Capitulo 11

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Lamentaciones

Kary

La luz de la ventana lástima mis retinas oculares, obligándome a separar los párpados. El dolor de algunas partes de mi cuerpo me obligó a moverme entre las sábanas, pero el ardor entre mis muñecas no me lo permitió. Levanté la vista al saber que no podía moverlas y notar que estaban atadas.

Las imágenes de la noche anterior llegaron a mi cabeza paralizando todo a mi alrededor, los recuerdos de ese maldito haciendo lo que quería conmigo me hicieron temblar el mentón. Las lágrimas volvieron a estar presentes en mis ojos mientras no me salía la voz, me moví hacia atrás para mirar mis piernas, la sangre entre las sábanas solo confirmaba lo que yo no quería aceptar, volví a jalar mis manos provocando más ardor, la desesperación se apoderó de mí y los gritos de desespero salieron por sí solos.

—A… ¡Ayuda…! ¡Ayudaaaa! —las lágrimas no paraba y mi voz se quebraba, pensé que sería igual que ayer, que por más que grite nadie vino ayudarme, pero no fue así.

—¿Hermana Kary? ¿Todo bien? —negué con la cabeza, negándome a callar.

—¡Por favor…! ¡Ayúdameee! —mis gritos seguían siendo de desespero, mientras que la monja se apresuró a abrir la puerta, entrando corriendo.

—Hermana… —sus palabras se quedaron a medias al ver mi horroroso aspecto.

La sábana estaba por mis rodillas cubiertas de sangre, estaba desnuda y mi cuerpo temblaba, mi cabello alborotado con las muñecas rojas de tanto forcejear, con las esposas con las que me había atado, los moretones y chupones no pasaban desapercibidos por mi blanquecida piel…

•••

La policía había llegado hace media hora, pero yo aún me negaba a decir algo. Me habían vestido con la ropa de monja, aunque claramente no lo era, y tras enterarse de mi violación, la madre me consiguió un médico y pastillas del día después para prevenir un problema mayor.

Pero yo solo había tomado la pastilla, no había querido salir de mi habitación, hablar con nadie. Mis amigas estaban adentro conmigo, ninguna dijo nada porque tampoco había mucho que decir, fui violada y punto, eso es todo.

«Violada» es irónico que use esa palabra para describir mi situación cuando yo también lo quería en lo más profundo de mí, no podía seguir negándome lo obvio, lo odio, me asusta y aterra, pero en el fondo lo deseaba, y el orgasmo que tuve es más que prueba de ello, la forma en la que mi cuerpo reacciona a él, no sé con qué cara me atreví a llamarlo pecador cuando yo soy mucho peor, al menos él no negó lo que es desde que nació, en cambio, yo me hago llamar “monja” o “esposa de Dios“” cuando ni siquiera puedo negarme a la lujuria que habita dentro de mí, mi cuerpo lo quiere y me odió tanto por eso.

Las lágrimas volvieron al igual que el llanto captando la atención de mis amigas quieren corren abrazarme, es la cuarta vez que lo hacen, Vanessa no para de pregunta cómo pasó y porque no grite, mientras que las demás intentan animarme, pero no he hecho otra cosa que no sea llorar y lamentarme por algo que no debía gustarme, pero que lo hizo.

—Kary. —China se acercó a mí buscando mis ojos.

—La madre superior quiere hablar contigo, al igual que el padre. —no hubo respuesta, si iba lo más probable es que terminen haciéndome hablar con los policías.

Pero yo no quería, o más bien no podía, no podía explicar que un demonio entro a mi habitación y me cogió solo porque se sintió atraído por mí desde hace quince años, no tiene lógica alguna, y el tema de mi sangre también es un problema, si un médico me revisa no tardará en notar las venas o revisar mi sangre y saber que soy RT.

Todo mi mundo estaba patas arriba, desde que él llegó. No me había imaginado que trajera tanta destrucción, pero que se puede esperar. Estamos hablando de un demonio con aspecto de dios.

—¿Kary?

—Ya voy. —me levanté, las demás no dijeron nada y yo solo pude acompañar a China a la salida, sin mirar a nadie.

Sentía cada pisada como agujas en mis pies, tragué saliva y suspiré intentando buscar calma en dónde no la hay. Me detuve a mitad del pasillo mirando a mi amiga que parecía confundida.

—¿Que pas...

—Fue un demonio. —le suelto sin dejarla termina, ella palidece y no sabe qué decir, pero tampoco aparta la mirada de mí.

—¿Como...? No entiendo.

—Un demonio. —repito rogando que no se me quiebre la voz.

—Quien me tocó fue un demonio. —se voltio hacia mí por completo, con la incredulidad tatuada en la cara, no dijo nada, solo me miro y yo no puedo evitar seguir.

—Hace quince años… Me alejaron de los brazos de mis padres por ser una RT. El gobierno me usó como carnada, logrando atraer la atención de un demonio joven. Este no me mato, pero sí me marco como de su propiedad ese día. —tomo aire buscando fuerzas para seguir, sé que no debería estar diciendo esto, pero el nudo en mi garganta necesita ser desatado.

—El día de la fuente… Quien intentó tocarme no fue una persona, fue él, un demonio. Me dijo que volvería por mí, tenía miedo de que les hiciera daño, pero tampoco quería ser sacada del convento, por eso no dije nada. —las lágrimas regresaron y ella no dudó en abrazarme.

—Calma… —susurro en mi oído acariciando mi cabello. Deje que me abrace por un rato, lo necesitaba para calmarme y poder enfrentar la decisión que desde la mañana no paraba de dar vueltas en mi cabeza.

—Llama a los Farringdon. —me alejé de ella, quien me miraba confusa.

—¿Qué?

—Al gobierno, quiero entregarme…

—Al gobierno, quiero entregarme…

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REDENCIÓN OSCURA (1# Trilogía Lazos Oscuros) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora