𝐄𝐥 𝐄𝐜𝐨 𝐝𝐞 𝐃𝐨𝐬 𝐀𝐥𝐦𝐚𝐬º 𝗘𝗿𝗲𝗻 𝗝𝗲𝗮𝗴𝗲𝗿

˗ˋˏ5ˎˊ˗

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Bajo la Vigilancia de Levi
Eren Jeager

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Año 850

"Cinco años despues de la caida de la caída de Shinganshina"

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Me había despertado agitado, pero no me podía mover. Miré hacia mis muñecas y estaban encadenadas. Estaba asustado, pero me quedé quieto al escuchar la voz de Erwin Smith, comandante de la Legión de Exploración.

—Eren Jaeger, ¿sabes dónde estás? —preguntó Erwin.

—No... —respondí con dificultad, tratando de calmarme.

—Estás en los calabozos del distrito Mitras, bajo la custodia de la policía militar —explicó Erwin, su voz firme y serena.

Levi estaba a su lado, observándome con atención.

—¿Cuál es tu intención, Eren? —preguntó Levi directamente.

Tomé una respiración profunda y miré a Levi con determinación.

—Quiero unirme a la Legión de Exploración para matar a todos los titanes y cumplir el deseo de paz de alguien especial para mí.

Levi levantó una ceja, sorprendido.

—¿Alguien especial? —preguntó, acercándose—. ¿Quién es esa persona?

—Eliana Müller —respondí, con convicción—. Ella también quiere la paz.

Levi asintió lentamente, procesando mis palabras.

—Muy bien —dijo finalmente—. Tomaré tu custodia. No porque confíe en ti, sino porque soy el único capaz de matarte si decides traicionarnos.

Erwin asintió, apoyando la decisión de Levi.

—Es una buena idea, Levi. Eren, confía en nosotros. Ganaremos el juicio.

Se giraron para salir, pero antes de irse, Levi se detuvo y me miró de nuevo.

—Prepárate, Eren. Esto no será fácil.

Quedé solo, preguntándome cómo estarían mis amigos, especialmente Eliana.

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Ya era el día del juicio y Hangie Zöe, otra comandante de la Legión de Exploración, vino a buscarme en los calabozos junto a un chico que no conocía.

—¡Buenos días, Eren! —me saludó Hangie animadamente mientras abría las cadenas para que pudiera salir.

Froté mis muñecas, pero ella me dijo que debía ponerme las esposas. Me las puso y dos de la policía militar nos seguían detrás de nosotros.

—Lo siento, Eren. Mike tiene esa costumbre extraña, pero no te preocupes, es solo cómo él es —dijo Hangie mientras avanzábamos hacia la sala del juicio.

El chico rubio, Mike, me olfateaba de una manera incómoda y luego sonreía.

—Ya lo conoces, él es Mike. Siempre olfatea a la gente y después sonríe —añadió Hangie, disculpándose.

Todo pasó tan rápido que pronto estábamos frente a las puertas. Hangie cambió su expresión a una más seria.

—Eren, da todo lo mejor de ti. Estaremos observándote —dijo Hangie antes de despedirse y alejarse con Mike.