Capitulo 19

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Diosa de mi Olimpo

Azael:

Toda mi vida, incluso de niño, había sido del tipo que no le aguantaba mierda a nadie por la sencilla razón, de que yo ya soy lo suficiente hijo de puta para estar lidiando con otro cabrón.

—¡Quiero irme maldita sea! —escucho a la azabache que no deja de joder.

—¡Cállate de una vez! —me volteo hacia ella.

—Si tanto quieres joder, lárgate de mi vista. —mueve la cabeza a un lado, mirándome como si me hubiera vuelto loco.

—Vale… Está bien, está bien, pero una duda.

—¿Qué? —pregunto de mala gana.

—¡Cómo diablos me voy si estoy atada! —jala las cadenas que la atan a la cama.

—Te dije, lárgate de mi vista, no por la puerta, así que no jodas y me obligues a callarte yo mismo. —saco un cigarro con el cual me doy una calada bastante larga.

Kira no deja de joder y sigue pataleando como si tuviera una anaconda en el coño. Suspiro para llenarme de aire, hasta que dejó el cigarro y me acerqué a ella, tomando sus pies y abriéndola de par en par.

—¿Entonces no te piensas callar? —me meto entre sus piernas y acerco mi cara a la suya.

—¡Aléjate de mi idiota! —la tomé del cuello y le atraigo, devorando su boca al instante. Al principio se resistió, pero luego de unos segundos se dejó llevar, aunque aún no podía seguirme el ritmo del todo.

Le meto la lengua mientras aprieto un poco más su cuello, pero aun sin lastimarla, La suelto bruscamente viéndola tomar grandes bocanadas de aire mirando hacia abajo, sus mejillas están rojas y está nerviosa, aunque no lo quiera admitir, le gusta mi dominio en ella, me acerco tomando su barbilla para que me mire.

—¿Te comió la lengua el gato, monjita? —me mira con desprecio y deseo oculto.

—El gato no, el demonio. —responde aún agitada y me vuelvo a acercar.

—Pues la próxima vez que no te quieras callar, no será con la lengua, será la polla la que te voy a meter en la boca. —se tensa, la imagen debe de estar dando vueltas en su retorcida mente diabólica, la cual quiere hacer parecer que no.

—Tienes miles de mujeres de tu especie y ni hablar las que puedes conseguir en tu fase humana, en la tierra, para que me tengas aquí como una maldita prisionera.

No me molestó en responder, no importa lo que diga, es mía y ya.

—Dices quererme, pero no hay una diferencia de estar aquí y estar en un puto laboratorio o en una jaula.

Dejo mi puño impactar en la mesita de noche con fuerza, tanta que una marca le queda, ella calla y me mira con miedo.

—No, no es igual, no te haré daño, y mucho menos te voy a encerrar porque no eres un maldito animal. —me acerco.

—Pero no te voy a soltar, no hasta que entiendas que tu lugar es aquí, a mi lado, así que tú decides, o lo entiendes a las buenas, o nos quedamos en esta habitación hasta que te dé la gana. —me mira mal, con rabia, y me acerco más.

—Tu gente me matará si me dejas aquí.

—No pasará.

—¿Cómo lo sabes? Tú podrás ser hijo, pero tu padre gobierna y en las leyes la sangre no pesa.
La tomé del cuello otra vez y rozó sus labios con los míos.

REDENCIÓN OSCURA (1# Trilogía Lazos Oscuros) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora