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Misión en Paradise
Eliana Müller

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Año 845

"Dias antes de la caida de la caída de Shinganshina"

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Estaba en un campo muy bonito, todo era verde ahí. Había unas cuantas flores muy lindas, como los tulipanes. Noté cómo alguien me tocaba el pelo, levanté la vista y vi a un chico borroso, pero solo vi sus ojos verde esmeralda. Él me miró y me sonrió.

Me sentí reconfortada por su presencia, como si hubiera encontrado un respiro en medio de la ansiedad que me consumía. Sus ojos verdes me tranquilizaban, y por un momento, todo parecía estar en calma.

Al conectar miradas, vi recuerdos dolorosos. Gente muriendo, titanes colosales invadiendo Marley, familias destrozadas, niños asustados. Todo estaba lleno de dolor en esos recuerdos, lejos de la paz que anhelaba. Debía seguir el legado de Ymir Fritz. Cuando los recuerdos terminaron, desperté agitada, las lágrimas aún resbalaban por mis mejillas. Miré la hora en la pared y me levanté con determinación. Hoy nos dirían quién iría a la misión de Paradis. Rezaba para poder ir, debía cumplir mi legado.

Después de ducharme y ponerme el uniforme de Guerrero, bajé las escaleras. Vi a mi madre poniendo el desayuno en la mesa, mientras mi hermanito comía con entusiasmo. Los abracé a ambos con fuerza, sintiendo el peso de la responsabilidad que pronto recaería sobre mí.

Me senté a la mesa y compartí el desayuno con mi madre, hablando sobre la reunión que tendríamos hoy. No estaba traicionando a nadie; buscaba la paz que Ymir ansiaba, pero nunca encontró.

Me despedí de ellos y caminé por las calles de Liberio. En el camino, encontré a Pieck, mi mejor amiga. Nos saludamos y continuamos hablando nerviosamente mientras nos acercábamos al cuartel. La ansiedad por la reunión era palpable.

- Pieck, ¿crees que nos seleccionarán para la misión? -pregunté, tratando de disimular mi nerviosismo.

Pieck sonrió tranquilamente. - Estoy segura de que sí, Eliana. Has demostrado ser fuerte y dedicada. Nos necesitan en Paradis.

Asentí, agradecida por su confianza.

Entramos al cuartel y vimos a todos los guerreros, menos a Galliard. Era extraño que el Acorazado fuera para Braun y no para él. Sentí compasión por Galliard; después iríamos a visitarlo, decidí junto a Pieck.

El capitán Magath nos llamó y formamos filas rápidamente. Sostenía un papel y comenzó a leer nombres.

"Annie Leonhart, Reiner Braun, Marcel Galliard, Bertolt Hoover, Eliana Müller."

Me sentí emocionada al escuchar mi nombre. Pieck y Zeke, quienes estaban a mi lado, me felicitaron. Magath nos convocó a los cinco seleccionados a su despacho. Nos explicó lo que debíamos hacer en Paradis. Ya me lo imaginaba: romper las murallas y recuperar el Titán Fundador. Si supieran que soy de la realeza...

Después de la reunión, caminábamos por los pasillos del cuartel. Estaba eufórica. Me volví hacia Marcel.

- Marcel, ¿crees que después podemos ir a ver a Pokko? -pregunté, esperanzada.

Él asintió con una sonrisa. - Claro, Eliana. Creo que le vendría bien vernos.

Salimos del cuartel y nos dirigimos directamente a casa de los Galliard, con Pieck. Marcel abrió la puerta; sus padres no estaban, así que solo estaba Pokko. Subimos las escaleras hacia su habitación y toqué la puerta.

𝐄𝐥 𝐄𝐜𝐨 𝐝𝐞 𝐃𝐨𝐬 𝐀𝐥𝐦𝐚𝐬º 𝗘𝗿𝗲𝗻 𝗝𝗲𝗮𝗴𝗲𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora