Capitulo 1

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Crisis

Narrador:

Entre los más oscuros rincones del pueblo de Blackwood, lugar apartado de las manos de Dios, dónde solo existen la desgracia y la miseria, los lamentos y la impotencia. La brisa sopla fuerte alborotando las hojas de los árboles. Las personas corren de un lado a otro buscando un lugar donde esconderse de aquellos que vienen de camino.

—¡Están aquí! —los gritos se escucharon a lo lejos, eran los Farringdon, el segundo gobierno al poder.

Aquí solo había un reino válido, y era uno dominado por demonios, incontrolables bestias sedientas de sangre y venganza hacia los humanos, obligando a hacer sus esclavos a aquellos menos afortunados, eran temidos y lo disfrutaban, tanto que su gobierno ha durado por décadas.

Pero los demonios no se relacionan con los humanos amenos que sea para  cazar, por eso permiten un segundo gobierno, este que es creado por humanos, los Farringdon, siendo la única familia digna del lugar y libre de los de sangre impura que atraen a los demonios; años tras años intentando acabar con ellos, pero las bestias siempre tienen un paso antes que todos aquí, su forma retorcida de pensar es demasiado impredecible, y nunca se sabe en dónde estarán ni cuando se revelaran, se llevó a la conclusión de que la única forma de atraerlos es con lo más valioso para ellos, la sangre R-T, por eso usan a las personas con ese tipo como carnada para ellos y así acabar con ellos, pero hasta el último rayo de sol visto, no se ha logrado nada, y miles de vidas se han pedido la batalla.

Las fuertes pisadas de los caballos se escuchan a lo lejos, para cuando ya están en la entrada de aquel miserable lugar, ya no hay nadie afuera de sus hogares. Todos saben a qué vienen, un RT está aquí y han venido a buscarlo. Los hombres de finas telas y aspecto intimidante se bajan de los caballos, estando frente a una casa, pequeña, pero no en tan mal estado. El mayor entre ellos y el que pareciese ser el líder de los soldados tocó la puerta, escuchándose solo el suave golpe en la madera vieja.

—Buenas noches. —una mujer de largos cabellos rizados sale ante aquel hombre de mediana edad, intenta parecer tranquila, pero realmente el miedo la consume por dentro.

El miedo de tener que entregar a su pequeña hija.

—¿Dónde está? —preguntó el hombre sin rodeos, la mujer tragó en seco y con todo el valor que encontró le respondió.

—Lo lamento, aquí no hay una persona como las que ustedes buscan caballeros. —el hombre suspiró casado de las excusas de la gente siempre que visitaban una casa.

—Creo que no me está entendiendo dama, ¿dónde está? Y no lo volveré a repetir.—Volvió a decir aquel hombre, pero esta vez con más firmeza, el tono de su voz no había aumentado, pero intimidaba a con solo una mirada.

—Ya les dije, solo estamos nosotros, mi marido y mis dos hijos varones, todos somos tipo A-P. —volvió a hablar la mujer, pero el hombre, no muy convencido, ordenó a los suyos que revisen todo el lugar.

—¡Mamá! —dijo el niño pequeño, el cual estaban arrastrando afuera junto con su hermano y el marido de la mujer. La madre, quien intenta socorrer por ellos, es detenida por otro guardia, el cual la toma de la muñeca y le levanta la manga.

—Ella no es, señor. —
Dice el hombre, y el otro asiente.

—Revisen a los otros también. —ordenó el mayor entre ellos, y así fue. Todos fueron comprobados en las muñecas, pero ninguna tenía marcadas las venas azules en la muñeca.

—No hay nada, señor. —dijo uno de los guardias que sale de la casa.

—Se lo dije, por favor, deje a mi familia. —el hombre mira a la mujer y su expresión se suaviza, ordena que lo suelten a todos.

—Vámonos. —una vez escucha esas palabras, la mujer vuelve a respirar tranquila por un momento. Por un momento, un ruido se escuchó de dentro de la casa, los hombres volvieron a entrar y esta vez no salieron con las manos vacías.

—¡Mami! —la niña arrastrada entre las manos del guardia llora por su madre, quien es tomada de nuevo por los hombres de blanco.

—¡Déjenla, por favor! —el padre intenta liberarse, pero es inútil, y solo logra que lo inmovilizaran contra el suelo.

—Es ella, señor. —levanta la manga de la niña, mostrando las venas azules entre su pálida piel.

El hombre hace una señal para que suban a la niña, la cual gritaba asustada.

—¡Por favor! Es solo una niña. —el hombre la encara mientras saca su espada.

—Mentirle a las autoridades es una falta muy grave. —el frío metal atraviesa a la mujer perforando su carne en un punto vital.

—¡Saraaaaa! —el grito del esposo y los sollozos de los niños retumban el lugar.

—Todo listo, señor. —el mayor de los soldados camina hacia su caballo volviendo a guardar su espada.

—Usted… Ustedes solo la van a matar como hacen con todos los demás iguales a ella. —la madre volvió a hablar utilizando sus últimas fuerzas. El líder se viene hacia ella, mirándola con aire, de superioridad.

—Se equivoca, intentamos proteger a las personas como ella de los malvados monstruos y que nos acechan. —respondió con calma y elegancia, sin una pisca de remordimiento en su mirada.

—¿A quién quiere engañar? Todos lo sabemos, sabemos que ustedes los usan como carnada, por eso nos escondemos. —el hombre no respondió, quedándose pensativo un momento.

—Una lástima. —el hombre azota al caballo para que eche andar.

—Mátenlos a todos. —ordena antes de alejarse con la niña ya capturada.

 —ordena antes de alejarse con la niña ya capturada

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REDENCIÓN OSCURA (1# Trilogía Lazos Oscuros) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora