de pie allí, como si fueran lo mejor que ha escupido el inframundo.
Pero los Harcourt no son los únicos sobresalientes. Gracias a mi vestido bañado de un color carmesí, a lo lejos logro captar la atención de casi todos los presentes. Cuando por fin estamos frente a ellos, los Harcourt se voltean a verme con desprecio. Al frente estaba el rey, quien traía vino en una copa de oro.
—Enhorabuena. —la joven hermosa de la corte es la primera en acercarse, es muy parecida a Azael, y bastante diferente a sus demás hermanos físicamente.
—¿Qué se supone que estamos celebrando? —le respondió el hermano mayor, cuya identidad sigue intrigada.
—No es obvio… Vuestro hermano se ha comprometido, solo por eso deberíamos hacer un brindis. —levanta la copa y se da un sorbo, pero nadie la sigue.
—No está comprometido. —interviene la madre, el rey solo mira y no dice nada, pero siento su silencio aún más pesado que las mismas palabras de sus hijos e esposa.
—Estan siendo mal educados. —otro de los hermanos interviene, a este tampoco lo conozco.
—Mi nombre es Morax Harcourt, soy el tercer hijo. —besa mi mano y no sé qué decir, aunque tampoco me da tiempo de pensar mucho, ya que Azael me toma de la cintura atrayendo mi cuerpo más a su lado.
—Naamah Harcourt. —siguen las presentaciones con la chica desde hace un rato.
—Y ellos son Andras y Zagan Harcourt, los mayores, discúlpanos, al parecer alguno de mis hermanos olvidaron los modales.
—Basta con esta ridiculez. —habla Andras Harcourt, se aproxima hacia nosotros y se nos coloca al frente.
—Tienes agallas al traerla al reino siendo humana, y aparte una defectuosa, te lo concedo, pero no toleraré que insultes el apellido al traerla a un evento tan importante para la familia. —bajo la mirada atónita, Azael lo mira sin bajarle la mirada o cambiar su expresión gélida.
Intento retroceder para mantenerme apartada, simplemente no quiero seguir viendo cómo me humillan de esta manera, pero Azael me vuelve a atraer a su lado sin bajarle la mirada al hermano que mide un centímetro más que él, parezco un ratón entre leones.
—¿Cómo está tu esposa, Andras? —se limitó a decir Azael provocando que el mayor de los hijos del rey frunció el ceño.
—¿Ya le dijiste del bastardo tuyo que tuviste con otra mujer que no fue ella? —da un paso al frente y mira ligeramente a los alrededores.
—Supongo que sí, porque no la veo de entrometida por aquí. —todos se quedaron atónitos, la reina miró a su hijo molesto y el rey apretó la copa mientras los presentes más cercanos voltearon a ver la familia.
—¡No hables de lo que no sabes!
Responde Andras Harcourt. Su voz sale teñida de ira, pero aun así controla su tono y mantiene la compostura. Azael por otro lado, se limita a sonreírle sin humor a todos.—Tú síguele sumándole puntos a esta familia de mentirita que yo sé los restaré todos. —levanta la copa y luego se da un sorbo, se da la vuelta y me hace una señal con la cabeza para que me vaya con él.
Unos pasos cerca de las puertas, Raum se nos acerca y camina detrás de nosotros. Salimos del estadio, los guardias del inicio nos miran y bajan la mirada al verme con Azael.
Azael párese molesto, y aunque su cara sigue de piedra, lo sé por su lenguaje corporal. Cuando llegamos a su habitación, me toma del brazo y me obliga a entrar rápido chocando mi cuerpo con la pared, obligándome a soltar un quejido.
Levantó la cabeza para mirarlo, los dos soles que lleva como ojos están ardiendo, se acerca para besarme pero lo apartó.
—¡¿Pero qué diablos te pasa?! —no logré moverlo mucho, pero él mismo se dio la vuelta y se alejó.
—Deberias dejar de ser una maldita sumisa delante de mi familia, no les des más motivos para matarte. —me quedo sin palabras, no sé qué decirle.
—No soy sumisa, simplemente no soy una escoria como tu gente. —me mira por encima de los hombros, me cruzo de brazos, pero no lo miro. Sé que si busco sus ojos, terminaré de muy mala manera.
—Escorias o no, aquí estás, mía y punto, así que compórtate. —deja de mirarme y sus palabras me molestan demasiado.
Camino hacia la cama para sentarme, pero no me siento. Quiero reprimir las palabras, pero el enojo no me lo permite.
—¡Solo quiero estar en paz, tú puedes tener sexo con cualquiera, a mí no me jodas y déjame ir! —se quedó en silencio por unos segundos que son eternos. Se da la vuelta para mirarme.
—Tienes razón.
—¿Qué?
—Puedo tener sexo con quien quiera.
—entrecierro los ojos e inclino la cabeza a un lado para verlo, ¡lo va a aceptar tan rápido!Camina hacia mí y me clava en la cama sin avisar, quedando sobre mí con su aliento en mi cuello, pasa sus labios por mi piel hasta llegar a mi oreja.
—Pero el sexo solamente es adictivo con la persona correcta. —clava los dedos en mi cintura y mete su rodilla entre mis piernas, sacándome un gemido.
—Y para tu mala suerte… tú ya lo eres todo para mí. —las palabras se me quedan en la garganta cuando besa mi cuello…
—Así que será mejor que te acostumbres…
—No puedes hacer que me enamore de ti. —el azul de mis ojos se encuentra con el dorado de los suyos, hace uso de la sonrisa retorcida que tanto se carga y aprieta mis caderas.
—¿Quieres apostar?
—Me iré de aquí, eso… Te lo juro…
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REDENCIÓN OSCURA (1# Trilogía Lazos Oscuros)
Mistério / SuspenseNo todo es lo que parece en el epílogo: En un mundo gobernado por demonios, donde los humanos sobrevivían no por poder o riqueza, sino por el valor de su sangre, la oscuridad reinaba en cada rincón. Las almas se perdían con facilidad en un ciclo int...